4

8 1 10
                                    

VICTORIA

El sonido del telefonillo me sobresaltó, no solía hacerlo realmente pero al estar casi dormida y sola en el piso si que lo hizo. Natalia se había mudado la mañana anterior y ya parecía que hubiera sido hace una eternidad.
La verdad me aburría bastante estando sola sin nadie con quién hablar, pero lo bueno era que justo hoy venía Lucas, esperaba que al menos fuese agradable y diera un poco de charla.

Me levanté rápido para contestar y me sorprendí al oír la voz de Lucas al otro lado.

—Espera. Ya bajo.

Colgué rápido a la vez que buscaba unas zapatillas y me las calzaba. Mis pintas no eran las mejores, prácticamente iba en chándal, pero daba igual, si total iba a vivir conmigo le iba a ser muy común verme así la mayoría de días después de entrenar.

Bajé los cinco pisos hasta la calle para encontrarme cara a cara con Lucas.
Estaba mucho más guapo que yo, y se le notaba.
Al parecer me quedé embobada, porque habló divertido.

—Hola a ti también.

Me salió una sonrisa. Muy pequeña, pero lo hizo y realmente no entendí porque.

—Vaya, si que llevas cosas—señalé con la cabeza las tres maletas y dos cajas que había.

—Aunque no te lo creas llevo solo lo justo y necesario.

—Ahora te parece divertido pero al ver el tramo de cinco pisos que tienes hasta arriba no te vas a reír tanto—lo piqué.

Se rio y yo seguí hablando.
Tenía una sonrisa bonita. Se notaba que era buen tío, porque aunque apenas le conociera me transmitía confianza y eso era muy raro en mí. Pero no me asusté.

—Trae, te ayudo—cogí una de las maletas con seguridad para empezar a subir las escaleras pero mi intención falló en el momento que tropecé con un escalón al girarme y la maleta se cayó de mis manos, se abrió y cayó escaleras abajo hasta los trasteros.
Si había alguna forma de empezar peor no la conocía. Me dio tanta vergüenza que ni siquiera le miré a los ojos cuando me empecé a disculpar como una loca. Pero levanté la vista al oír como se empezaba a reír, de una manera que parecía estar ahogándose, es más, no parecía estar molesto.

—De verdad que lo siento muchísimo. Ahora te lo recojo todo—solté rápidamente humillada, pero él solo respondió aun riéndose.

—No te preocupes, de verdad, me pasó lo mismo cuando fui a Lisboa en verano. Es una maleta de mierda que compré por diez euros, debería tirarla—añadió aquello último mientras terminaba de reírse y se agachaba a mi lado para recoger el resto de sus cosas.
—Igualmente, podría haber tenido un poco más de cuidado. Si quieres puedo lavarte la que se te haya llenado demasiado de mierda.

Se volvió a reír.

—Pero chica, ¿tú estás loca? No pasa nada. Si tuviera que hacer limpiar la ropa a la gente que me ha tirado esta maleta sin querer mis hermanos me deberían unas veinte coladas cada uno. No te hagas problema. En serio—aquello último lo dijo en un tono tan tranquilo, sereno y sincero que la vergüenza que llevaba encima se fue enseguida.

—Está bien. Pero yo no vuelvo a llevar esa maleta ehh—me levanté de las escaleras y subí hasta el rellano donde estaban las otras dos maletas junto a las dos cajas. Cogí otra maleta que rezaba porque no estuviera rota—Si la cojo, ¿también se va a romper y va volver a caerse todo? —solté divertida.

Me miró con gracia y rodó los ojos—No, tranquila que esa no se rompe.
Apañándonos como pudimos entre los dos conseguimos subir hasta el piso todo el equipaje de Lucas, he de decir que fue algo complicado entre la maleta rota y sus tres cajas se nos complicó un poco, pero entre los dos todo llegó sin ninguna rotura más.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 08, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

60 Noches en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora