Prólogo.

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 Sus caderas se movían al ritmo de la música y mis ojos se deleitaban viéndola. Me sentía tan mal pero a la vez tan bien. Ella era una diosa, era un ángel. Un ángel atrapado en un infierno. Ella se merecía algo mejor que todo aquello. Ambos nos lo merecíamos.

Su delicado cuerpo se fue contoneando de forma lenta y sensual hasta quedar frente a mí, y tragué saliva. Sus piernas se colocaron a ambos lados de mi cuerpo, y se sentó en mi regazo, presionando aquella parte de mi cuerpo que empezaba a despertar. Ella sonrió y pasó sus brazos por detrás de mi cuello, mientras me acariciaba la nuca. Ambos estábamos en silencio, yo perdiéndome en sus azulados ojos.

Desde el primer momento que la vi, su mirada me cautivó. Reflejaban todo lo que era ella, única. Junté mi frente con la suya y cerré los ojos mientras pasaba mis manos por su pequeña cintura. Su nariz acarició la mía y, de nuevo, hice contacto visual con ella. Entonces supe lo que tenía que hacer.

Ella era un pequeño ángel sin alas, y yo la ayudaría a volar.

***

Holi.

Espero que os guste esta historia que he tenido guardada en el cajón durante bastantes años y que he decidido empezar a publicar hoy.

Me encantaría saber vuestra opinión acerca de ella, así que no dudéis en dejar vuestros comentarios y votos, los leeré encantada.

Me haría muy feliz saber qué pensáis.

Pasad un buen día.

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora