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ɪɴᴅɪғᴇʀᴇɴᴄɪᴀ
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La oficina de mi abuelo no quedaba tan lejos de dónde yo me encontraba, así que podía ir tranquilamente caminando sin estrés alguno de por medio. Aunque era algo obvio para mi que aunque llegara corriendo, él no iba a estar conforme conmigo.
En realidad, nunca lo estaba.
Por ello hace mucho tomé la decisión de retirarme del mundo del conflicto y la pelea ninja. No era algo que me disgustara, en realidad gracias a mis padres fui capáz de tomarle cierto cariño a ese entorno que me rodeó desde pequeña, pero si aquello hacía que mi abuelo se sintiera "feliz" conmigo entonces más razón tenía para dejarlo. No me gustaba complacer sus deseos egoístas. Deseos que solamente eran para su propio beneficio.
Mientras caminaba, algunas palabras lograron llegar a mis oídos. Eran palabras que tenían la intención de herirme, de hacerme sentir mal tal y como hacían las de mi abuelo, pero yo a esas ya no les daba importancia. Eran personas desconocidas que francamente me importaban un cómino, y algo que mi madre me dejó muy en claro antes de irse fue que las palabras de ese tipo de personas no eran dignas de mi atención.
——Escuché que dejó de ser ninja por cobarde.
——Yo escuché que usa la imagen del Hokage para lucrar sus más oscuros deseos...
——Señorita Sango, señorita Kin ——he hablado en voz alta, deteniendo la velocidad de mi caminar y girando mi cabeza hacía las dueñas del local de té, mostrando siempre una gran sonrisa——. Me alegra verles, ¿necesitan que las ayude de nuevo con la promoción del local? Con eso de que han perdido muchos clientes... no me gustaría que se vieran afectadas económicamente.
Al decir eso, una pequeña sonrisa se hizo presenta en mi rostro. Ambas parecían querer lanzarse a golpearme, pero justamente mi posición como nieta del líder de la aldea les obligaba a detener su impulso. He agitado mi mano como señal de despedida sin dejar de reír y he seguido con mi camino hacía la oficina de mi abuelo.
Cuando he llegado, no tardaron en darme paso hacía su oficina. Como siempre, el olor a humo inundó mis fosas nasales al poner el primer pie dentro, y aquella horrible esencia se mezcló con la de su colonia que solamente me hacía querer vomitar.
——¿Me mandó a buscar, señor?
Las palabras salieron disparadas de mi boca como si se tratara de veneno. Era mi manera de comunicarme con él después de haberme hecho mudar a su lado, nunca dejaba que aquel tono sarcástico dejara mis palabras al dirigirme a él, y tal parecía que le seguía molestando como el primer día.
