Capítulo 1: El despertar.

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En lo profundo de una cueva olvidada por todos los seres vivos, habitada por una espesa niebla que no dejaba a nadie ver lo que yacía dentro, se encontraba un huevo viscoso de color negro noche con puntas blancas brillantes que lo rodeaban de forma aleatoria, en su cascaron se podía notar una especie de hundimiento en forma espiral desde la base hasta la punta, de repente, las estrellas blanquecinas que cubrían el huevo empezaron a brillar con cada segundo una mayor intensidad mientras parecían absorber la niebla que lo cubría, brillo con tal intensidad que se podía notar aun en la superficie fuera de la cueva, hasta que el brillo paro y el huevo se quebró, y se quebró, y se quebró nuevamente solo para quedarse así durante un minuto más hasta que por fin se separó en fragmentos mostrando al individuo que se encontraba dentro, un ser pequeño, parecido a una larva, su cuerpo era de color negro noche como lo era el cascaron, tenía un par diminuto de alas de mariposa transparentes de color verde brillante en su espalda, solo tenía dos cascos en su delantera con un agujero que pasaba de lado a lado, desde el frente hasta la parte de atrás, completamente rectos, en su cabeza habían un par de cuernos apenas visibles que se alzaban hacia los costados con un patrón en espiral igual al del cascaron, cuando el pequeño bebé abrió los ojos estos tenían una esclerótica negra con puntos blancos opacos que apenas se notaban, pero se podían notar unos iris igualmente opacos de color violáceo.

El bebé, al notar en donde se encontraba lo primero que hizo fue darse la vuelta y comer su propio cascaron, sin dejar rastro de este, luego se arrastró hasta la salida de la cueva para encontrar más comida, intento comer algunas piedras y fragmentos de minerales que, aunque pudiera romper, escupió segundos después por el mal sabor que tenía, una vez afuera logro divisar en un árbol cercano unas peras las cuales parecían maduras desde el punto de vista del bebé. Así que se acercó al árbol y usando sus pesuñas intento treparlo, sin éxito, así que uso su segundo método, un fino hilo de seda salió disparado de su boca la cual se ató a una rama que tenia de la jugosa fruta, y absorbiendo ese mismo hilo, se elevó del suelo hasta su objetivo el cual comió con gusto.

Luego de llenar su barriga de recién nacido y erigir una pequeña cama improvisada con sus hilos, se durmió, preparándose para el mañana, una mañana que empezó con el ataque de un pájaro. Luego de caer al piso ya que su cama improvisada había sido rota, el pequeño gusano lanzo un hilo que se enredó en el cuello del atacante no deseado y tiro de él, haciendo que el pájaro callera al suelo, momento en que se abalanzo encima y mordió un ala, unos segundos después y el pájaro dejo de moverse, muerta por el veneno que había entrado desde la mordida del bebé, larva que empezó a devorar al pájaro, aunque al principio parecía dudar en hacerlo y tosió un par de plumas después de unos bocados, lo comió hasta dejar solo los huesos del enemigo que destruyo su preciada cama.

Una vez vuelto a llenar su estómago con carne, se arrastró cada vez más lejos de la cueva donde nació y se adentró al bosque lleno de peligros y misterios mientras buscaba un nuevo lugar donde descansar. Así paso su tiempo, comiendo, durmiendo, despertando y arrastrándose, durante cinco días. En el quinto día de su nacimiento y con una notable gordura, se arrastró con esfuerzo hasta el interior de un tronco hueco y podrido donde podría ocultarse de los depredadores y, con suerte, poder sobrevivir los dos días donde estaría encerrado en su capullo que lo convertiría en un niño, su segunda de cuatro evoluciones. Usando el hilo que había manipulado hasta el momento para salvar su vida y crear camas, se enredó hasta que ninguna parte de su cuerpo se lograba ver, un capullo de seda negra que parecía encajar como si fuera parte natural del árbol.

Durante dos días y noches completas el capullo unas pocas veces más grande que la antigua larva se fue expandiendo y palpitando mientras su inquilino se agrandaba y cambiaba. Cuando terminaron de pasar los dos días, el capullo se rompió desde adentro y, de una patada, el árbol de rompió y callo creando ruido que asusto y alejo a cualquier animal, la antigua larva ahora era un pequeño potrillo, pequeño aun para los estándares comunes de potros, sus alas ahora eran casi redondas mientras cubrían su espalda pero sin pasar de su cintura, sus cuernos se alargaron hasta llegar a sus cienes mientras se mantenían casi pegados a su cabeza, su cara tomo rasgos más finos y delicados reemplazando la gordita cara que tenía como larva, un par de cascos traseros iguales a los delanteros reemplazaban su anterior trasero sin nada y una cola de color violeta oscuro al igual que su crin tapaba las áreas sensibles de la vista aun mientras revoloteaba por el ligero viento que sopló, sus ojos, aunque parecían sin cambios, cuando una serpiente tan grande como la cabeza del potro y tan larga que su cuerpo desaparecía a la distancia los vio, se congelo solo para que segundos después se alejara lo más rápido que podía mientras se arrastraba, sus ojos parecían la imagen de un agujero negro.

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2023 ⏰

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