Capítulo 1

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Otra vez, estoy en la oficina de policía, esperando a que venga mi padre para que pague mi libertad. Casi nunca me pillan, pero esta vez el jodido niñato llamó a la policía demasiado temprano y no me dio tiempo a escapar.

Observo como de otra jaula sacan a un chico joven, repleto de tatuajes y con varios piercings en la cara, y lo sientan en frente mío. Me mira con unos ojos verdes preciosos, pero sin ninguna emoción en ellos, y me sonríe amargamente.

-¿Que ha hecho ya la niñita de papá? ¿Pasarse del límite de velocidad? - Le miro de arriba a abajo, y luego me miro a mi. ¿En serio parezco una niñita de papá? ¿Las niñitas de papá acaso usan ropa oscura y "rota"?

-¿Que coño dices tú ahora? - Le fulmino con la mirada.

-Lo que oyes. - Se encoge de hombros. - No es que parezcas, das el pego a "chica mala", - Hace comillas con sus largos dedos como puede, ya que está esposado. A mi, en cambio, hace rato que me han quitado las esposas. - pero he oído toda la conversación que han tenido los polis con tu papaito por teléfono. - Pone cara de niño bueno, y luego hace una mueca.

-Tú no sabes nada de mi vida, así que más te vale no hablar de ella así porque sí. - Le señalo con el dedo, amenazadoramente.

-Uy, que la niñita se pone farruca. - Hace que se asusta, burlándose de mí, y con ello moviendo las esposas. Bufo fuertemente, como todo un búfalo. - ¿Sabes que las niñitas de papá no hacen eso? Es de mala educación.

-Vete a la mierda. - Aprieto los dientes.

-Tampoco se dicen malas palabras, jovencita, - Me señala con el dedo. - y menos delante de mayores.

-¿Acaso hay que tener una edad para decir "malas palabras"? - Hago demasiadas comillas con mis dedos, irritada. ¿Por que me tiene siquiera que hablar este chico? No le conozco de nada. - A parte, no tienes muchos más años que yo, así que no hables.

-Luego le diré a tu papaito que te castigue por contestarle a un mayor. O ya te castigo yo, si quieres. - Voy a contestar, o a soltarle una buena hostia, pero la puerta de la comisaría se abre, dejando ver a un hombre trajeado, con los zapatos relucientes y engominado a más no poder. Mi padre.

Se dirige hacia un policía, da el dinero de la fianza, el cual me ha parecido que es más de lo habitual, habla con el policía de cuatro cosas rápidas, me mira y me hace un gesto con la cabeza para que nos vayamos. Tenía ganas de que viniera ya. Me levanto de la incómoda silla y arrastro mis convers negras hacia la puerta, no sin antes escuchar algo del chico tatu que hace que se me crucen los cables.

-¿Ya te vas, muñeca? Lo estábamos pasando bien. - Rompe en carcajadas. Me giro lentamente y le miro directamente a los ojos. - ¿La gatita se ha vuelto a enfadar? - Me sonríe mientras camino decidida hacia él. Vuelve a abrir la boca, pero le corto con un puñetazo en su mejilla y parte de su nariz. Eso dejará marca.

Su cabeza se ladea noventa grados, mira hacia abajo y levanta sus manos para sobarse el lado afectado. Me giro y camino hacia la entrada, sin preocuparme su reacción o lo que digan los policías cuando vean que le sangra la nariz. Abro la puerta de la entrada y escucho una voz de fondo.

-Ya verás cuando te vuelva a encontrar.

Salgo del lugar riendo, no se porque, rozando mi hombro con un chico de más o menos la misma edad que el chico tatu, rubio y bronceado, sin tatuar y con un piercing en la nariz y otro en la oreja. Me sonríe en modo de disculpa y entra gritando como si estuviera en su casa.

-¿Pero quién te ha hecho eso, tío? - Ríe fuertemente, y sonrío orgullosa.

-La chica que acaba de salir. - Bufa.

DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora