Punta de Hielo

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Nasur alzó la vista hacia las montañas que se erguían imponentes ante él. El majestuoso relieve lo había dejado sin habla. Era monumental, gigantesco, hasta el punto de no parecer propio de aquel mundo. Tragó saliva y parpadeó. El camino que había recorrido para llegar allí no había sido fácil, ni corto. Apartó un momento su atención de aquella portentosa cordillera llamada Punta de Hielo y miró hacia su mano derecha, en la que agarraba la Brújula del Ocaso. Hasta allí lo había conducido. Miles de leguas, decenas de exóticos lugares, que ni siquiera sabía que existían, atravesados, bajo la guía de aquella brújula que sostenía.

Suspiró.

A su alrededor, se extendía un amplio bosque de altas coníferas que reposaba a los pies de Punta de Hielo. En el cielo, el sol estaba comenzando a esconderse. <<Será mejor acampar. Ya subiré mañana>> pensó Nasur. No tenía prisa. Por experiencia, a lo largo de su viaje, había descubierto que la impaciencia no traía nada bueno. Giró sobre sus talones y se internó entre los árboles.

Llevaba vestimentas gruesas para protegerse del frío y el cabello le caía por la cara hasta la altura de los hombros. No sabía qué aspecto tendría con aquella melena tan larga, pero tampoco le importaba. En la espalda portaba un hacha y un pequeño saco. Era lo único con lo que viajaba. Más carga, lo entorpecería, menos, sería muy precario. Además, siempre iba a necesitar de ciertos recursos que, forzosamente, tendría que llevar con él a todos lados. Aunque con el largo viaje, había aprendido a elegir muy bien las escasas pertenencias.

Nasur posó la mano en una de las infinitas coníferas del bosque. Aquella ya no era la mano de un niño, se había endurecido, se había vuelto más robusta y llena de gruesos callos. Palpó el tronco con un par de golpes provocando que la nieve de las ramas le cayera encima. Dejó el saco en el suelo y desenfundó el hacha. El pulido hierro relució. Agarrando con una mano el mango y con la otra la cabeza del hacha, la contempló con cierto brillo en los ojos. Era un arma magnífica. Cara. Ligera. Una maravilla digna de un herrero excepcional. Recordó al viejo Tirin, un anciano al que conoció en su paso por las Islas de la Noche. Le regaló el hacha para agradecerle que ocupara el puesto de su aprendiz durante tres días, ya que este debía ir a la isla vecina, Fraza, para el entierro de un familiar. Nasur, consideró aquel pago excesivo, pero ahora se alegraba de haberlo aceptado.

Agarró el mango con ambas manos. Golpeó el tronco con fuerza. Luego, otra vez y otra. No pasó mucho hasta que cayó por completo. Cortó las ramas en trozos más pequeños y el tronco en partes más gruesas para mantener el fuego por la noche. Los apiló uno encima de otros. Se giró, se agachó y con el canto del hacha comenzó a cavar un pequeño agujero. Comenzó a preparar la hoguera. Luego, taló otro árbol. Partió el tronco en grandes palos, los hincó en el suelo y unió las puntas formando una pirámide. Los amarró con una gruesa cuerda que llevaba en la bolsa. Para evitar el frío y el aire, cubrió los laterales con las ramas sobrantes. No era nada espectacular, pero para ser tan improvisado le sobraba.

Tras arduos intentos con el pedernal, el fuego comenzó a crepitar. Se acercó las manos a la boca y se echó el aliento. Las frotó entre sí. Hacía frío, aunque se sorprendía de lo mucho que se había endurecido. Si en la taberna de Jeff le hubieran dicho que pasaría por todo aquello, no se lo habría creído. Tres meses no era mucho tiempo en una vida normal, pero él no había tenido nada parecido a lo normal.

En esos tres meses, incluso había llegado a olvidar el Monasterio en el Cielo y el Linaje de Mertos. Parecían ecos de un pasado lejano. Viejas leyendas que su mente recordaba vagamente. El sin fin de lugares que había recorrido le había hecho centrarse tanto en el presente, en el viaje, que había olvidado su destino final. Sin embargo, ahora que estaba en mitad de aquel bosque silencioso, donde sus oídos solo percibían el viento y su cuerpo se estremecía por el frío, los ecos de su pasado no tan lejano volvían a su mente.

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⏰ Última actualización: May 24, 2022 ⏰

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