CAPITULO III/Sueños/Hugo Arbues

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En cuanto acabe de ducharme cogí la toalla y empecé a secarme, primero el pelo que sacudí con fuerza luego seque mis pies, una vez estuve seco envolví la toalla alrededor de mi cintura, tapando mi cuerpo desnudo, luego me dirigí hacia la puerta, en ese momento me di cuenta de que la puerta estaba entreabierta, acabe de abrirla, en cuanto salí me encontré con Èrica que cargaba con pesados edredones

- No sabía si ibas a utilizar-los -Me dijo un poco confusa

- Si, yo por la noche paso mucho frio, ¿Necesitas ayuda con eso? -Le pregunte, porque es que estaba encorvada hacia atrás.

- Si por favor -Entonces le cogí los edredones

- Ahora me lo pongo, no hace falta que me ayudes, gracias -Entonces me dirigí por el pasillo hasta la puerta de mi habitación, entre, y esta vez me asegure de cerrar la puerta, deje el edredón encima del colchón, y me puse el pijama que me había dado el amigo de Èrica, un pijama muy bonito que ya no le venía y quería tirar, de sopetón ella golpeo la puerta con suavidad, a la otra lada de esta sonó su voz dulce y cariñosa

- ¿Puedes abrir? – Me dirigí hasta la solo con el pantalón largo y mis pies descalzos, mis abdominales, poco definidas, estaban al descubierto y cuando abrí me golpeó una oleada de frio que me puso la piel de gallina durante unos segundos, cuando acabé de abrir me encontré con ella con el pelo liso recién secado, llevaba un pijama de flores i tirantes, cuando me vio se le escapo una sonrisa tímida y dirigió la mirada a otro lado, cuando se recuperó del "susto" me volvió a dirigir la mirada. - ¿Te apetece café?, el que he hecho y no me lo voy a acabar yo todo. -No sabía, la verdad no era propio de mi tomar café antes de acostarme, pero por una vez no estaba mal

- Vale, pero una taza pequeña que luego ninguno duerme. -Después se dirigió a la cocina y yo pude ponerme la camiseta, cuando salí ella estaba en el sofá

- Ben -Me dijo, parecía que había perdido la timidez, removía con una cucharilla el café. -No sabía cuánto azúcar ponerte y te he puesto tres cucharaditas. -Me dijo extendiéndome una taza blanca con un líquido marrón en su interior

- ¿Tres? -Ella izo que si con la cabeza. -Perfecto es la cantidad que suelo ponerme. -Y mes senté junta a ella en el sofá, que a pesar de las apariencias era cómodo, cuando estuve junto a ella le deposita un beso en la frente, al hacerlo me miro con ojos cariñosos y, sin yo darme cuenta, se apoyó en mis hombros los dos compartíamos en ese momento uno de los grandes momentos en los que se forja una amistad.

- Solo amigos... -Me dijo en un hilo de voz

- Solo amigos. -Le confirme con todo mi corazón en esas palabras

Después de acabarnos el café nos fuimos a dormir, en cuanto me acurruque en la cama note como la comodidad del colchón me invitaba a dormir profundamente, juraría que fue al instante, que me desperté en una toalla de playa junto a mi Èrica, se le notaba como un bulto en el estómago, al instante me levanto de la toalla y me dirigió hasta un mar en paz, tan cristalino y transparente que juraría que era el paraíso, cuando pude abrazarla supe que estaba... bueno... pues... estaba embarazada, la abrace con más felicidad

- ¿Qué te pasa? -Me pregunto con felicidad

- Que soy feliz contigo. -Las palabras me salían solas, sin pensarlas, las olas chocaban con nuestros cuerpos, el atardecer se prolongaba largamente y en un instante volvía a estar en la toalla extendida en la arena, fue parpadear, y cuando abrí de nuevo los ojos estaba en un piso tenia al lado a mi amor que sujetaba a un pequeño bebe, lo sostenía con cuidado

- Es nuestro -Me dijo en susurros al lado de la oreja, de nuevo me abrazo, y los dos sostuvimos al bebe

Podía notar como todo el amor de una familia se arremolinaba en mi pecho y me cristalizaba los ojos en lagrimas claras como el agua, habría dicho que todo aquello era real si no me hubiera despertado con los primeros rayos de sol, tímidos como mi bombón, escuche jaleo al otro lado de la puerta, me levanté aun adormilado, me frote un ojo y luego el otro, cuando alcance a abrir la puerta la vi, vi a mi preciado diamante reluciente a causa de los rayos de sol

Dilema de amores- El dilema de ÈricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora