CAPITUO II/Distracciones/Èrica Hernández

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Recapacitemos, que estaba haciendo, se supone que ya no me gustaba, pero algo en mi me motivaba a ayudarlo, tenía esa necesidad. La Berta se metió en la cafetería con él y se hicieron una foto, lo reconozco un pelín de envidia me daba, pero todo sea por que él este salvo, el problema era que no sabía dónde llevarlo, ya se me ocurriría algún sitio, en cuanto salió Berta con él lo cogí de la mano y busque con la vista a mi buen amigo Sergio mis ojos chocaron con él que agitaba la mano enérgicamente, ¿Cómo no podía verlo con metro 80 de altura?, la verdad es que en ese momento los nervios me tenían cogida de pies y manos no sabía a ciencia cierta qué era lo que estaba haciendo, Hugo es en todo su ser una total distracción para mí, mi concentración es pésima cuando lo tengo al lado, y lo descubrí cuando supe que lo tenía al lado y había mantenido una conversación con él así como así, en ese momento no se cómo no perdí los nervios, supongo que al verle en los ojos asustados un refugio en mí, me auto prometí no perder los nervios. Una vez localizado a mi amigo me dirigí hacia él cogiendo fuertemente l mano de Hugo para no perderlo.

- Ya tenemos transporte, ¿Adónde vamos Èrica? -Me pregunto, yo todavía no sabía dónde ir, de repente me vino una dirección a la mente

- No o se. -mentí

Una vez dentro el conductor se giró y nos preguntó lo que sería la pregunta estrella del día

- ¿A dónde os llevo? -El conductor era un hombre de aproximadamente 45 años que tenía una barba muy desaliñada

- Pues... -

- A la calle d'Iradier número 20, por favor. -No solo corte a mi amigo, si no que me gane una mirada de "¿Se puede saber que pretendes?", estaba llevando a mi actor favorito y fantasía amorosa de los 13 a mi "pequeño" piso en el que también vivían Berta y Sergio, y luego ¿Qué iba a hacer? Darle de cenar y dejarle dormir en el cuarto de invitados, aunque no era mal plan no me convencía del todo, porque a lo mejor él no quería quedarse, pero de todas formas podía proponérselo a ver qué pasaba, pero no se lo pregunte hasta que nos bajamos del taxi y abrí la puerta de cristal que daba paso a un amplio rellano, un rellano de paredes blancas y suelo de parque color oscuro, al fondo un ascensor quedaba iluminado por la suabe luz del techo, las puertas del ascensor eran grises oscuro que resaltaban a la vista

- Bienvenido -Le dije señalando todo el rellano

- Gracias -Respondió, fijándose en cada detalle del rellano

- Podríamos ir subiendo -Dijo Sergio, interrumpiendo una pequeña concesión

- ¿Tanta prisa tienes? -Le pregunte

- Pues, sí, porque si no teas dado cuenta tenemos a un famoso en nuestro piso y estamos aquí en el rellano buscando gusarapos, además seguro que tiene que irse a su casa. -Como podía

- La verdad es que si no estorbo me gustaría pasar la noche de un viernes aquí, si no es un estorbo he. –

- No, puedes quedarte, podrías dormir en mi piso en la habitación de invitados, si te parece. -Luego le dirigí una mirada satisfactoria a mi amigo, después pique al botón de ascensor y este abrió sus puertas dándonos paso a su interior, luego pique en el 2 y se cerraron las puertas, en un pequeño panel del ascensor nos indicaba los números de cada planta hasta llegar al dos, la verdad es que subimos muy rápido.

Una vez arriba yo me dirigí hacia la puerta número 1 y mi amigo a la 2

- Èrica será mejor que él venga conmigo, así le doy algún pijama que ya no me sirva. –

- Vale, pero acuérdate de que hoy cenamos en casa de la Berta. –

- Si, si, si ya me acuerdo he hecho croquetas de pollo y jamón. -Bien croquetas me encantan. - ¿A ti te gustan? -Le pregunto a Hugo así sin preocupación

Dilema de amores- El dilema de ÈricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora