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Tumbada sobre mi cama veo en la tele un programa americano sobre reformas de casas hasta que el timbre de la puerta suena haciendo que me levante inmediatamente, apague el aparato y baje corriendo las escaleras para abrir.

Liam, parado en la puerta con las manos tras la espalda, observa el interior de la casa.

-Tranquilo, mis padres no están -respondo-. Llegarán tarde hoy.

Entonces me sonríe, entra y cierra la puerta. Yo también sonrío porque sé lo que viene ahora, y río cuando me encuentro acorralada entre su cuerpo y la puerta.

-Qué impaciente, hombre -digo pasando la mano por su pecho.

-Mira quién fue a hablar -murmura para después atacar mi cuello. Algo le llama la atención, porque se separa un poco para fijar su vista en un punto clave de mi piel-. ¿Quién te ha hecho esto?

Me paso la mano por el cuello recordando lo sucedido apenas unas horas antes en el despacho de mi jefe y después sacudo la cabeza para olvidarme de ello.

-¿Qué más da? -agarro el cuello de su camisa y tiro de él para poder besarlo. Liam no ofrece resistencia y, agarrándome el trasero, me levanta del suelo. Sube las escaleras hacia mi habitación lentamente, muy lentamente, por lo que me muevo metiéndole prisa, pero lo que consigo es que nos caigamos.

Sobre mi, Liam me besa una vez más y después me eleva nuevamente para seguir nuestro camino hacia la habitación.

-Llevabas semanas sin llamarme -dice cuando me deposita sobre la cama.

Cuelo la mano bajo su camiseta acariciando su torso y envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas.

-Estaba con los exámenes finales, además hace poco empecé a trabajar y, bueno, no tengo mucho tiempo -respondo mientras su labios acarician la piel de mi cuello.

-Antes decías algo como «Para ti siempre tengo tiempo» -recrimina.

Me muerdo el labio sintiendo una de sus manos colarse bajo mi camiseta y subir hacia mis pechos.

Quizás sí lo he tenido un poco abandonado últimamente y el trabajo solo sea una excusa, pero en realidad no había sentido la necesidad de llamarlo, hasta hoy.
-Tú tampoco me has llamado -menciono.

Y sé por qué no lo ha hecho. Tiene miedo. Si mis padres nos descubren nos meteremos en un muy buen lío, y la peor parte se la llevará Liam. Mi padre es capaz de echarlo y a él no le conviene perder su trabajo.

-Bueno, si me perdonas, te perdono -murmura apretando uno de mis pechos.

-Hecho -respondo para luego besarlo.

Le saco la camiseta y la tiro al suelo, y, mientras él trata de desabrochar mi sujetador, me dedico a repasar los tatuajes de sus brazos con mis dedos. Sonrío al encontrarme con uno en especial. La pluma. Fue el primero que se hizo y recuerdo haberlo acompañado y ayudado a elegir.

Cuando consigue su propósito, cuela la mano bajo el sujetador y juega con mis pechos. Jadeo y deslizo mi mano por su pecho y continúo bajando hasta llegar al botón de sus pantalones el cual trato de desabrochar. Liam me saca la camiseta, para luego deshacerse de la prenda de encaje blanco que cubre mis pechos.

-Entonces, ¿no me dirás quién te ha hecho esto? -pregunta pasando un dedo por la marca de mi cuello-. ¿Te has estado viendo con otro hombre y por eso no me has llamado?

-No me he estado viendo con nadie, Liam -respondo comenzando a bajar sus pantalones. No puedo decirle que fue mi jefe, conociéndole se lo diría a mi padre y entre los dos se la arman al señor Tomlinson, pero sé que si no le doy una excusa razonable no parará de insistir hasta saberlo-. Ha sido Zayn, ya sabes, con ese estúpido juego de pellizcar.

Siénteme (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora