03: Sentimientos

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Ese sonido en la puerta me hacía saber que ya comenzaba el día

¿Si?

Dije sin importanca; mientas me acomodaba cuando logre ver me percate que no era mi padre si no Marcela que con paciencia me observaba

Joven Mauro, su padre me dijo que lo esperaba en la parte trasera de la casa después de tomar su desayuno

Asentí mientas me levantaba, me mire al espejo y era notorio que estuve llorando toda la noche

Mauro - soltó - lo siento mucho, su madre era una mujer espectacular...

Un gran silencio inundó aquella habitación, pareciera que todo mundo quisiera que no pudiera sacar de la mente a mi difunta madre, es decir no quiero eliminarla de mis recuerdos pero duele cada vez que la recuerdo y se que no estará ahí...

¿Sabes?... Marcela... Me gustaba mucho preparar postres con ella - suspiré - todos los domingos cuando ella tenía día libre nos levantabamos y hacíamos postres con un dulce sabor vainilla...

Algún día enséñame a hacer esos delicioso postres que dices - comentó recargada en el marco de la puerta -

¡Si!, llevan fresas, son pequeñas raciones de pastel - me emocioné -

Ahora me siento como un niño pequeño que se emocióna por todo para tratar de evadir la realidad, seguimos aquella amena charla hasta llegar a la cocina ya ahí comencé a comer e intercambiar palabras con Marcela. Así pasó el tiempo y de la nada ya estaba afuera con mi padre, el día era lo suficientemente fresco como para decir... ¡Que buen día!

Mauro hijo ven acá - grito desde la orilla de la cerca -

Camine un poco rápido e incluso un poco más de lo esperado hasta que llegue con mi padre el cual señalo un auto algo acabado para mis gustos, este me saludo con un abrazo y como ya se estaba volviendo costumbre alborotó mi cabello

¿Estas listo? - dijo meticuloso -

Tal vez - susurré -

Ven vamos entremos, así fue entramos y ese día se la paso enseñandome todo sobre como manejar y hacer las cosas realmente cuando estoy con mi padre pareciera que incluso a pesar del poco tiempo que tenemos, pareciera que llevo toda una vida conociendolo.

Ha pasado una semana desde que todo pasó, ya he aprendido más de lo básico de manejar, también mi relación con mi padre ha mejorado de manera exponencial e incluso con Marcela ya es como "mi nana" y lo más importante mañana comienzan mis clases, realmente estoy muy feliz de poder asistir, pero también estoy espantado es decir no se nada y ¿que voy a hacer?

Mauro... Hijo ¿emocionado?

Si... - suspiré nuevamente - si lo estoy y también nervioso - reí para disimular los nervios -

Todo saldrá bien hijo solo te presentas y ya, lo demás va a fluir de manera regular, ¿no lo crees?

Asentí y terminé de cenar para dirime a mi habitación, esa noche volví a tomar el retrato de mi madre, estas últimas veces no he llorado pero noche a noche le cuento mi día a día, es como si ella en algún lugar del mundo pudiera verme...

El día comenzó esta vez no espere a que aquel golpeteo en la puerta me despertara, rápido me metí a dar un baño y pasados un diez minutos aproximadamente salí comencé rápidamente a secar mi cabello que ya estaba tornandose un poquito más largo así mismo mire a aquel closet y tome uno de mis trajes no quería ir tan modo "oficinista" a pesar de verse bien tome unos pantalones color café tirando a casi un café pálido, creme no se veía tan mal, tomé una camisa color azul claro y una corbata negra seguido de él abrigo a juego con el pantalón; ya listo me mire al espejo y vi mi cabello callendo por los lados como era costumbre así que rápidamente fui a mi mochila y busque en su interior

DULCE SABOR VAINILLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora