Capítulo II: El plan

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 Me despierto tarde debido al cansancio, además, para mejorar la búsqueda han cancelado todas las tareas y trabajos, estamos obligados a permanecer en casa, es la primera vez que vivo esta experiencia. Me visto rápido y bajo las escaleras para comprobar la situación de mi padre, ya se encuentra mejor, está tumbado en el sofá leyendo un libro sobre tipos de venenos mientras mi madre le sirve té.

- ¿Quieres algo más? - mi madre parece nerviosa, girando continuamente la cabeza para comprobar que mi padre esté bien.

-No gracias, con el té voy bien.

Da un sorbo a la pequeña tacita y la apoya encima de la mesa de cristal para posteriormente pasar de página mientras mi madre y Ámbar fingen no vigilarlo de una manera poco disimulada. Mi padre suelta un sonoro suspiro y cierra el libro de golpe provocando que mi madre y mi hermana lo miren nuevamente.

-Chicas, ya os he dicho que estoy bien, Ámbar sigue tejiendo, Ágata, tranquilízate por favor, estoy bien.

-Lo sé, es solo que...no puedo evitar mirarte, pensaba que ibas a morir.

Comienza a llorar apoyada en la barra de la cocina y,mi padre se levanta y se dirige a la cocina para abrazarla, me acerco a mi hermana y me siento en un sillón a su lado mientras ambas disfrutamos del calor de la chimenea, me sonríe y acto seguido pasa las agujas sobre la lana amarilla.

- ¿Qué estás haciendo?

-Estoy tejiéndole un jersey a Lorreaine, para agradecerle lo de ayer, ¿crees que le gustará?

Ámbar me observa ilusionada, de hecho, sus mejillas están coloradas, siempre ha sido muy detallista con la gente, ofreciéndose a darle clases a los más pequeños de nuestro barrio y ayudando a la madre de Luka en su trabajo. A veces me gustaría ser como ella y no meterme en tantos problemas, a veces me gustaría dejar de actuar sin pensar.

-Le encantará.

Me devuelve una cálida sonrisa y sigue tejiendo, al ritmo de una canción que está tarareando que nos enseñaron en el colegio. Mamá se acerca y nos da un beso en la frente a ambas para posteriormente cepillarme el pelo, papá ha vuelto a retomar su libro y lee mientras frunce el ceño concentrado en el libro de vez en cuando.

-Papá, ¿qué pasó ayer?-pregunta Ámbar de repente sorprendiéndonos a los demás.

Mi padre deja el libro en la mesa y se quita las gafas de lectura, coge una silla y se sienta junto a nosotras, disfrutando del olor de la leña quemada.

-La verdad es que no lo sé, estaba emparejando los ingredientes, me hice un té y cuando bebí de la taza me caí al suelo, estaba de espaldas a la puerta, supongo que alguien entraría y le echaría algo, es lo único que se me ocurre-dice atizando el fuego.

Traquean a la puerta rompiendo el clima cálido familiar, mi padre se levanta y se dirige hacia la puerta, haciendo sonar las viejas tablas de madera del suelo a su paso.

- ¿Quién será? Se supone que hoy no podemos salir- murmura Ámbar que ha dejado de tejer, yo me encojo de hombros y me sirvo una taza de té, el sabor de los frutos rojos me recorre la garganta, se siente agradable.

Finalmente abre la puerta y ninguna de las tres podemos evitar asomarnos, dos guardias están plantados en la puerta, tienen un sobre en la mano que le entregan sin mediar palabra, mi padre lo coge sorprendido y lo abre.

-Señor Vimaeris, debe acompañarnos al consejo, los sabios quieren saber todo lo que ocurrió ayer ahora que se encuentra bien.

-Ya han venido esta mañana Gilbert y Arsenio y se lo he contado todo, estaba ordenando mis ingredientes y bebí un sorbo del té de verde que yo mismo me había preparado, instantáneamente caí al suelo y lo siguiente que recuerdo es ver a Ruby despertándome.

La poción de la resurrecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora