Frio infinito.

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La temperatura estaba disminuyendo desde hacía unos minutos; pero no fue poco a poco, Lisa notó que era inmediata, cada segundo sentía que bajaba un grado. Observaba por la ventana la gran cantidad de nieve que empezó a caer hace un minuto. Y, en tan solo ese minuto, logró juntar grandes cantidades de nieve, o puede que solo cambio la estructura molecular de las cosas, daba lo mismo, porque, fuese cual fuese la situación, hacia frio. Le daba lo mismo morir, ya ni siquiera podía llamar casa a su casa, todos estaban locos. O se comportaban de un modo que ella, en un tiempo diferente, al verlos no hubiera creído que fueran sus hermanos.

¡Que estupidez! Comenzó a reír. Le resultó gracioso pensar en su familia antes de todo esto. Algo más que podía ser considerado como una familia era su cuerpo, y en su cuerpo había una cosa que no debería de estar ahí. Se quitó el zapato donde estaba su dedo extra. Lo miró un momento. Miró su reflejó en el espejo que lo alentó para que lo cortara, la Lisa del espejo le pasó un bisturí que estaba en su realidad.

–Gracias –le dijo a su reflejo, el cual le guiñó un ojo.

Cortó el dedo extra limpiamente.

La familia de dedos estaba normal nuevamente. Ahora, ¿Qué faltaba?

"Crucifíquenlo. Él debe estar colgado en la cruz".

Lisa se asomó nuevamente por la ventana. Había parado de nevar, aunque la temperatura seguía disminuyendo. Sin embargo, logró juntarse una cantidad de nieve. La nieve le gustaba, no tanto porque sus hermanos la convencieron de las nevadas, sino porque el color blanco de la nieve le daba un aspecto bastante bonito al vecindario, y con las cruces colocadas en la nieve eso resaltaba aún más.

Jesucristo había bajado de nuevo a la tierra, esta vez en forma de cruz.

"Los perros del infierno huelen tu olor. Nunca estarás a salvo".

Lisa vio a Willie Brown en la puerta de su habitación cargando a Leni. Él le sonrió alegremente mientras desaparecía, Leni cayó en un golpe seco sobre el suelo.

– ¿Si me la como, tendrá buen sabor? –Preguntó Lisa a su reflejo –. Es carne tierna.

El reflejo comenzó a reír. Golpeó el espejo con fuerza, haciendo varias grietas hasta que salió algo... lo que salió... Lisa lo sintió como un golpe que le hizo entender lo que estaba pasando; no la podía describir, simplemente intentar, hacer una vana descripción de lo que había salido del espejo, o siquiera intentar darle forma con su mente, la volvería aún más loca. Lo único que podía entender, o quizás lo único que su cabeza le decía, es que tenía su mismo rostro. Pero no describir su cuerpo burbujeante como una sopa de carne cubierta de órganos.

La cosa sostuvo a Leni (por decirlo de un modo, porque esa cosa no tenía brazos o tentáculos), y la arrastró hasta llevársela al espejo.

– ¡Entonces baila y canta! ¡Vamos, puta! ¡Enséñame esa cosita ente las piernas!

– ¡Obsérvala bien, de seguro la tuya debe oler tan mal que ni siquiera Charles tendría sexo contigo!

Lisa salió de su habitación. No podía dejar de temblar por lo que había visto. Lana y Lola la miraron un momento, la ignoraron simplemente.

– ¿Por qué no la chupas, apestosa?

– ¡Claro que sí, zorra!

Lana se lanzó contra Lola, comenzó a lamerle la vagina. Hizo movimientos con la lengua que una niña no debería hacer, pero ella los conocía perfectamente y a Lola le gustaba. Le gustaba mucho que sintió ganas de orinarse. Le hacía sentir cosquillas.

Tengo un chiste, Lisa. –Ella miró enfrente donde vio a Luan; su boca estaba completamente despedazada; a pesar de eso, formaba una gran sonrisa –. La familia Loud esta con un tornillo suelto. Espera, no es puto chiste, es una puta realidad. Caguémonos de risa.

Lo que vino de un agujeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora