CAPITULO VI/Ruptura y Enlace/Èrica Hernández

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Acababa de montar una escena justo delante de una cafetería, pero por una tontería, ¿No?, el estúpido de Axel me había engañado y yo no iba a esperar a que el "Karma" actuara, si yo quería que se le castigara el castigo lo tenia que poner yo, el caso es que salí corriendo de aquel lugar y comencé a correr con lágrimas en las mejillas, en ese momento no sabia a donde ir, si a mi casa, a casa de mis padres, a ver a mis amigos para que me consolaran o simplemente correr desesperada, llorando. El caso es que en un par de ocasiones casi choco o con una farola o una persona a causa de las lagrimas que no dejaban de brotar de mis ojos nublados, corrí y corrí, asta que llegue a un pacifico parque en el que reinaba la paz y tan solo lo frecuentaban un par de ancianitas que se abrigaban con unos abrigos de pelo y compartían miradas y risas, en aquel momento fue cuando me vibro el teléfono, en mi bolsillo, un nuevo mensaje había llegado, introduje la mano temblorosa en el bolsillo de mis tejanos, y poco a poco extraje el teléfono y ya en mi mano se ilumino y me mostro una nueva notificación, en ella mostraba un numero que no tenia en mis contactos y un mensaje el cual decía "¿Estas libre?, es que me aburro y no se con quién hablar.", en aquel momento las lagrimas cesaron y me concentre en el mensaje recientemente legado, entre a WhatsApp y entre en la conversación del nuevo número, entonces pude ver todos los mensajes

- Hola, soy Hugo Arbues, por fin he decidido utilizar el número que me diste.

- ¿Estas libre?, es que me aburro y no se con quien hablar.

Hola, Hugo. –

Por supuesto estoy libre. –

¿Qué necesitas? –

Casi al instante recibí la contestación

- Me aburro

¿Qué quieres que haga? –

Por cierto, ¿me puedes dar tu dirección? –

- ¿Mi dirección?

- ¿Para qué?

Nada tu dámela, además tú te sabes mi dirección y yo la tuya no. –

- Está bien

- Yo vivo en la calle de Juan Ramon III, nº34.

- ¿Ahora puedo saber para que la necesitas?

Nos vemos en un rato. –

Ese fue el último mensaje que deje, apague el móvil recordando la calle que Hugo me había confiado, busque con la mirada un taxi que no estuviera ocupado, cuando lo encontré me levante del banco solitario y me dirigí, cruzando la pequeña plaza con escasos arboles alrededor, hasta el taxi.

En su interior un buen hombre bueno y amable, me recibió y me pregunto por el destino inmediatamente yo le conteste, después arranco el coche y cogió la carretera, para mí que fueron unos instantes, pues en el marcador del taxia había marcados 2' 30'' y el precio 10 € que perfectamente pude pagar, después me despedí de aquel simpático caballero y lo deje tras de mi mientras yo me acercaba a una puerta de acero negro con púas en lo alto, la puerta formaba un perfecto arco, detrás de aquellas puertas estaba Hugo Arbues. Al fin decidí picar en el pequeño timbre, al instante la voz de Hugo me saludo

- Hola, adelante. – E instantáneamente después las puertas de acero se abrieron.

No se bien porque, pero de repente brotaron de nuevo las lagrimas al verle a él salir a recibirme, yo corrí el pequeño tramo entre la puerta de acero y la de roble, Hugo bajo dos pequeños peldaños del recibidor, con cara de sorpresa al verme, él me abrió los bazos y al verlo yo corrí aún más rápido y cuando llegue a él, me cogió entre sus brazos y me escondí entre sus brazos musculados -lo suficiente- como si yo fuera uno conejito asustado que busca el refugio de su madriguera.

Él me dirigió al interior de "su" casa, no lo tenia claro si realmente era solo suya, me sentó en un gran sofá grisáceo, se acuclilló delante mió, me cogió por las rodillas me miro y me pregunto

- ¿Qué te a pasado? -Entonces yo no le respondí, me pasé la manga del jersey blanco por la cara para secarme las lagrimas y él me cogió la cara – Mírame, ¿Qué te pasa? -volvió a preguntar...

No le conteste, en su lugar lo mire con lagrimas en los ojos, los cerre y de repente lo bese, un beso corto, luego abrí los ojos y él volvió a besarme esta vez uno más largo. No me di cuenta asta entonces de que llevaba puesto un pijama de manga corta y pantalón largo, la camiseta era blanco con una caravana azul, muy bonita, y los pantalones a cuadros azules y blancos, cabe destacar que tenia el pelo mojado y que la camiseta se le ceñiá al pectoral remarcando los músculos poco trabajados, en ese momento un trueno nos sorprendió a los dos.

- ¿Café? -Me dijo mientras me extendía una taza de café, por el sabor diría que era un café Guatemala, seguro.

- ¿Por qué no? -Le conteste mientras le cogía la taza de la mano y él me ponía una manta por las piernas.

- ¿La quieres? ¿no? -Se le notaba tan mono al hablar

- Si, si la quiero. -Entonces acabo de ponerme la manta, luego él cogió otra y se la puso alrededor del cuello y cubriendo los brazos

No me creía lo que estaba pasando, era el sueño de mi adolescencia, y lo estaba cumpliendo, solo faltaba darle gracias al destino.

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Este capítulo se lo quiero de dedicar a EricaTH13 @Ericahermar

Dilema de amores- El dilema de ÈricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora