D O S

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"Haciendo todo por amor"

Para Rubén, todo había sido distinto. 

Sentía que estaba viviendo en el mundo que siempre soñó, acogido entre lujos, cada palabra que salía de su boca se cumplía y creía que eso estaba sujeto a una inminente felicidad y realización como persona. No sabía en qué trabajaba su pareja, solo tenía consciencia de que salía en la mañana temprano y que regresaba cuando los últimos rayos del sol se terminaban por disipar entre la oscuridad, era poco y nada lo que estaba con él.

Aún así, cada día lo recibía con una sonrisa y en otros casos, dormido. Habían momentos en los que solo sentía su cuerpo descansar a su lado por un instante que parecía ser tan ínfimo, un instante que demostraba que había regresado pero nada más. Sin embargo, estuvo meses en esa situación y no le daba peso al asunto, le bastaba con saber que durante el fin de semana se podría encontrar y en efecto, así era, dejaban cualquier tipo de encuentro para esa dupla de días que parecían albergar la satisfacción del muchacho. 

Un sábado, un domingo, un sábado, un domingo... ¿Así se puede realizar una vida en pareja adecuada? Quizás para uno de los dos, pero no para ambos.

Con el pasar de este estilo de vida, Rubén notó lo incómodo que eran esos fines de semana. Ya no había la misma espontaneidad, ya no se podía hablar de diversos temas, ya no se podía disfrutar de la plena compañía de cada uno, ahora había una limitante que no lograba por comprender el más joven, pero se encontraba tan sometido a ese estilo de vida que era complicado decir algo porque hace rato ya era frecuente. La situación se volcó crítica cuando en su vida dejaron de importar las cosas materiales como prioridad número uno.

Finalmente pasó un año, un año en el que se cuestionaba cada noche si era el indicado para el hombre que llegaba a su lado. Cada noche se mantenía despierto hasta altas horas de la madrugada esperando a que regresara, se preguntaba ante el reflejo de la luz de la luna si era importante en la vida del otro, si lo necesitaba de la misma manera o incluso si el sentimiento era compartido y a veces... Pensaba que cada cosa que afectaba su relación se debía a él, que era responsable. Sus orbes verdosas se llenaban de lágrimas al tener ese tipo de pensamientos, porque sabía que de seguro tenía razón y no podía comentárselo, ya que cada vez que insinuaba algo referente, lo hacía callar, lo ignoraba, se iba de su lado y en la mayoría de las veces, terminaban durmiendo juntos como respuesta a la eventual discusión que se cometía. 

Jamás tuvo autoestima, por lo tanto, esta situación le estaba carcomiendo la cabeza por dentro y teminaría acabando con él porque en el fondo creía que era su culpa. La razón que tenía para estar de pie, era que deseaba con lo más profundo de su corazón, que todo eso acabara y volvieran a ser la pareja que fueron desde un comienzo.

Sin embargo, el noruego jamás se cuestionó lo extraña que había iniciado su relación. Tampoco la manera de la que se había desarrollado, aparentemente era normal y muchas otras parejas se podrían haber conocido en ese tipo de situaciones, desde su punto de vista. Por supuesto no era así. Era extraño, enfermizo y poco convencional, partiendo desde su obsesión tan repentina hacia el hombre al que amaba.

En consiguiente, cuando tenía conversaciones o encuentros con sus amistades y estos le preguntaban acerca de su relación, intentaba cubrir y minimizar muchos de los grandes puntos cuestionables de la misma, para cualquier persona mentalmente estable. Sus amigos lo apoyaban, también intentaban darle algunos consejos de vida en pareja, pero él siempre decía que no los necesitaba porque ya no era un crío y sabía lo que hacía, entonces ellos tampoco se esforzaban demasiado en continuar con la plática. Y aunque lo hicieran, no los escucharía.

Gran parte de su vida había intentado buscar afecto en otras personas, quería estar siempre en compañía y se sentía extraño cuando no era así, debido a esto, la presencia intermitente de su pareja lo estaba dañando poco a poco. Mas estaba dispuesto a soportarlo a cambio de un poco de recepción por parte contraria, pero sabía que era débil y que él era su debilidad.

Aquella madrugada se dio cuenta.

— ¿Dónde estabas? Es más tarde que de costumbre. —Cuestionó levantándose de la cama para encontrarse de frente con el chico de ojos oscuros, apoyando sus manos con delicadeza sobre su pecho, acercándose para percibir el inconfundible olor a alcohol. 

— ¿Por qué debería importarte a ti? Vete a dormir.

— Tienes que dejar de beber así, te hace mal, nos hace a los dos. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de eso? Paso toda la noche preocupado por ti, por tu salud, ¿Qué si un día de estos no regresas más? 

— Cierra la boca, no eres mi madre. Aparta, me siento cansado. —Habló empujando su cuerpo hacia un lado, pero de inmediato el chico se encontraba frente a él otra vez, en un intento de encontrar explicaciones.

— ¿Acaso no te importa cómo me siento? ¿Quieres que haga todos los días como si nada pasara entre nosotros, eh?

— Que te quites.

— Que no, que me tienes que escuchar. Me estoy cansando de tus-

Pero no terminó por completar la oración. La palma del más alto había impactado sobre su mejilla con rudeza, obteniendo un gemido de dolor por parte del otro, quien cubrió rápidamente la zona afectada con su mano, levantando su mirada con las pupilas encogidas debido a lo repentino que había sido todo y lo doloroso a su vez, nublándose segundos después su vista debido a las lágrimas que habían emprendido su descenso por sus pómulos. 

Ninguno mencionó nada hasta la mañana siguiente, es más, Samuel ni siquiera se había despedido antes de marcharse temprano. Pero Rubén había sollozado la noche entera silenciosamente, con miedo de ser escuchado, con miedo a volver a recibir otro golpe y aunque fue la primera vez que lo hacía, fue suficiente para marcar un antes y un después en la relación de ambos. A partir de ahí, las cosas fueron en decadencia y no es algo que se podía evitar, era cosa de tiempo y tarde o temprano debía ocurrir.

H U N D I D O • 𝑃𝐴𝑅𝑇𝐸 𝐼𝐼→R E H É NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora