Capítulo I: El consejo de sabios

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Es una mala idea, yo lo sé y Luka lo sabe, noto como me mira de reojo mientras nos dirigimos al consejo de sabios por las antiguas calles del Reino. Decenas de tiendas se encuentran a los extremos de las calles; mujeres vendiendo ingredientes para las pociones, asegurando ser los mejores, ancianas echando las cartas del tarot a jóvenes enamoradas bajo una pérgola lila con un cartel que pone "Hera" en letras doradas.

La anciana sonríe hacia la joven, gira su cabeza hacia mi dirección y en ese momento su rostro se transforma cambiando a un semblante serio y temeroso, me giro asustada pensando en si habría algo detrás de mí, pero únicamente se encontraba Luka mirando el escaparate de una pastelería. Ésta finalmente retoma la mirada a la joven que le suplica que le diga quién es su amor verdadero, no puedo evitar que se me ponga la piel de gallina, aunque según mamá no son brujas de verdad, no son como nosotras, sino hechiceras que mediante trucos y artimañas engañan a aquellas personas más débiles.

La calle huele a manzanas asadas y a canela, aspiro el cálido olor tan típico de estas fechas en el Reino, muevo la cabeza buscando su proveniencia, se trata de un pequeño puesto llevado por un anciano de cabello gris que lleva las gafas empañadas del vapor de la fruta.

Las pequeñas casas familiares amarillentas con pequeñas ventanas típicas de las afueras se convierten en inmensas viviendas de paredes grises y azuladas con grandes ventanales conforme nos aproximamos al consejo. Las calles llenas de brujos apenas dejan visualizar las tiendas de varitas y escobas, el ruido de los zapatos y el murmullo de la gente cubre la vociferación de los mercaderes, quienes, enfadados suben el volumen de su voz para atraer a los clientes.

Camino con firmeza y la cabeza alta a pesar de mis nervios, a diferencia de Luka, quien se encuentra con la cabeza baja, con su cabello largo color azabache cubriendo sus ojos, debe estar muy nervioso. Le da una patada a una piedra que se encuentra en las anchas calles y acto seguido se tropieza con ella, corriendo, agarro de su camisa blanca evitando que así caiga al suelo.

Suspira audiblemente y agacha la cabeza, al igual que sus hombros, le aparto el pelo de la cara, observando por primera vez en toda la tarde sus rasgados ojos verdes que se encuentran vidriosos evitando mi mirada. Me acerco a mi viejo amigo y lo abrazo mientras él se desahoga llorando en mi hombro, algunas personas de las calles murmuran, otras simplemente no deciden disimular.

-...es el chico de la maldición-dice una anciana con el cabello gris observando la escena y negando con la cabeza.

-Pobre niño, espero que le vaya mejor que a aquel hombre que murió por la misma maldición, sería una verdadera desgracia siendo tan joven, que lástima que le pase lo mis...-responde otra anciana muy delgada y pelirroja.

- ¿No tiene nada mejor que hacer? como echar las cartas u ordenar sus ingredientes-le interrumpo enfadada.

La señora del cabello gris pone cara de espanto y tranquiliza a su amiga mientras ambas prosiguen su camino hacia el exterior de la ciudad, puedo escuchar un "estos jóvenes de hoy en día, no tratan con el respeto que se merecen a sus ancestros, que falta de educación, a buenas horas iba yo..."

Luka se aparta de mis brazos y se sienta en un banco de piedra gris en el lateral de la calle, junto a una panadería de la que emana un olor tan bueno que consigue avivar mi estómago.

-No lo vamos a conseguir-dice mientras pone las manos en sus mejillas y apoya los codos en sus rodillas.

-Tenemos que intentarlo, llevas nueve meses así, y todo por culpa de la estúpida de Lara, si hubiera estado allí cuando pasó todo eso, la hubiera estrangulado con mis propias manos.

La poción de la resurrecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora