1

10 1 4
                                    

VICTORIA

—Empiezo a pensar que lo de mudarte con Isaac no era una broma—dije mientras me apoyaba ligeramente sobre el marco de la puerta de la habitación de Natalia, dónde había cajas por todos lados llenas de ropa y más de la mitad de sus pertenencias.

—Iba en serio desde el primer momento, Vicky—rio ligeramente ella.

Natalia era mi mejor amiga desde el colegio, era simplemente preciosa, 1.67, melena castaña oscura que le llegaba poco más arriba de los hombros, un pequeño flequillo cortina a los lados, unos ojos preciosos a juego con su pelo y un cuerpo digno de admirar.

—¿Estás segura? De mudarte con Isaac, me refiero—mencioné a la vez que entraba al cuarto, me sentaba al borde de la cama y empezaba a doblar la ropa que mi amiga había metido de mala gana.

—Sí, estoy segurísima, además, llevamos saliendo cinco años, yo creo que es un paso que tenemos que dar.

—¿Y este piso qué? Nos quedaban dos meses de alquiler y sola no puedo pagarlo—argumenté y ella como respuesta arqueó las cejas—No me malinterpretes, estoy muy feliz de que te vayas a vivir con él, pero me dejas a medias con todo esto.

Desde que Natalia me contó que se iba a ir a vivir con su novio yo no podía dejar de darle vueltas a ese maldito tema, trabajar como recepcionista en un hotel no me daba un gran sueldo y gastarme una parte en el ballet un año después de graduarme no ayudaba, por eso mismo el piso estaba pagado a medias y me negaba a vivir en otro lugar que no fuera allí, estaba perfectamente ubicado, Calle Fuencarral, 9; de dónde apenas tardaba unos 20 minutos hasta el conservatorio en coche, tenía todo cerca y el precio era bastante barato para dónde se encontraba, así que sí, era una maravilla.

—¿No has buscado inquilinos?

—Pregunté en el conservatorio y en el trabajo y adivina qué, a nadie le interesa.

—¿Y anuncios en las redes? Eso también es una gran salida.

La miré horrorizada.

—No voy a meter un desconocido aquí, olvídate de eso.

—Vale, vale, quisquillosa, déjame pensarMe suena que alguien del instituto estaba buscando piso—tomó su móvil y empezó a teclear la pantalla.

Natalia era profesora de Valores Éticos en un instituto no muy lejos de dónde vivíamos, creo que jamás he visto a alguien amar tanto a lo que se dedica.

—Vicky, ¿acabas de doblar toda la ropa de la caja?—me sacó de mis pensamientos hablando.

—Sí, la he ordenado por prendas y luego por colores—expliqué, me solía pasar mucho, cuando me estresaba limpiaba u organizaba así que era casi de manera inconsciente.

—No tienes cura, de verdad—negó con la cabeza mientras seguía tecleando.

—Vale, sí, hay un par, creo. Ana, da refuerzo de matemáticas es maja y me parece que buscaba piso hace un mes o así y Amaia a ella la conozco más, es la que mejor me cae, aunque no recuerdo bien si buscaba piso o qué, pero le preguntaré mañana mismo.

—¿Son cincuentonas?

Me gané una risotada en toda mi cara.

—Serás idiota, tienen nuestra edad, Ana un par de años más quizás.

—Si son profesoras de Bachillerato dudo que tengan 25 años, Natalia.

—Bueno, Amaia tiene 26 o 27, no lo recuerdo y Ana 33, pesada.

60 Noches en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora