Capítulo 4.

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Aquel hombre me soltó la mano y con sus llaves abrió el Audi aparcado a unos cuantos metros de distancia. El aparcamiento de Inferno estaba bastante vacío y la oscuridad reinaba en el lugar; tan solo se podía distinguir el brillo metálico de los coches bajo las escasas farolas. Eric no nos había seguido, sabía que no tenía nada que hacer contra mi nuevo acompañante, y más si llamaba a la policía, por muchos conocidos corruptos que tuviera en ella. La gente con dinero solía salir ganando en aquel tipo de situaciones. Privilegios los llamo yo.

Se subió al asiento del conductor y no tardó mucho en volver a mostrarme su rostro: la ventanilla de su puerta bajó, y el chico se dirigió a mí una vez más.

—¿Vas a subir?— me preguntó con voz suave.

No sabía qué hacer, todo lo que acababa de pasar era tan extraño. Eric solía tener comportamientos agresivos cuando se drogaba, pero nunca le había visto llegar a la manos con alguien, y menos con un cliente.

Volviendo en mí, abrí la puerta de ese lujoso coche y me senté en el asiento de copiloto. Me puse el cinturón y miré al frente, sin mediar palabra. Tampoco sabía de qué hablar con aquel desconocido. ¿Debía comentarle sobre el buen tiempo que hacía aquella noche después de que se hubiera pegado con mi novio?

El silencio fue roto por el motor del vehículo. Arrancó.

Todavía no entendía qué hacía en aquel coche, ni qué iba a ser de mí. Después de la escena con Eric, no podía volver a Inferno. Conociéndole, sabía que me estaría esperando para hacerme pagar lo que le había hecho. Le había abandonado, traicionado, a pesar de todo lo que sacrificó por mí en los últimos meses. Quizás sí era cierto que era una desagradecida.

Huir con aquel extraño había supuesto dejar atrás toda mi vida, y yo lo sabía. Lo supe en el momento en el que me congelé ante la orden de Eric, en el momento que el desconocido me tomó del brazo para tranquilizarme mientras el chico drogado me fulminaba con la mirada, esperando quedarnos a solas para darme mi merecido.

Había renunciado a mi novio, mi mejor amiga, mi trabajo. ¿Cómo había podido tirar por la borda todo el esfuerzo que llevaba haciendo para cumplir mi sueño? ¿Dónde me iba a hospedar? No podía volver al apartamento, Eric se sabía de memoria la dirección de la casa de mi abuela. ¿Adónde me iba a llevar aquel chico? ¿Qué iba a hacer ahora?

El aire me faltaba, así que decidí apoyar la cabeza en el frío cristal de la ventanilla mientras me concentraba en el paisaje. Debía calmarme.

—Él no es así— murmuré hacia el castaño—. Él no... no es tan violento. Es el efecto de las drogas simplemente— indiqué mientras me mordía la mejilla interna. Tenía ganas de llorar, pero no lo haría.

—No tienes que justificarle. No hay excusa lógica para su comportamiento— comentó. Cerré los ojos sintiendo como una lágrima caía por mi mejilla. La limpié rápidamente antes de que otras varias siguieran su camino.

—Por cierto, soy Harry— miré al chico y vi que había despegado sus ojos de la carretera para observarme. Tenía una dulce sonrisa en la boca, era muy bonita. Estaba segura que había llevado brackets. Él se los habría podido permitir, estaba convencida.

—Soy An--

—Angélica, lo sé. Lo he oído varias veces a lo largo de la noche— asentí desganada con la cabeza mientras con mis manos frotaba mis muslos—. ¡Oh!— exclamó Harry—. Tienes frío, ¿verdad? Que desconsiderado por mi parte— indicó mientras subía la temperatura del coche.

Llevaba puesto simplemente unos pequeños shorts y un corsé blanco. No me había dado tiempo a coger nada más después del baile privado con aquel chico. A cualquier otra persona le hubiera dado vergüenza llevar las pintas que llevaba, pero él ya me había visto con ese tipo de vestuario. Más bien, era con el único tipo de ropa con el que él me había visto.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2022 ⏰

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