Hay muchas cosas que a Shoyo hacen que el corazón le baile. Ya está, él fue muy feliz andando en bicicleta, atravesando las colinas de Miyagi; comiendo los deliciosos bollos de Sakanoshita al terminar la práctica nocturna en compañía de Karasuno. Fue feliz cuando la palma de su mano tocó el pase de Kageyama que los llevó a la victoria.
Fue feliz cuando caminó por la orilla de la playa de Copacabana con el viento golpeteando en su rostro. por fin pudo dominar la arena. Fue feliz cuando Pedro aceptó comer con él, después de meses de silencio. Fue feliz cuando Oikawa se volvió su amigo y confidente.
Fue feliz cuando subió al avión y tenía impreso el “Aeropuerto internacional de Narita”. Fue feliz cuando volvió a jugar en pista, cuando sus pies sintieron la firmeza de la duela de Miyagi y sus piernas lo elevaron tan alto como él quiso. Recuerda bien estar revestido de pintas negras y doradas, con el 21 en su torso y los gritos de apoyo que lo hacían sentir como en casa.
Fue feliz cuando Sakusa le dio por primera vez una sonrisa sincera, lejos de la máscara de hostilidad y sus respuestas escuetas. Fue feliz cuando tocó su mano, murió en sus labios y regresó a la vida después del primer “Te amo”. Se ahogaron entre gemidos, y los gruñidos fueron acallados entre besos conectados, saliva revuelta y los colmillos clavados en la parte trasera de su cuello.
Shoyo ha tenido la oportunidad de ser muy feliz en su vida, pero nunca le ha bailado tanto el corazón como en ese momento. Sakusa está sentado, con Nao entre sus brazos, con una sonrisa incrustada en su rostro, y sosteniendo un biberón lleno de leche que el mismo Shoyo ha producido. Está alimentando a su hijo , con tanta devoción que su entorno se ha silenciado. Las pláticas indiscretas, los comentarios sagaces y filosos, las risas socarronas y las bromas locales se han extinto. Todo se ha enmudecido.
El corazón se le ha volcado y Shoyo solo se ha quedado parado observando desde la puerta de la cocina, mientras lleva una bandeja de bocadillos que son para los suyos; para aquellos que los acompañan y los animan en su nueva aventura y que está igual de absortos.
Entonces, se siente dichoso y se llena de esa dicha inhalando hasta llenar sus pulmones. Hincha el pecho, camina firme hasta llegar y poner la bandeja sobre la mesita del centro. Poniendo play y reanudando la escena vivaz. Es que se escucha una risa gruesa, sincera, por parte de Meian, y que rápidamente es coreada por los otros.
Shoyo no se contiene y abraza a Sakusa por la espalda, plantando un beso en su mejilla.
—Dios, que podría morir de un choque diabético en cualquier momento y eso, sería gracias a ustedes — espeta Atsumu cruzado de brazos, echandose para atrás,, dejando que su espalda golpee ligeramente contra el respaldo del sillón.
—¡Calla, Miya! Que eres absolutamente peor con Oikawa-san!
—Una mierda, Inunaki. Tú eras de los primeros en quejarse de sus domesticidad durante los entrenamientos.
—¡Lenguaje, Tsum-Tsum! Mi Sakura está aquí y puede escucharte.
—Bokkun, tu bebé tiene 5 meses, aún no entiende — Atsumu réplica, y rueda los ojos.
—Bueno, Miya-san, yo sé que la inteligencia no es un tema que te competa, pero créeme, que sí repite alguna de tus blasfemias, créeme que deseas no haberlas dicho —dice hostil, sentándose a un lado de Bokuto y dejando la charola con el té sobre la mesa.
Atsumu carraspeó incómodo, en cambio, Sakusa parecía complacido, él siempre es feliz cuando se trata de humillar a Atsumu, al igual que el resto de los chacales. A excepción de Shoyo, quien soltó una ligera risa divertida.
—¿Le dan formula a Nao? — interrumpe Meian, porque se ha tentado el corazón por su colocador.
«Solo por hoy» piensa para sí.
—No, Shoyo extrae su leche y me deja biberones preparados. Así puedo ayudarle cuando él está muy cansado.
—¡Omi-Omi es un alfa modelo!
—No, solo es decencia básica, Miya. Deberías aprender un poco porque Oikawa podría dejarte en cualquier momento.
—Tooru quiere mucho a Atsumu-san, Omi-san.
—Joder, Shoyo, déjame molestarlo un momento.
Shoyo niega con la cabeza y saca sonríe traviesamente. Sakusa frunce el ceño, pero no está realmente molesto. Siempre es así, siempre se pierden en su mundo, y los demás se convierten en espectadores. Los observan y a ellos no les importa. ¿Por qué les importaría si lo tienen todo?
Y los suyos sonríen de con ellos, porque esto es compartido y también mutuo.
Porque incluso, aunque lo niegue, sí a Atsumu le preguntaran ¿cómo se ve el amor? Él respondería siempre de la misma manera: "El amor está aquí, frente mío, con Shōyo-kun abrazando a Sakusa por la espalda. Está en Omi-Omi recibiendo lo gustoso. Está en ellos, que han formado una familia. Está en Nao, en los brazos de sus padres. Está en mí, porque me dejan ser parte de su dicha."Así que sí, hay muchas cosas que le vuelcan el corazón a Shoyo, pero nada se le compara a la sensación de ese momento, que le apetece perfecto.
Palabras: 827
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El mundo en que nací [OmiHina]
FanfictionSakusa Kiyoomi siempre se ha sabido afortunado; pero nunca se imaginó que la vida se la regalaría en forma de un Omega ruidoso y un bebé glotón. [...] ༗Serie drabbles. '•'- 𝖮𝗆𝗂𝖧𝗂𝗇𝖺 [𝖲𝖺𝗄𝗎𝗌𝖺 𝖪𝗂𝗒𝗈...