Día I. Espera

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Disclaimer:  Haikyū!! (ハイキュー!!) Pertenece a Haruichi Furudate,   derechos reservados por el uso de sus  personajes

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Disclaimer:  Haikyū!! (ハイキュー!!) Pertenece a Haruichi Furudate,   derechos reservados por el uso de sus  personajes.

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Es un día soleado. El clima es cálido, sin llegar a ser agobiante. Shoyo está sentado en una silla del jardín, justo frente de los girasoles, escuchando el sonido de las cigarras y enredando sus dedos con delicadeza en los negruzcos cabellos de Kiyoomi.

Está descansando su cabeza sobre el regazo de su omega. Tiene las piernas sobre una manta amarilla. A Sakusa no le gusta la sensación de picor, cuando su piel está en contacto directo con el pasto.

El aroma del chocolate con menta bailotea en el ambiente. Shoyo se baña en ella, se le mete hasta por los poros para hacer retumbar su corazón como los truenos de media noche. Le nublan las pupilas y el juicio también. Porque es el así es que huele su alfa y piensa que su fragancia exacta. Endulza su vida, también la refresca, le apetece a perfección.

Hinata cierra los ojos y disfruta del momento, no dice nada, aunque quisiera decir muchas cosas. Es esa clase de personas que siempre tienen algo que parlotear, pero guarda silencio porque los ojos de Kiyoomi están bien puestos en Orgullo y prejuicio de Jane Austen. Libro que, por cierto, a él lo ha vuelto loco desde el inicio de su embarazo. Shoyo sabe, él sabe, que Kiyoomi solo está lo está  leyendo porque Shoyo tiene una no tan sana obsesión por las novelas románticas.

Pero Shoyo se ha quedado en silencio por más de media hora. Y un omega embarazado necesita atención para no morir, al menos eso es lo que suele decir cuándo su esposo regresa de los entrenamientos. Kiyoomi siempre lo tilda de exagerado, pero Shoyo cree con firmeza que no entiende porque no es el que está cargando siete kilos extra.

—¿Elizabeth ya sabe que Darcy es quién ha pagado la dote de su hermana?

—No, Shoyo y yo tampoco lo sabía, gracias —dice con fastidio, rodando los ojos.

—Ya no leas.

—¿Por qué? Fuiste tú el que me pidió que lo hiciera. — Sakusa cierra el libro y gira un poco su cuerpo para ver directamente a Shoyo con su mirada traviesa y su semblante de fingida tristeza.

—Me voy a morir, Omi-san. Soy como campanita, me muero si no me das atención.

—Por el amor al cielo, Sho, te prohíbo que sigas pasando tanto tiempo con Oikawa y Atsumu. Te está haciendo daño, pronto te quedarás sin las únicas dos neuronas que tienes.

—Oye, que grosero. ¡Además, Oikawa-san vino para esperar y conocer a Nao! ¡Claro que quiero verlo!

—Te hace daño. Estás aprendiendo cosas que no deberías aprender.

—¿Eso quiere decir que no vas a darme atención? — Su voz tiembla un poco. Quizá este usando una de sus artimañas de chantaje.

Kiyoomi siempre ha sido débil, pero desde que Nao está en camino, tal vez, es que se haya vuelto un poco más suave y condescendiente de lo habitual. Los "pero es que eres un blandengue muy grande, controlado por Shoyo", de Atsumu se lo han dejado muy claro.

El mundo en que nací [OmiHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora