NO es Kaeya x Diluc.
La noche era oscura y amenazaba con llover dentro de poco, la taberna estaba a punto de cerrar y sólo quedaba un cliente dentro. Kaeya.
Diluc subió las escaleras molesto y maldiciéndolo en voz baja, seguramente se había quedado dormido de tanto alcohol. Ni en noches así, personas como Rosaria lo acompañaban ya que se volvía insoportable, aunque siempre lo era.
Buscó con la mirada en el segundo piso hasta que vio a su hermano tirado en el suelo y rodó los ojos. Pero, mientras más se acercaba peor era la escena.
Había una cuchilla algo grande cerca de Kaeya y sangre a su alrededor. Diluc se alarmó inmediatamente así que intentó despertar al de ojos casi azules.
—Kaeya... Kaeya, despierta. ¿Qué ha pasado?— Decía el pelirrojo cada vez más preocupado. Decidió mover el cuerpo y ponerlo boca arriba, así dejando ver cicatrices de autolesiones recientes. —Idiota...— Murmuró el mayor con lágrimas en los ojos.
Comprobó la respiración del menor y por suerte este seguía vivo, pero tenía que darse mucha prisa. Bajó corriendo a buscar unas vendas de primeros auxilios y vendó los brazos del herido para poder cargarlo hasta la catedral.
Cerró la taberna y se dirigió hasta el lugar, pero todo iba peor de lo que Diluc esperaba y ahora tenía un Kaeya despertándose y lluvia encima de ellos.
—Diluc...— Balbuceó el moreno con un tono de voz que le hizo tener un escalofrío. Podía notar que estaba avergonzado pero al mismo tiempo escuchó una voz suicida, una voz que nunca había escuchado antes en su viejo amigo. —Podrías haberme dejado... ahí...
—Deja de decir tonterías.— El pelirrojo sintió a su hermano llorar en su hombro derecho y este no pudo evitar hacerlo. Tenía un nudo en el estómago y estaba horrorizado, sin duda, aquella escena no se le iría de la cabeza en mucho tiempo.
A Diluc se le complicó la subida ya que eran demasiadas escaleras y el frío los estaba matando.
—Hace... demasiado frío...— Suspiró Kaeya, al parecer quería mantener algún tipo de conversación que Diluc no entendía, pero se aprovecharía de eso para mantenerlo consciente.
—No te preocupes. Ya estamos a punto de llegar.
Diluc cruzó la plaza y abrió las puertas del lugar, Jean y Lisa charlaban en una esquina de la habitación hasta que los hermanos captaron su atención.
Ambas notaron que Kaeya estaba sangrando, además de que era bastante obvio que ambos estaban llorando. Las dos mujeres se acercaron rápidamente y con ayuda de ambas ayudaron al chico que acababa de intentar quitarse la vida.
Lo acostaron en la habitación de urgencias y le desinfectaron las heridas. Le pusieron un suero y un paño caliente en la frente. Lisa decidió quedarse con él para ver si decía algo pero por el momento sólo quería quedarse callado. Lloraba de vez en cuando y Diluc sabía perfectamente por qué.
—Diluc, ¿podríamos hablar en mi oficina? Es sobre... Kaeya.— Diluc asintió sin pensárselo dos veces y acompañó a Jean a la habitación. Cerraron la puerta y Jean se sentó. —Creo que entiendes la situación.
—Soy consciente de por qué ha hecho eso, p-pero es que Jean...— Se mantuvo en silencio para no romper en llanto. —En el fondo... sigue siendo mi hermano pero lo que me hizo fue imperdonable, mató a nuestro padre.
—Verás, aquel día, él vino llorando y diciendo que iba a...— Tosió para evitar la siguiente palabra. —Me explicó en privado lo que había sucedido y sí, lo que hizo estuvo terriblemente mal pero ambos os seguís queriendo. Se notan las miradas cómplices que os dais de vez en cuando, se nota que siempre habéis sido buenos amigos. Si no te importara, no estarías llorando por él ahora mismo.— Habló la Maestra Jean. Diluc se llevó una mano a la frente y suspiro de nuevo, intentando calmarse y aparentar ser un hombre fuerte.
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Perdón - Diluc y Kaeya.
Fiksi PenggemarTras un intento de suicidio fallido, Diluc y Kaeya intentan charlar sobre la situación. Capítulo único.