Infancia...
Infancia, ese momento tan apreciado en la vida de muchos. Risas, diversión, amigos y amigas, juguetes, muchos obsequios, una bicicleta, un patinete, una caída, un recuerdo cómico y sobretodo... Amor incondicional. Amor de mamá, de papá, de abuela.
Pero, ¿Qué pasa cuándo no tenemos recuerdo de esta etapa? Cuando son borrosos, trágicos, angustiantes y somos incapaces de establecer vínculo alguno con familiares. Cuando se estuvo solo, vacío y abandonado en algún rincón del hogar. Con compañía única y fundamental de una mascota, que al poco tiempo dejó la compañía para irse lejos y más nunca volver.
Samuel de Luque recordaba poco y nada.
Hacía mucho frío, era invierno y la tenue luz de una lámpara alumbraba su cuarto. No había nadie en casa, había estado solo desde la mañana anterior y sus mayores temores incluso se habían marchado entre tanta soledad, ya no eran un problema, estar solo era algo normal para el pequeño Samuel. Le habían dicho que iban a volver a buscarlo, pero las horas eran largas y el día lento. En la tarde habían caído gotas desde el cielo, de las cuales quedaba evidencia todavía a través de la oscuridad que lo amenazaba por la ventana.
Aquella noche nadie regresó.
Sin embargo, al día siguiente un hombre alto y con la cabeza rapada entró a su casa. Venía en compañía de varios hombros vestidos de negro, con armas en las manos, con gafas oscuras y un peinado un tanto ridículo. Samuel solo los miró desde la esquina de su cama, no sabía qué hacían allí, pero el hombre alto le gritó que se fuera con ellos y así lo hizo, no dudó segundo alguno, salió con lo que llevaba puesto y en cinco minutos se encontraba sobre un vehículo amplio, más abrigado que en su, para ese entonces, anterior hogar.
— ¿No vas a decir algo, Samuel? —Rompió el silencio por primera vez "ese" hombre, sentado delante de él y lo observó por el espejo retrovisor, esperando una respuesta que solo llegó minutos después.
— ¿Cómo sabe mi nombre? —Entabló el niño, manteniendo la mirada fija, sin titubear.
— Me lo dijo tu tío. Ahora que ya no estará, seré tu tutor. ¿Qué te parece?
Ni siquiera sorpresa obtuvo de su parte, se limitó a asentir y desvió su vista para encontrarse con el paisaje nuevo ante sus ojos oscuros. Ese lugar no lo conocía, aunque en realidad, mucho no había salido de su casa durante su corta vida... De vez en cuando le hacía compañía a su tío en sus cosas, nunca entendió a qué se dedicaba pero, compraba armas a veces. Otras veces se embriagaba y le dejaba usarlas, le gustaba disparar a los tarros vacíos de alimentos en conserva que habían apilados en el patio. Por su mente cruzaba la idea de que se podia defender de alguien que le quisiera hacer daño, sin duda saldría de aprietos en algún momento. Su tío también era una amenaza.
Al llegar al destino no mencionó nada, solo siguió a quién debía y se quedó en la habitación que le habían asignado. Era demasiado grande para él, al menos así lo consideró en ese momento. Tenía una cama, una mesita de noche, un armario amplio, una ventana que daba a un bonito patio lleno de árboles y dos puertas; una de la salida y la otra hacia el baño.
Una vez instalado allí, su enseñanza se centró en defensa personal, idiomas y matemáticas. Tenía clases particulares de piano, violín y armamento básico, además de tener otras sobre literatura. Con los años, adquirió conocimientos en medicina e informática. Lo entrenaron para ser un cabecilla de la mafia, aunque nunca se lo cuestionó, siempre siguió las instrucciones al pie de la letra y tuvo éxito en todo. Absolutamente todas sus misiones e investigaciones eran clave y como él, habían contados con los dedos de las manos, lo que provocó que más tarde, su popularidad y respeto salieran a flote durante la adolescencia... Intentó sobrellevar todo su poder siendo alguien carismático y risueño, pero era un mentiroso. ¿De dónde sacaría esas características? No era innato de él.
Finalmente, jamás pudo escapar de la monotonía de su vida.
No es como que lo haya intentado en algún momento, no le interesaba y tampoco tenía nada que perder al poner en riesgo su vida cada vez que realizaba algún mandado. Nació en ese contexto: Fue criado para ser un líder manipulador y un asesino en cadena. No se le preguntó cómo se sentía, nadie le pidió su opinión, nadie excepto... Frank. Aunque sus realidades fueron sumamente opuestas, Frank se quedó a su lado durante lo que fue su vida hasta hoy en día y lo valoraba, pero no era consciente de ello, así que terminaba por disfrutar una simple salida al café de la esquina.
Pero cuando todo parecía estar "bien", llegó a su vida el chico que le había declarado su amor.
¿Sería necesario explicar que nunca tuvo relaciones amorosas con nadie? Solo tuvo, sexuales. No era una necesidad para él, nunca se había sentido a gusto con nadie ni consigo mismo y era simple, jamás recibió afecto, no tenía un ejemplo. Solo conocía las órdenes, la soberbia, la ira y la avaricia, las exigencias, el dinero, el asesinato, la tortura y... El alcohol, alcohol bendito y gran escape a tantos dolores de cabeza. También las drogas, aunque no las consumía con frecuencia, en su momento lo hizo y a nadie prestó especial importancia, probablemente más de uno murió en sus manos debido a esto último.
"Rubén, Rubén..." Cuando ese nombre resonó en su cabeza al segundo de tomarlo prisionero supo que se venía lo peor y en efecto, tenía razón. Ese sentimiento era algo incontrolable, era asfixiante y no lo dejaba dormir por la noche, se sintió en la necesidad de sobrepensarlo para llegar a una conclusión y terminó por mudarse junto a él, aunque era tan confuso... Vivió desde entonces en un mundo de fantasía, vivió en un mundo paralelo junto al chico, un mundo al que no podía adaptarse a pesar de que los días avanzaban rápido, nunca supo sostenerse ahí.
Debía ser un "felices por siempre", ¿Pero realmente existen tales finales? ¿O solo son algo que decimos para embriagar la mente con un objetivo fugaz?
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H U N D I D O • 𝑃𝐴𝑅𝑇𝐸 𝐼𝐼→R E H É N
Fanfictionㅤ› 〉 SEGUNDA TEMPORADA DE "𝐑 𝐄 𝐇 𝐄́ 𝐍" ㅤ︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶ ❁ཻུ۪۪ ━ ❝. . . 𝑌 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑛 𝑐𝑎𝑛𝑠𝑎𝑑𝑜𝑠, 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑏𝑎𝑖𝑙𝑎𝑟𝑎́𝑛, ℎ𝑒 𝑒...