ʀᴇʟᴀᴛᴏs ᴠɪsᴜᴀʟ ᴋᴇɪ

ᴀ́ɴɢᴇʟᴇs ʏ ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏs

ATSUSHI [Buck-Tick]

«¿Quién viviría en un lugar como este? »indagaste mientras veías de lejos la mansión instalada en medio del bosque.

Estaba anocheciendo y el cochero de la diligencia no podía adentrarse tanto debido a la falta de sendero. ¿Era tenebroso? Un poco, pero no era nada que no pudieras enfrentar.

«Ya ni recuerdo a qué venía »murmuraste ya estando frente a la puerta. Al final solo te encogiste de hombros, tomaste el anillo de la aldaba y llamaste con tres toques.

No pasó un segundo que la puerta se abrió, revelando a un hombre demasiado sensual vestido de traje. Sus ojos y cabello negros, sus labios carnosos, su mandíbula... Sus dedos con garras puntiaguda. De repente una sensación desconocida te invadió.

«¿S-señor Sakurai Atsushi? »preguntaste con cautela. Él sonrió de lado.

«Llámeme Atsushi, señorita »te dijo. Su voz ronca pero con un toque sensual te dio escalofríos. El llamado Atsushi te hizo pasar y tú accediste sin pensártelo mucho. Aquel sentimiento te invadía cada vez más.

En el interior de la mansión notaste algo muy curioso: todo tenía colores acromáticos y en casi todos sus cuadros se veían criaturas monstruosas.

«¿A qué venía, señorita? »preguntó Atsushi, viendo cómo admirabas cada rincón de su morada y a él.

De repente no entendiste qué te pasó o qué cruzó por tu mente, pero tú y el señor Sakurai estaban muy unidos. No pudiste resistirte, sin darte cuenta tenías una inexplicable sed de sus labios.

«Deja que la lujuria se apodere de ti »susurró en tu oído, a la vez que sus ojos se volvían completamente negros y de su cabeza salían cuernos igual de negros. Tú , aún cegada por su sensualidad, accediste a que cumpliera todos y cada uno de tus deseos lujuriosos, sin importarte que fuera un auténtico demonio.

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ATSUSHI [Buck-Tick] ᵖᵃʳᵗᵉ ²

Desde que supiste que era un demonio quisiste indagar un poco mas acerca de su vida. A él, para tu sorpresa, no le molestaba en lo más mínimo tu curiosidad, ni siquiera tuvo problemas en que te quedases en su morada el tiempo que desearas. Tu compañía le resultaba agradable.

Recorriendo la gran mansión y las rutinas de Atsushi, descubriste cosas inquietantes e interesantes al mismo tiempo: en un sótano guardaba una pila de cráneos y de ellos Atsushi creaba pequeños demonios para servirle; en las noches más oscuras realizaba rituales en los que encadenaba almas corrompidas y las llevaba al Infierno.

«Eres muy diferente a como suelen describir a los demonios »le dijiste una noche mientras compartían una velada simple.

Atsushi sonrió de lado «Querida, debes saber que yo no soy cualquier demonio. Soy el Rey Demonio »confesó.

«¿Rey demonio? »preguntaste, frunciendo el ceño. Él asintió.

«Mi trabajo es crear a otros demonios y que hagan tareas menores en el Infierno o que puedan servirme. También estoy a cargo de encadenar almas que han cometido pecados imperdonables.»

«¿Y tentar a los mortales? »indagaste. El rey demonio soltó una risilla.

«Son ellos los que deciden seguir aquellos caminos.»

«Entonces..., ¿he pecado? »Bajaste la cabeza al recordar que caíste en la lujuria al conocerlo. Él volvió a reír.

«Hay pecados más graves, señorita. Además, solo fue algo de una sola vez, lo importante fue lo que vino después y la relación que se ha forjado. »

«¿A qué se refiere? »levantaste una ceja.

Atsushi se levantó de su silla y fue hasta ti para tomar tu mano entre las suyas.

«Hablo del amor mutuo que creció en nosotros. »susurró. Esa fue la primera vez que compartieron un beso libre de cualquier pecado que un rey demonio pudo sentir.