El aroma a café lo inundó por completo.
Por alguna extraña razón, había comenzado a llover de la nada y para su desgracia, no llevaba un paraguas consigo; corrió tratándose de cubrir inútilmente su cabeza con una de sus manos mientras que con la otra abrazaba una pequeña bolsa con su apreciado postre, el cual si le pasaba algo le lloraría a los cielos.
Ya era un poco tarde y era domingo, el día en el que todos descansaban, así que no habían muchos locales abiertos ya que estos cerraban temprano, pero a lo lejos pudo ver una pequeña cafetería abierta. Corrió con todas sus fuerzas hasta aquel local; cuando entró vio que este tenía un toque especial: No había gente o más bien clientes, el olor a café y chocolate bañaba el lugar, macetas con diferentes tipos de plantas y una melodía suave de piano relajaba ese pequeño local. Igual notó que tenía una perfecta combinación entre lo moderno y lo antiguo, algo realmente impresionante pensaría cualquiera.
- Buenas tardes señor, ¿se le ofrece algo?- preguntó una voz ajena haciendo que nuestro chico saliera de su trance de admiración del lugar.
Buscó con la mirada al dueño de aquella voz y logro ver a un peliblanco retirando una taza de café; cuando retiró la taza que algún cliente habrá dejado, se giró a verlo y nuevamente entró en un trance. Aquella persona, aquel chico tenía unos ojos turquesas muy bonitos, unas pestañas largas que al parpadear daba un aire elegante, una cabellera blanca como la nieve recogida de una forma que dejaba caer unos mechones delicadamente, piel como porcelana la cual hacia resaltar el negro del cubrebocas de tela que llevaba puesto junto con el traje de camarero.
Fueron segundos que para él parecieron horas que llevaba mirándolo hasta que sintió algo suave sobre su cabeza. Por el reciente toque, cerró sus ojos por mero instinto, arrugando la nariz dándole a aquel desconocido una imagen muy tierna. Volvió a abrir sus ojos, pero esta vez con sorpresa al sentir que aquella suave tela frotarse sobre su cabeza: El desconocido albino le estaba secando el cabello.
- Señor, debería secarse primero o se podría enfermar- mencionó con una ligera pizca de reclamo y preocupación aún manteniendo su lenguaje formal y educado.
- Si tiene razón, lo siento no volverá a pasar- respondió con un tono alegre acompañado de una sonrisa como el sol.
- Imagino que no puede volver con esta lluvia, ¿verdad?- dijo retirando la toalla blanca, ahora húmeda, colocándola sobre su antebrazo.
- Imagino que tiene razón- le contestó sin quitar esa sonrisa.
- Se que no debería ofrecerle esto pero, si gusta puede pasar a mi casa hasta que pare y de paso cambiarse la ropa húmeda- ofreció colgando la toalla cerca de un pequeño ventilador para luego mirarlo de nuevo esperando su respuesta.
- Pero, ¿Esto no es una cafetería?- preguntó ladeando la cabeza como si de un pequeño cachorro se tratase.
- Lo es, pero igual es una casa. La planta baja es la cafetería- explicó apuntando al suelo con su dedo índice- Y la planta alta es la casa- esta vez apuntando al techo.
-Ahhh. Entonces, ¿me podría permitir entrar a su casa?, em... ¿por favor?
-Es lo que le acabo de ofrecer...
-Entonces es un si- dijo alegre empezando a caminar para después parar en seco y dar una vuelta en si mismo mirando al albino- ¿Me podrías guiar, porfis?- preguntó en forma de suplica.
El albino soltó un suspiro mientras volteaba un cartel y sonaba un clic dando a entender que había cerrado el local, comenzó a caminar en dirección a la parte trasera del lugar y le hizo un ademan al chico para que lo siguiera. Con la mirada iluminaba como la de un niño siguió al albino; pasaron por la cocina hasta que llegaron a unas escaleras, treparon por estas hasta llegar al final de ellas, pero el albino le hizo parar, sacó sus llaves y abrió la puerta. Lo primero que vio fue un apartamento en el que fácilmente cabrían unas cinco personas, le invitó a pasar primero para luego cerrar la puerta.
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DEFECTOS |Sanzu x Mikey|
Fiksi Penggemar-¿Me amarás por siempre?...-preguntó con la voz perdida y con el rostro lloroso -Te amaré por siempre-respondió seguro colocando una mano en la mejilla ajena -¿Con todo y cicatrices?...-volviendo a preguntar, pero esta vez mirándolo a los ojos -...c...