—¡Angélica!— se trataba de un hombre, y su tono de voz denotaba severidad, como si estuviera enfadado. Ella volvió a hacer contacto visual conmigo y ese atisbo de terror volvió a aparecer antes de que se diera la vuelta lentamente, quedando de frente con aquel chico. No dijo nada, estaba esperando a que él hablara, que la regañara.
Le observé. Era alto, pero no llegaba a serlo tanto como yo. Aún así se notaba que hacía ejercicio.
El joven pareció reparar en mi presencia.
—¿Otro que se va a mitad de un espectáculo?— ella negó rápidamente con la cabeza. Se aproximó rápidamente a ella y la sujetó del brazo, tirando de su pequeño cuerpo hacia el suyo, haciendo que diera un traspiés por el repentino acto—. ¡No me mientas, joder! Otro mas, ¿no? ¿Qué coño le has dicho a este esta vez?— ella bajó la mirada avergonzada de las palabras de aquel hombre.
—Lo siento, de verdad Eric. Yo no...
—No sirves para nada, joder. Eres un puto desperdicio ¿¡Cuántas veces van ya!? ¿Dos, tres en esta semana?— la mano libre del chico, Eric, fue levantada hacia la muchacha, y antes de que la rozara, le sujeté el brazo. Sus ojos grises, que estaban algo irritados, me miraron fijamente.
—¿Qué coño te crees que haces?— me preguntó mientras apartaba bruscamente a Angélica de entre nosotros.
—¿Qué mierda haces tú?— le pregunté de vuelta—. ¿Te sientes más hombre por ir maltratando por ahí a las mujeres? Porque la verdad es que es patético— rió sarcásticamente.
—¿Y tú te sientes un héroe defendiendo a una prostituta? Te recomiendo que te montes en tu Ferrari y vuelvas a tu jodida mansión antes de que alguien te destroce esa cara de niño rico que tienes— mis puños se cerraron.
—¿Me estás amenazando?— se encogió de hombros.
—Tómatelo como una advertencia— su mirada se dirigió de nuevo a la chica—. Angie, vamos— la rubia no se movió de su sitio, se notaba que estaba aterrorizada.
—¡Angie!— volvió a rugir en un tono más elevado.
—¿No ves que no quiere irse contigo, tío?— respondí defendiéndola—. Déjala.
—¿Y tú qué coño sabes de ella? ¿Te piensas que por verla una noche desnuda ya la conoces? Soy su novio, así que se viene conmigo.
—No tengo que conocerla para saber que te tiene miedo.
Eric se acercó bastante a mí, amenazante. Su cara y la mía estaban a pocos centímetros; pude oler su aliento, era bastante desagradable.
—Lárgate de aquí si no quieres problemas, chaval— una mezcla entre alcohol y tabaco inundó mis fosas nasales. Tosí. Se alejó de mí lo suficiente como para mirarme de arriba a abajo, desafiante.
—Que desilusión, creía que me ibas a dar un besito— indiqué con voz socarrona. El comentario pareció molestarle y me agarró por la camisa de forma brusca.
—¡Vuelve a abrir la puta boca y te entierro vivo!
—Estoy deseando ver cómo lo intentas— contesté de manera fría irguiéndome sobre su cuerpo. Yo también sabía cómo intimidar, y no tenía miedo de un tipo como él. Si pensaba pegarme, él también recibiría golpes.
Me zarandeo¡ó de forma bruta, antes de enviar su puño hacia mi cara, el cual conseguí esquivar.
No me quedé atrás y le propiné un golpe en el costado. Se desestabilizó y conseguí que me soltara. Se tocó la zona dolorida y sabía que vendría a por más. Elevé los puños, preparado para otra ronda, pero antes de que pudiera volver a acercarse, unas pequeñas y pálidas manos se posaron en su pecho. Ambos miramos a Angélica.
—Por favor, para— susurró en tono de súplica a su novio. Él bufó con rabia y la empujó hacia su lado quitándola del medio, aunque su atención seguía en ella.
—¿Le estás defendiendo?— exclamó con rabia mientras daba un paso hacia ella. Angélica se alejo de su novio, casi hasta posicionarse a mi altura. Di unos pequeños pasos hasta estar a su lado y la tomé del brazo suavemente. Miró asustada nuestro agarre y después me echó un rápido vistazo a mí. Intenté tranquilizarla con la mirada.
—¿Qué pasa? ¿Ahora le prefieres a él?
—Vámonos— le murmuré cerca del oído. No podía permitir que la siguiera tratando así, o que siguiera conviviendo con él. Ees tal Eric estaba desequilibrado y en aquellos momentos podía ser capaz de cualquier cosa.
Tiré levemente de nuestro agarré guiando su cuerpo. Angélica miraba sobre su hombro al hombre que le habría hecho la vida imposible durante mucho tiempo, supuse.
—¡Me las vas a pagar, Angélica! ¡Todo lo que he hecho por ti, y así me lo agradeces: humillándome! ¡Tú no sabes lo que es el infierno todavía, pero estate segura que voy a hacer que caigas en él, y que nunca salgas de allí! ¡Y tú igual, hijo de puta!
Me había ganado un mote para toda la vida.
***
Eric es un matón y amamos a nuestro protagonista masculino del que aún no sabemos su nombre uwu.
¿Qué os está pareciendo?
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Inferno.
RomansAngélica lo ha perdido todo, y su vida es un cúmulo de cosas inacabadas que no sabe si algún día terminará. Trabajando en Inferno, un local de striptease de poca monta a las afueras de Northampton, cuenta los días para salir de allí y poder cumplir...