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coração tristonho

Triste Corazón.

Así conocían a Min Yoongi, en el trabajo, en su familia, y en el espejo todas las mañanas de todos los días, había cambiado desde que fue diagnosticado con depresión. A su terapeuta no la veía hace meses y su rutina consistía en ir al trabajo y regresar a casa, meterse en la cama y dormir deseando no despertar.

Había cambiado la contraseña de su departamento, no abría sus cortinas hace meses, y su único alimento eran mandarinas que por el momento había dejado encima de su desordenado escritorio, ese que lo había acompañado durante años y que lo usaría todo el día si no tuviera que levantarse para ir a entregar el resultado de su trabajo como productor de canciones.

Suga, forma parte de incontables álbumes, de incontables artistas que pidieron que trabajasen juntos, algunos de forma anónima para alardear un talento que no poseían, y otros se dignaban a poner su conocido seudónimo en los créditos del álbum producido, esto creó un aura misteriosa en Suga y sus fans puesto que nadie le había visto la cara nunca, no tenía redes sociales y nunca agradecía o promocionaba a aquellos artistas que colocaban su nombre en la portada.

Por supuesto, nadie sospecharía de aquel joven de tez blanquecina que llegaba a la empresa 2 veces a la semana, con un folder en sus manos y un llavero de gato que sostenía la llave de su estudio "Genius lab" ese que tanto le había costado crear, mantener y remodelar, ese que hace unos años le había causado la más grande de las ilusiones y euforias, Genius Lab había sido  su inicio, pero poco a poco se convertía en su final.

Él amaba producir, amaba crear beats nunca escuchados, amaba actualizar la página de billboard sólo para encontrar su producción entre los primeros puestos, pero estaba tan cansado, que a sus cortos 25 años, el sólo quería renunciar, a su trabajo, a la empresa, a su cuenta de ahorros y a su vida.

La depresión lo estaba matando, la presión social no le dejaba respirar, los born out repetitivos lo calcinaban por dentro, los llamados de su mamá, de su hermano y de su jefe preocupados no lo dejaban dormir como a él tanto le gustaba. Él sólo quería ser feliz, quería comer una mandarina mientras veía el sol ocultarse, quería un clima cálido. Pero Seúl y él mismo se lo impedían, "si estoy deprimido en Seúl, puedo estarlo en cualquier parte del mundo", nada importaba, ya no tenía remordimientos con la muerte porque cada vez más sentía que esa sería su única salida.

Y fue lo que hizo, pasando por una farmacia con una receta vencida hace un poco más de un año, logró comprar un pequeño frasco de pastillas para dormir, esas que tomaba cuando recién su vida había empezado a desmoronarse, pensando que con estas todo se solucionaría, pero nunca se solucionó, no en Seúl.

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Espero que les guste esta historia :,)