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Abrí los ojos al sentir como me enterraban la punta de algo en mi costilla, lo primero que vi fue el frondoso verde de las hojas. El cielo azul, apuntando a que ya iba a anochecer en unas dos horas máximo, luego fue el cabello naranja de mi amigo y al último su sonrisa.

—Lo hicimos— tome su mano en apoyo para ponerme de pie.

—Oye, ¿Sabes lo que pasará con nosotros de este tiempo? O ¿Siquiera va ver otros como nosotros? Digo, retrocedimos en el tiempo, no regresamos en el tiempo, son dos cosas diferentes.

Se puso sus manos en su cintura y miró al pasto, ya sabía su respuesta con eso.

—No, la verdad es que no amigo, no sé nada.

Asentí, bueno ya tendríamos que hacer algo si nos encontramos con nosotros mismos. Aunque según por mis investigaciones no pueden ver dos de nosotros en el mismo tiempo, teníamos que deshacernos de nosotros mismo o algo.

—Veamos que día es hoy— dije corriendo a la tienda que estaba abierta cerca. La chica detrás del mostrador bajo su celular y sonrió.

—Buenas tardes, ¿Qué llevarán?

—Queriamos saber solo la hora y la fecha— conteste cortante.

—Claro...son seis veintitrés del jueves doce, año...— que nos mirara raro lo esperábamos. Quién no sabría en que año está— dos mil tres.

—Gracias— escuché a Newt agradecer. Estábamos en el mismo día y año, Newt no se había equivocado— ¿Ahora?

—Debemos ir a la catedral de San Pedro, ella llegara en cualquier momento— dije. Mis manos empezaron a sudar, la emoción de ver la carita de mi princesa otra vez.

—Bien— las calles fueron fácil de distinguir, nunca olvidaría dónde recibí a mi Cami.

México era hermoso, nunca llegue a imaginar que terminaría aquí luego de salir de casa e irme con un grupo de adolescentes. Todos cayendo en manos de Santos, donde conocí a Newt, mi primer amigo de confianza.

Quince minutos y llegamos, justo en el momento en que me ví caminando dónde habíamos acordado ella y yo de vernos quince minutos antes. Eso confirmaba mis preguntas de hace un rato.

—¿En serio ese eres tú?— preguntó desconcertado. También lo estaba, vestía ropa muy oscura en ese entonces, ya no lo había recordado. Pero lo que si no me había puesto en esta tarde era ese piercing— Wow, nunca espere verte con eso.

Le golpe el hombro corriendo dónde iba, mi única idea fue llevarlo detrás de un establecimiento tapando sus ojos, luchaba por quitarme de encima con la fuerza que tenía. No quería matarme a mí mismo, ¿Pero entonces que tenía que hacer?

—Si queremos estar en este tiempo debemos terminar con ellos— me iba a matar yo mismo. Eso era increíble. Cerré los ojos y en un solo movimento trone su cuello. Pero le hacía un favor a este yo, pronto hubiera sido diagnosticado por una enfermedad sin cura. Lo podía oler, éramos completamente diferentes, mismo rostro, pero diferentes personalidades y costumbres.

—Tú te encargaras del tuyo— le señale sacando la estaca de mi bolsillo tracero para enterrarlo en su corazón. Cómo era normal, empezó a hacerce ceniza por los pocos rayos de sol que aún se mostraban. El sol era algo como un mito, no era lo que deshacía los cuerpos de los vampiros, si no las estacas, él sol solo los guiaba a la paz.

—Claro.

Regresamos dónde antes y esperamos al rededor de dos minutos cuando escuché su pequeña voz.

—Stiles— mi sonrisa salió al ver a mi hija en brazos de su madre mirándome fijamente, con un sonajero en su mano— Lo lamento, pero no puedo hacerme cargo de ella, pronto partire a otra parte y ella no puede venir conmigo.

—Entiendo— murmuré queriendo tomarla ya en mis brazos, quería sentir su calor.

—En está mochila están todos sus papeles, seis pañales, su biberón, agua y su leche. Por favor cuidala Stiles, es una hermosa niña.

—Lo sé— asintió besando su frente. Tenía que preguntarlo, aunque ya supiera la respuesta— ¿Su nombre?

—Sé que no es de una madre decir esto, pero no le he dado uno. Pensé que si le daba uno no querría dejarla atrás, así que tú puedes hacer ese papeleo.

Por fin, por fin mi Camila paso a mis brazos. Sus ojos azules mirándome fijamente, detallandome y desapareciendo su curiosidad.

—La cuidare— prometí. Esta vez sin duda la protegería.

—Entonces me voy, adiós— se despidió dando la vuelta y subiendo a un taxi que esperaba por ella.

—Ahora debemos ir con ellos.

—No— negué. Ya sabía todo y no volvería a poner nuestras vidas en peligro— Cambiaremos está vida que tenemos aquí, a final de cuentas volvimos a nuestra misma edad y cuerpo de ese entonces.

—No entiendo, ¿Qué haremos entonces?

—Acabaremos con la plaga de esos chupa sangre, uno por uno. Evitaremos las muertes de todo el mundo— asegure.

—Seremos como unos Super héroes, nunca he sabido de uno que sea vampiro matando a su misma sangre. Pero bueno— se apuntó dispuesto a seguirme.

Lo primero que teníamos que hacer era buscar un pequeño lugar que pasará de la vista de ellos, no podían encontrarnos y menos ahora que tenía a Camila en mi vida de nuevo, le enseñaría todo, todo lo que debí enseñarle para que no pasará por eso.

Todo debía acabar antes de que pasaran siete años y tres meses con doce días. Un pequeño departamento en lo más bajo fue lo ideal, Newt se encargó de poner una cámara escondía fija al pasillo por si llegaba a pasar algo fuera.

Ella pareció tomar completa confianza enseguida al ser dejada en el suelo, tenía un año y tres semanas, se fue directo a su bolso.

—¿Qué es lo que buscas?— me puse en cuclillas y le mire con una media sonrisa.

—Pete— señaló sacudiendo el bolso— Pete...pete

Dios que había extrañado escucharla. Deslice el cierre y saque su chupete de Catarina. Sus ojos tomaron un destello y lo tomo llevándolo directo a su boca.

—Bien, ya tienes lo que querías. Ahora a dormir.

Me tomo con su mano y la guíe a nuestra habitación para acostarla y poner seguridad a sus lados, saque mi celular y puse su canción favorita All l want. Dejandolo cerca de ella deje un beso en su frente y sus ojos se fueron cerrando mientras apretaba la almohada en sus pequeñas manos.

Tenía que hacerlo, no podía volver a dejar todo para después. Era ahora o volvía a ver todos esos cuerpos con ella incluída.

—Esta todo listo Stiles— aviso desde la puerta— Estará segura mientras estamos fuera, te lo aseguro.

Mi confianza estaba en él y nunca me equivoqué en darle eso.

—Vamos— salí junto a él fuera del departamento.

Nuestro sentido del olfato nos ayudó a caminar libremente por las calles oscuras y mojadas, la leve lluvia desaparecía conforme pasaban los segundos. Ninguna presencia más que la de los gatos callejeros que deambulaban solos, sin miedo de algo. Santos una vez me dijo que los gatos eran como nosotros, eran felinos seguros y valientes, dispuestos a enfrentarse a cualquiera, a un perro más grande que su tamaño para proteger a sus crías y territorio. Newt me detuvo al escuchar un par de zapatos avanzar en la calle. Concentrándome fue que lo sentí, odiaba cuando llovía por esta misma razón, tenía que concentrarme lo suficiente para no dejar nada atrás. Con un leve movimiento de mano avanzamos hasta llegar a la esquina, dónde él estaba.

¿Stiles es un monstruo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora