Ella.

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¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué ella no sale de mi cabeza? Ya terminamos.
¿Por qué aún sigue en mis pensamientos?

Tal vez sea ese arete que cualga de su oreja, morado, brillante. Ese hermosos arete que yo le regalé y que aún usa, si, tal vez sea eso.

O esa chamarra de mezclilla que le queda enorme, obviamente que le queda enorme, era mía después de todo.

¿O serán sus labios? Eso labios rosados que probablemente saben a cereza ¡Oh dios mío! Dime ¿Por que nunca pude probarlos? ¿Por que nunca tuve la dicha de poder besar sus bellos labios? Será, talvez por que ahora estaría aún más unido en la miseria, intentando buscar su sabor, su calor.

Será tal vez su sonrisa, esa que me regalaba cada mañana al despertar y que veía antes de dormir, esa sonrisa que hoy parece tan lejana, esa sonrisa que ya no es para mí, que ya no es por mi.

¿O sus cejas? Podrían ser sus cejas, esas que me demostraban cada uno de sus sentires y pesares, esas que se arugaban con una duda o que se alzaban ante la sorpresa, esas que me demostraban su felicidad.

Definitivamente es su rostro completo, tan perfecto e inigualable. No importa donde lo vea, en una foto, un un dibujo, a lo lejos, o sonriendo por otra persona siempre será hermoso.

Será, probablemente su cabello, corto y suave, tan suave como la seda, ese cabello que tantas veces acaricie que tantas veces deslumbró bajo la luz del sol, café y sedoso, café y corto, café y hermoso.

Sus brazo serán, sus cálidos brazos y sus inefables abrazos. Solo la luna y mi cama es testigo de cuanto los extraño, intentando buscar su calor en las almohadas, abrazándola tan fuerte como si de la nada se fueran a transformar en ella.

O simplemente tal vez es su simple presencia, que ahora ne hace falta, que ahora ya no está.

Es ella, no extraño una cosa, la extraño entera, con cada uno de sus defectos con cada una de sus virtudes la extraño a ella, a sus aretes, a sus collares, a sus anillos, a su ropa, a sus zapatos, a sus labios y sus sonrisas, a sus ojos, a sus cejas, a su cabello, a su cuello, a sus brazos, a su cuerpo. Extraño sus sentimientos, extraño sus lágrimas, extraño sus risas, extraños sus miedos.

Extraño cada cosa de ella.

Extraño ser yo quien le sacaba una sonrisa.

Extraño ser yo quien la hacia feliz.

Y me duele saber que alguien más está haciéndolo.

Querida mía, adorada mía.

¿Por qué acabamos así?
¿Por qué terminamos?
¿Por qué pasamos de ser amados a ser completos extraños?
¿Por qué?

Relatos De La Nada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora