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La oficina está demasiado tranquila cuando llego. Todo el personal se encuentra en sus puestos de trabajo y no cotillean entre ellos ni van de aquí para allá como hacen habitualmente.

-Pobre de ti, cielo -me dice Margot, la secretaria de Niall, cuando paso por su lado.

-¿Por qué? ¿qué sucede? -parece que ahora todo el mundo tiene su mirada clavada en mi.

-Parece ser que el negocio con Padalecki no ha salido bien y el señor Tomlinson está de mal humor -susurra.

Entonces la puerta del despacho de mi jefe se abre y tanto Margot como el resto del mundo vuelven a centrarse en su trabajo. La mirada de él se clava en mi y su dedo índice me señala.

-A mi despacho -su ceño fruncido y el tono de su voz hacen temblar a mis piernas-. Ahora.

Asiento y, tras echar un vistazo alrededor y ver como todos observan la escena de reojo, camino hacia el interior del despacho. Cuando la puerta se cierra tras de mi trago saliva y contengo la respiración.

Me va a caer la bronca del siglo y ni siquiera hice nada malo.

-Como seguro ya le habrán informado esa panda de vagos, el negocio con Padalecki se ha ido a la mierda y estoy cabreado. Muy cabreado -hace una pequeña pausa en la que se sitúa frente a mi y se relame los labios-. He trabajado durante meses como un gilipollas para nada.

Sacude la cabeza y suspira. Yo sigo plantada en mi sitio esperando la bronca.

-Venga aquí -levanto la mirada del suelo sorprendida por su petición y la clavo en él-. ¿A qué diablos está esperando?

Reacciono despegando los pies del suelo y avanzando hacia mi jefe. Cuando estoy situada frente a él me detengo y comienzo a respirar más deprisa. Su mano derecha se posa en mi mejilla, pero no por mucho tiempo. Ésta comienza a descender por mi cuello, deteniéndose en la marca que él mismo se encargó de dejarme ahí el día antes. Esa acción parece relajarle porque su ceño deja de estar fruncido.

-¿Ha sido mala anoche, señorita Ross? -su voz parece burlesca pero su mirada clavada en el chupetón que me hizo Liam hace que me estremezca por completo-. Pensé que era una niña buena, pero ahora veo que le gusta jugar.

-Yo... -me detengo al darme cuenta de que no sé qué decir. ¿Qué se supone que debes responder cuando tu jefe te hace esa clase de pregunta?

-¿Usted... qué? -su ceja se alza interrogatoriamente. Entonces se inclina hacia mi y sus labios rozan mi oreja-. No tiene idea de lo mala que podría ser conmigo... Pero pronto lo sabrá porque se acerca el día en el que... va a sentirme.

Creo que doy gracias a Dios cuando alguien llama a la puerta interrumpiendo la escenita aquí montada.

Harry aparece tras ellas y mira en nuestra dirección con el ceño fruncido, seguramente fijándose en lo anormalmente cerca que estamos mi jefe y yo.

-¿Y ahora que pasa, Harry? -gruñe el señor Tomlinson.

-Me han dicho lo de Padalecki, ¿puedo hacer algo?

Observo de uno a otro queriendo salir corriendo lo más deprisa posible, pero me mantengo de pie en medio de los dos hombres que se miran con hostilidad.

-Lo único que puedes hacer es dejarme en paz -la voz de mi jefe suena con crueldad-. Y por tu bien no volver a hablarme en mucho tiempo.

No entiendo absolutamente nada.

Miro mis zapatos mientras sientro la tensión entre ellos. Estoy segura de que si no estuviese yo presente el señor Tomlinson ya habría saltado a la yugular del pobre Harry.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2016 ⏰

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