C U A T R O

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La relación que mantenía Samuel con Frank cada vez se distorcionaba más, el más alto pasaba horas encerrado en su oficina y claro que era entendible, ahora era uno de los principales Ejecutivos de la mafia y tenía miles de otras obligaciones que cumplir, aún así, el otro era su mano derecha y estaba para todo lo que quisiera, a cualquier hora y si alguien tenía que dar su vida por él, probablemente se tratara de su fiel compañero. 

Aquella tarde de cielo tormentoso y oscuro, con gélidos grados bajo cero, árboles que a penas se veían desde las ventanas polarizadas del recinto, Frank entró a la oficina de su amigo con dos tazas de café en la mano, aprovechando de abrigarlas en la misma instancia, ya que la calefacción se encontraba en reparación luego de que casi hubiera acontecido un corto circuito y por lo tanto, su única fuente de iluminación eran velas ténues de color amarillo crema que decoraban el escritorio en el que el mayor trabajaba con semblante serio, hojeando su papeleo y firmando otros, ignorando por completo la presencia del ajeno. Revisó una y otra vez las mismas carpetas, intentando conseguir aquello que en su mente no encajaba y al escuchar la voz suave del chico, levantó su mirada algo descolocado.

— Tranquilo, fiera, esas firmas tienen que ir en digital también y las puedes hacer mañana. —Comentó acercando la taza caliente, dejándola frente a él por encima de los papeles y solo obtuvo un suspiro cansado por parte del contrario, el cual analizó unos segundos lo que había colocado encima, llevando su mano con lentitud hasta sujetar la taza y pudo recién beber un poco de su contenido de manera sumamente calmada.— Deja de estar siempre a la defensiva y corriendo en todo lo que haces, ¿piensas que estás solo en el mundo o cómo va esto? Si necesitas ayuda, puedes pedirla. Cada día estás más amargado, te vas a poner viejo y rancio antes de lo que esperas.

— Si vas a venir a solo decir idioteces, puedes irte.

— ¿Estás viendo cómo eres? ¿Cuál es tu problema? Desde que nos mudamos, no has dejado de responderle así a todo el mundo. Tío, si tienes un problema podemos conversarlo, sabes que me tienes a mí y te conozco, sé qué algo te pasa... 

— Estoy excelente, ¿no se nota? —Respondió de manera irónica, desviando su mirada hacia la ventana, mirando por la misma el paisaje que tenía afuera.

 — ¿Pasó algo con Rubén acaso?

La mirada de Samuel de inmediato se encontró con la ajena, tensando su mandíbula, haciendo un gesto de desaprobación ante su comentario y es que por el contrario, Frank sabía que había dado en el blanco. Hace mucho tiempo no tenían charla alguna respecto a los sentimientos de ambos hacia otras personas, pero suponía que no lo hacían porque el hombre todavía pensaba que estaba afectado por la muerte de Alejandro y en efecto, así era, pero no por eso iba a hacer oídos sordos cuando le quisiera contar alguna cosa.

— Tenemos tiempo antes del terminar, así que... ¿Por qué mejor no me cuentas, Samu? —La verdad es que no esperaba que hablara el ajeno, así que solo reposó su cuerpo contra el escritorio, mirando hacia el frente mientras bebía un sorbo de café, cerrando sus ojos a los pocos segundo con la intención de disfrutar el sabor. Las bebidas calientes que hacían en la cafetería, eran sin duda las mejores que había probado en su vida entera.

— ¿Cómo sabes cuándo es tiempo de acabar con una relación? 

Los ojos del más bajo se abrieron con sorpresa, no esperaba recibir palabra alguna sobre ese tema, ni mucho menos una pregunta de esa magnitud. De inmediato se reincorporó, quedando justo frente a él desde atrás del escritorio, intentando ocultar su preocupación con una sonrisa boba.

— Bueno, hay muchas respuestas a tu pregunta. Primero, cuando no hay el mismo entusiasmo al estar con esa persona, cuando crees que se vuelve algo pesado o aburrido llevar una conversación larga y todo se vuelve monótono, a eso le llamo: Perder el interés. —Hizo una mueca y dejó la taza de lado, para poder sentarse y apoyar sus manos contra el escritorio.— Segundo, si hay otra persona más presente en tu cabeza que no es tu pareja, si hay otra persona a la que quieres dedicarte o incluso si se lleva la mayor parte de ti en el ámbito romántico o sexual, es hora de acabar. Debes tener presente que es un compromiso estar en una relación y depende de ambas partes hacer que todo sea más ameno, no solo de uno o de otro. Es normal también que, con el paso del tiempo creas que todo se vuelve más lento y la llama de ese amor pasional se ha apagado un poco pero realmente es... Es porque ya no tienes que luchar por conquistar a esa persona, ya la tienes, solo debes dejar que no se apague...

Las palabras resonaban dentro de la cabeza de Samuel, el otro tenía razón en lo que hablaba pero no lograba comprender por qué sonaban tan lejanas para él. Es como si no quisiera aceptarlo, o quizás porque nunca tuvo que "luchar" por conquistar a Rubén, porque todo había sido repentino entre ambos y jamás fue algo normal, ahora recién empezaba a cuestionarse lo que sentía o sintió alguna vez por el noruego.

Toda la vida había estado solo, ¿qué le hizo pensar en algún momento que podía tener una relación bonita, sana y estable? No había tenido ese privilegio jamás, entonces no debía atribuirse créditos de algo que no merecía. No sentía que estaba mejor con alguien, no se sentía vivo y probablemente, lo que sentía a veces era culpa. Se sentía culpable de lo que le había ocurrido al rehén, pero solo hacía su trabajo, después de todo... Lo habían criado para eso, era consciente. Era raro que de un día para otro su vida diera un vuelco mágico y fuera feliz porque, cada vez que caía y se ahogaba, lograba nadar y atravesar el río a pesar de cualquier adversidad, aunque fuera casi imposible y durante toda su existencia lo había logrado sin nadie más, así que, ahora no tenía sentido esto todo esto.

Pero nadie lo entendería.

— ... Entonces, debes ver qué es lo mejor para ti y para Rubén. Yo en lo personal, estoy a favor de que pelees por recuperar las cosas porque, a ver, eres un titán. Puedes con esto y con mucho más, siempre te he admirado.

No tenía ni la menor idea de lo que había dicho, pero fingiría que sí para no hacerlo sentir mal.

— Bien, supongo que le daré una vuelta al asunto...

— ¿Le darás una vuelta? ¡Joder, qué duro! Te hablé diez minutos sobre los motivos por los que deberías arreglar las cosas y me sales con eso, ostia. —Frank se golpeó la cabeza con la palma de la mano, derramando unas gotas de café sobre su abrigo y pegó un gritito.— ¡Ala! Igual de cabezota que tú...

Samuel no pudo evitar reír, siempre le lograba sacar una sonrisa. 

— En fin, si quieres puedo tener una conversación con Rubén y tratar de, no sé, intervenir con mis superpoderes de cupido.

El más alto negó suavemente, aunque se quedó pensando unos segundos y más tarde se encogió de hombros, dándole a entender que podía hacer lo que quisiera, no se negaría ante la ayuda de su mejor amigo. Pero para ser sinceros, quién necesitaba ayuda era él mismo. Se levantó y observó por la ventana en completo silencio, suspirando de manera entrecortada, viendo el paisaje difuso a través del cristal y carraspeó, hablando por lo bajo.

— ¿Y si a veces solo tengo ganas de huir?

— Eso es normal, todos queremos darnos un respiro de vez en cuando.

— ¿Y es normal querer huir para siempre? —La sonrisa del más bajo se desvaneció y se levantó del asiento, caminando a pasos lentos hasta encontrarse con el cuerpo ajeno de costado, viendo su rostro con mucha atención. La atmosfera del ambiente había cambiado radicalmente entre los dos.

— ¿Qué estás diciendo, De Luque? —Musitó.

— A veces solo tengo ganas de desaparecer, porque hay cosas que escapan de mi control, aún cuando quiero tener todo bajo control.

— Sí, claro. Pero no es suficiente para solo, irse. —Apoyó una mano sobre su hombro con suavidad, haciendo una presión.— Tienes gente que te quiere aquí, no hagas ninguna estupidez.

— Es lo que estoy intentando hacer, es lo que he hecho toda la vida y aquí me tienes. Trato de la mierda a una persona que tengo que amar y no soy capa-

— ¿Qué "tienes" que amar? —Una risa incrédula escapó de sus labios, negando con la cabeza.— Nadie te obligó. 

— Lo sé, Fran, pero...

— Pero nada, estás pensando solo en ti. Deja de ser egoísta, creí que con Rubén lo habías superado y créeme que todavía lo pienso, no me obligues a darme cuenta de que nada ha cambiado.

Ambos hicieron contacto visual durante un momento ínfimo, el cual pareció ser bastante, pero antes de que el más alto pudiera responder, Frank ya había salido de la oficina. 

H U N D I D O • 𝑃𝐴𝑅𝑇𝐸 𝐼𝐼→R E H É NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora