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CAPÍTULO SIETE


Calle observó las imágenes que se presentaban ante ella. El edificio Garzón invadía la enorme pantalla de la Sala de juntas como una de las empresas que estaban al borde de la quiebra.

— ¿Cuáles son las condiciones para el edificio Garzón?

— El señor Garzón ofrece el setenta por ciento de las acciones a la persona que trate de adquirirlo — dijo el hombre parado frente a todos los ejecutivos.

— Es un buen trato — dijo alquien más entre los participantes.

Calle miró aquel edificio a través de la pantalla por aproximadamente un minuto antes de tomar una decisión.

— Hazle una propuesta que no pueda rechazar  a cambio del noventa por ciento de las acciones.

Empizaron una oleada de comentarios por lo bajo.

— Pero, el edificio Garzón no parece llevar el tipo de negocio que habitualmente usted realiza.

— ¿A caso está cuestionando mis acciones?

El hombre tragó saliva con fuerzas mientras su cuerpo se ponía rígido automáticamente.

— Claro que no, señora Calle.

Calle se puso en pie.

— Tienes veinticuatro horas para presentarme los resultados de su negociación. Y, con respecto a la reunión, se ha acabado.

Tan rápido como la mujer abandonó la habitación los comentarios volvieron hacerse presentes. Algunos cuestionaban el sentido de presentar una reunión cuando era la misma mujer quien la daba por terminada siquiera antes de iniciar. Otros se cuestionaban el interés de la castaña con respecto al edificio Garzón.

Calle entró en su oficina donde estaba un hombre sentado en una de las sillas de invitados junto a su escritorio.

— Tu llamada fue sorprendente — habló el hombre sin mostrar ningún tipo de agrado.

Calle caminó hasta su asiento para ocuparla y a continuación miró fijamente al hombre, como si lo estuviera analizando. En total silencio.

— ¿Por qué me llamaste? Tan rápido como tus padres murieron y tomaste las riendas del imperior Calle arruinaste a mi familia.

— Razón por la que sedujiste a Molly. Para dañarme.

El hombre sonrió. Podía recordar aquella vez que escuchó cómo casualmente Calle ensayaba la forma en la que iba a declararse a la mujer. Aunque se había convertido en una psicópata desquiciada, le alegró haber encontrado su debilidad.

— Fue un día bastante épico. Estoy seguro de que el destino estaba a mi favor — rió el hombre —. Pero bueno, eso no se compara a lo que nos hiciste.

— Tu padre era un maldito corrupto y traidor. Adquiría información para venderla a empresas enemigas...¿debería haberlo dejado pasar?

La expresión divertida del hombre automáticamente desapareció dejando paso a una expresión más que furiosa.

— ¿Qué demonios quieres? ¿Por qué me hiciste venir hasta aquí?

— Tu esposa está aquí. Y tiene un hijo tuyo. Creí que era el momento de que te hagas cargo de tus responsabilidades.

— ¿Molly...ha estado todo este tiempo contigo?

Calle dejó descansar la columna en el respaldo de la silla y sonrió levemente al notar la expresión preocupanye del hombre. Parecía estar preocupado o apunto de echarse a llorar. Por su actitud, Calle solo se dio cuenta de que Molly no era quien sufría en manos de aquél hombre sino él en sus manos, al estar completamente enamorado de ella.

EN TU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora