Capítulo 5

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Rebecca McCann

Para haber sido mi primer día en la U.C.H., no había ido tan mal. Quiero decir, realmente me esperaba que fuera a peor, pero tampoco podía quejarme.

Por lo menos, el rubio que habíamos conocido en el campus cumplió con su palabra y nos llevó a la charla de bienvenida, además de conseguirnos un buen sitio. Iba a sonar algo escéptica: no sabía muy bien de qué iba ese tal Kyle Banner pero esperaba no verlo más. Algo en él no me transmitía suficiente confianza (a pesar de su acto de bondad espontánea) y también conocía muy bien al tipo de hombres que representaba: una pesadilla vestida de sueño idílico.

Pero no iba a perder mi tiempo pensando en aquel rubio con malas vibras. Era mi primer día en una Universidad que, literalmente, me había pagado para venir a estudiar aquí. Así que, ¿por qué amargarme de más? Tras la presentación del rector Banner (aún intentaba asimilar cómo un hombre tan educado podía tener un hijo tan estúpido) un grupo de chicos con los torsos desnudos pero pintados de azul simulando tener una camiseta encima, irrumpieron en la sala coreando unos versos inventados.

Tanto a Allison como a mí nos ofrecieron un folleto informativo sobre la fiesta en una casa de las fraternidades.

—¿Una fiesta en la casa Alpha-Sigma? ¡Tenemos que ir! —Exclamó con entusiasmo.

—Ni siquiera sé dónde está eso.

—Le preguntaremos a alguien. ¡Oh, ya sé! ¿Dónde está Ky-

Mi sangre comenzó a hervir al estar a punto de escuchar ese nombre. Agarré rápidamente a Allison del brazo, impidiéndole que buscara al rubio. Tras su show con el proyector, desapareció del backstage atendiendo una llamada. Ni siquiera se quedó para escuchar lo que su padre tenía que decir; ¿para qué molestarnos en buscarlo de nuevo? Tuvimos una vida antes de conocerlo a él: podíamos arreglárnoslas sin su ayuda.

—¡No! Deja al rubio, ya hizo suficiente por hoy.

—Pero es majo. ¿Por qué no quieres que nos ayude?

Uno de sus rizos volvió a colarse por su cara y Allison se lo arregló. Me había dedicado una mirada y un ceño fruncido; seguramente estuviera confusa porque no entendía cómo no quería entablar una amistad con el chico que nos había ayudado. Pero Allison era algo ingenua y veía la realidad con unas gafas de filtro rosa.

Kyle no podía ser alguien en quien confiar. De haberlo sido así, no hubiera actuado como un tremendo estúpido al hacerle una simple pregunta. No me hubiera mirado por encima de sus gafas de sol con tanto descaro queriendo intimidarme. Y lo más importante: no hubiera llamado a Allison "nena" teniendo en cuenta que acababa de conocerla hacía cinco minutos. 

Si de verdad fuera un chico bueno, si de verdad fuera alguien que mereciera la pena tener en nuestras vidas y despertarnos curiosidad por saber más de él, entonces no habría hecho todo eso.

O tal vez la paranoica era yo y mi mecanismo de defensa era darle vueltas a todo y no confiar tan fácilmente. Pero no iba a renunciar a mi prejuicio del rubio: su presencia gritaba "peligro" y, por muy tentador que fuese, alejarse de él era lo más sensato.

—No creo que sea alguien con quien debamos juntarnos, Allison —afirmé—. Bueno, yo no quiero. Pero si tú sí...

—No, da igual. Tienes razón —admitió—. Sólo es el primer amigo que hemos hecho esta mañana. Aún nos queda mucha gente por conocer. ¡Por eso tenemos que ir a la fiesta!

Le sonreí a mi amiga sin mostrar los dientes y asentí. No iba a tratar más este tema con ella porque no me había entendido del todo. Admitió que tenía razón y luego procedió a llamar al rubio con la etiqueta de "amigo". ¡Ughh, Allison! ¿Cómo era posible que fuera la única que lo notara de esta manera? En fin. Este asunto iba a acabar aquí mismo y no íbamos a hablar de él nunca más. Ya está; ya fue; ya pasó.

LA LOCURA QUE NOS UNE (¡Capítulos los viernes!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora