Distorsión

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Llegue a mi escuela como de costumbre, las seis y veinte de la mañana, siempre soy la primera en llegar, esto me permite pasar antes de que se haga bullicio en la entrada, no soporto los tumultos de gente, todos hablando, todos riendo, fumando, es asfixiante, por eso prefiero estar aquí antes, sola con el sentir del frío, saco un libro de mi mochila y me dispongo a leerlo, mis manos se entumecen, pero no le doy importancia, odio los guantes, no me permiten cambiar las hojas con precisión y no me gusta la sensación de traerlos, especialmente los de estambre. . .

Un calor me sobre coge por sorpresa y volteó bruscamente buscando con irá a la persona cerca de mí hasta que enfoco a Samuel detrás de mí, un sentimiento de desconcierto me invade «¿Que hace él aquí? Si siempre llega pasadas de las siete de la mañana»

-¡Vaya! Realmente estas aquí, cuando me dijiste que llegabas todos los días a las seis veinte pensé que fanfarroneabas- dijo sorprendido.

«¿Fanfarronear? Yo no soy tú»

-Claro que no, te dije que odiabia los tumultos de gente ¿Por qué fanfarronearía con algo así? no te entiendo- exprese confundida

-No lo sé, no pensé que fuera literal- expreso entre risas.

Estuvimos hablando un rato, no pude seguir leyendo, lo cual me molesto bastante, pero, debo admitir que el tiempo se fue un poco más rápido, entramos a la escuela a las siete, ya había demasiados alumnos pero fuimos los primeros en pasar, todo fue como de costumbre, la escuela paso pronto y yo ya estaba organizando mi tarde para la hora de la salida, tenía algunas tareas y un libro que terminar para la reunión del club de lectura, espere a que saliera la mayoría para poder hacerlo yo, buscandome con la mirada se encontraba Samuel recargado en su carro, era un sentra color negro con algunos rayones.

«¿Es que no tiene vida propia?» pensé mientras avanzaba con la mirada abajo.

-¡Hey! ¡Lia!- grito y yo camine hacia a él comprometida por su grito.

-No grites por favor- le pedí con una expresión cansada

-Perdona, es que quería saber si te gustaría ir a mi casa para hacer la tarea ¿Qué dices?-

«¿eh! ¿Para qué? ¿Habra algo que no entienda y quiere ayuda?»

-Ah... esta bien, pero debo avisar en casa- respondi confundida

-Claro, toma, llamalos con mi celular- exclamo extendiendome su telefono, yo lo tome algo insegura y llame a mi madre, quien al escuchar esto por alguna razón, me parecio escucharla felíz, subí a su carro y nos dirigimos a su casa.

Samuel no paraba de hablar, yo escuchaba y de vez en vez debatía, compartiamos ideas, declinabamos algunas otras, las platicas con él era interesates, no había palabras huecas ni platicas superficiales y eso era lo que me mantenía a su lado, a veces conversar con una persona con cerebro era muy satisfactorio, me hacia olvidar por ratos el mar de ignorancia entre el que ambos viviamos. . .

Llegamos a su casa, era enorme y hermosa con grandes ventanales y puertas artesanales, su madre nos recibio con los brazos abiertos, era una mujer joven y amable, su hermana mayor era gentil y educada y la menor era tranquila y reservada, pasamos a una estancia que parecia comedor y me acomodo la silla para sentarme, salio hacia la cocina y me dispuse a sacar mis cosas, acomode todo en un espacio calculado y abri mi cuaderno. . .

Samuel entro con papas, refresco y chocolares que coloco en la mesa.

-hey, veo que ya estas lista-

-Si, dijiste que haríamos la tarea-

Me miro sorprendido y empezo a reirse -Veo que eres realmente literal- expreso.

«¿A que se refiere? ¿No vinimos a estudiar? ¿Qué es lo que planeaba realmente?» cuestionaba incomoda.

Un grito en el silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora