༻✿𝟎𝟎𝟐

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La Princesa del Inframundo resopló cuando tuvo que corregir su pincelada por quinta vez. Estaba totalmente desconcentrada. Ni siquiera la música que sonaba por los altavoces la ayudaba como lo suele hacer.

Volvió a recoger su cabello en una coleta alta y limpió el pincel. Retiró la capa de pintura con mucho cuidado de no rasgar el lienzo y volvió a arreglar su trabajo.

Desde que se graduó algunas galerías le habían solicitado poder exhibir sus obras, así mientras que llegaba la boda podía seguir trabajando en lo que estudió. Estaba orgullosa de que la contactaran por su talento y no por ser de la realeza.

Siempre leía y analizaba con cuidado cada uno de los contratos. Claramente sus suegros y su novio la ayudan a revisar los detalles legales que ella no conoce, pero al haber estado preparándose para convertirse en reina entendía lo suficiente para no dejarse timar.

Aunque quería decir que estaba desconcentrada por los sucesos en las últimas horas con Ben, lamentablemente no era de ese modo. En las últimas semanas luchaba internamente con sus inseguridades.

Al principio las palabras de sus amigos y su familia la ayudaban a sentirse mejor, aún así, estos últimos días no habían funcionado como siempre. La noche anterior y la mañana con su prometido habían sido de las pocas horas en las que había logrado distraerse por completo de los tormentos en su cabeza

Luego de que el castaño se fuera ella conectaba su teléfono a la bocina en su estudio de arte cuando vio que tenía notificaciones de distintos medios. Trató de ignorarlas, pero los titulares la hicieron caer en ello. Se puso a hacer una pintura que le habían encargado para esa misma semana.

El resultado, el trabajo que generalmente logra hacer en menos de tres horas llevaba casi cinco horas en progreso, y apenas iba por la mitad.

Se rindió al ver que definitivamente no era su día. No quería entregar algo mal hecho y sin amor. A ella no le gusta entregar obras hechas porque sí, ama pintar y dibujar con todo su ser, por que ha sido su refugio y escape desde que vivía en la Isla y pintaba graffitis en las paredes.

Dejó el lienzo sobre el caballete y se dirigió al lavabo a lavar la paleta y los pinceles. Frotó sus manos con fuerza para quitar la pintura. Su mente daba vueltas en lo poco que alcanzó a leer de los artículos. Dejó de hacerlo al darse cuenta que por su frustración había irritado sus manos. Estaban rojas. Respiró lentamente, tratando de calmarse.

Lo que menos quería era tener un ataque de ansiedad estando sola. Su papá, madrastra y sus suegros no estaban, Carlos, Evie y Jay tampoco. Ni siquiera la Señora Potts, Ding-Dong o Lumière porque era su semana libre. Ben es el que logra calmarla por completo cuando suceden, y él estaba con sus amigos.

𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓𝒈𝒍𝒐𝒘 [𝑩𝒆𝒏 & 𝑴𝒂𝒍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora