1. Un libro+un charco= ¿amigos por siempre?

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Seis años...

Cuando eres niño en lo único que te preocupas es en ir correteando de un lado a otro, o bueno, eso es lo que hacen la mayoría de niños, molestarse, rascarse la nariz, jugar con pelotas, ensuciarse, en fin todo que implique gastar un montón de energía.

Pero aquel niño era diferente.

Estaba sentado en un lugar alejado de sus compañeros, Dios, no quería que el libro que le habían regalado terminará ensuciandose por alguno de sus tontos compañeros, los otros niños solían ser muy descuidados y no iba a permitir que su libro, un objeto tan valioso fuese destruido.

La historia que leía era una de una princesa que era rescatada de las garras de un malvado dragón, lo tenía fascinado y es que para él, transportarse en un mundo lleno de cosas mágicas era fascinante.

Le era preferible no mezclarse con sus compañeros y en su lugar ocupar su tiempo en literatura infantil.

Usualmente los otros niños lo casificaban como raro, solía ser excluido y era producto de burlas debido a que no solía hablar o cuando lo hacía balbuceaba palabras incoherentes. Esto en definitiva no le ayudaba en su comportamiento antisocial y solo provocó que desde muy pequeño desarrollara inseguridades y dificultades para hacer amigos.

Llevó uno de sus deditos a su boca, mojándolo solo un poco con su saliva para que le fuera más fácil despegar una página de su libro.

Se percató de que solo le faltaban unas pocas páginas para terminarlo, vaya, si que era rápido leyendo y eso que no hace mucho había aprendido a leer, le había costado, sobretodo porque le era difícil pronunciar ciertas palabras pero gracias a su esfuerzo y dedicación lo había conseguido y ahora no paraba de leer.

—El príncipe llegó hasta el castillo y se puso a escalar un muro para poder llegar a la princesa —leyó en voz alta—. Puff por qué no sólo utilizó una escalera y listo.

Estaba muy concentrado leyendo las letras, imaginando escenarios y disfrutando tanto de su lectura y cuando estaba a punto de pasar a la siguiente página donde el dragón y el príncipe se iban a enfrentar a una lucha, el libro fue arrebatado de sus manos.

Oh no, esos niños tontos vienen a molestarme, pensó.

Se levantó rápidamente de la banca donde se encontraba sentado y clavó sus ojitos azules en...

Oh, espera, no eran esos tontos niños, era una niña.

La conocía, iba con él desde el preescolar, siempre con sus coletas desiguales, una más alta que la otra; un suéter gris tejido que tenía un gorro con orejitas y que solía llevarlo casi siempre, ese olor a galletas que se desprendía por cada lugar al que iba y claro, esa manera tan peculiar de llamar la atención de cualquiera, y es que no había día en el que la niña no fuera reprendida por discutir con alguna compañera o compañero.

—Hola —saludo efusivamente la chiquilla que aún mantenía su libro entre sus manos—. El príncipe al rescate ¿eh? —leyó el título.

Él se dedicó a asentir con las mejillas sonrosadas, no le gustaba que le hablarán pues nunca sabía como contestar.

—Soy Alice —se presentó mostrando una sonrisa de oreja a oreja que dejaba ver los huecos en lo que debía haber dientes pero que se habían caído algunos días atrás—. Y tú, rubio, ¿cómo te llamas?

Quería decirle que Gael pero ninguna palabra salió de su boca.

Mejor me hubiera ido a leer al baño, así no hubiera tenido interrupciones, volvió a pensar.

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⏰ Última actualización: May 27, 2022 ⏰

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