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Amaba el sonido de las teclas al ser presionadas con rapidez por mis dedos cuándo escribía en mi laptop, era muy hábil a la hora de escribir.

Más de una vez había ganado en pequeños concursos de mecanografía entre mis compañeros y me había ganado un par de centavos además, mi extraña habilidad resultaba muy útil y no solo para impresionar.

También ya era costumbre para mí que mi amiga me pidiera que dejara de escribir, escucharme siempre le ponía los pelos de punta.

—Lo siento, quiero terminar esto para tener mi tarde libre, saldré con Adrián.

—Pensé que teníamos clases más tarde.

—Sí, simplemente no iré. Quiero estar con él.

Ailyn soltó un escandaloso suspiro mientras se acostaba en la mesa en una posición de derrota. Había sido la primera chica que había conocido al llegar al campus, desde entonces tratábamos de llevar las mismas clases para estar juntas, a pesar que su personalidad dramática a veces era mucho para mí.

—¿Y ahora qué tienes?

—Yo también quiero un novio bonito para fugarme de clases y dejar a mi amiga tomando apuntes por mí.

—Ya te llegará.

—Ajá, sí, dejé de pensar así hace mucho, mi pobre corazón ya me dió un ultimátum: un pendejo más y dejaré de funcionar.

—Vamos, anímate, hay muchos peces en el mar.

—Mira quién lo dice, señorita "Me casaré con mi primer y único novio".

—¿Qué te digo? En definitiva atrapé a un buen pez.

—Sí... ¿Acaso no me compartes?

En ese momento mi teléfono empezó a sonar, así que ni siquiera me digné a decirle algo y contesté la videollamada.

—Hola, amor.

—Hola, cariño —dijo Adrián y pude sentir el mentón de Ailyn en mi hombro—, ah, hola también, Ailyn.

—Holis.

Por sus movimientos parecía que estaba caminando, pero la cámara estaba demasiado cerca de él y no pude ver el entorno. 

—¿Ya estás llegando por mí?

—Lo siento, tengo que ir a la casa de unos compañeros, mis notas finales peligran —él rascó un poco su mejilla con su dedo índice, viéndome preocupado—. Será para la próxima, ¿Sí?

—Sí, amor, no te preocupes, entonces iré con Ailyn a almorzar.

—Sí, tú no te preocupes, yo cuidaré a Jess por tí. 

—Muchas gracias, te veo mañana, te amo.

—También te amo.

Colgó la llamada y Ailyn ya me estaba negando con la cabeza.

—Se rascó el rostro —siguió moviendo su cabeza antes de sentenciar lo que ya sabía—. Te mintió y lo sabes.

Éramos amigas desde hace unos meses, pero era de las pocas amigas que tenía, así que solo podía hablar sobre mi relación con ella y le había contado algunas cosas, entre ellas que cada que Adrián mentía se rascaba el rostro, a veces le picaba la nariz, la frente o sus mejillas, sin importar qué, sí él mentía se rascaba el rostro. Era un tic que ni él se ha dado cuenta que tiene, pero tantos años a su lado me hicieron notarlo.

—Me está haciendo un regalo.

—O está saliendo con otra chica.

—Ay, por Dios, él solo tiene ojos para mí —dije mientras guardaba el archivo que había escrito—. Mañana es mi cumpleaños y me está haciendo algo.

YesterdayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora