"VOLVAMOS"

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Un viento frio e invernal soplaba con fuerza contra el pequeño edificio. Cuando el sol bajó sus rayos y empezó a ocultarse, los pasos de los transeúntes se hicieron más lentos, los comerciantes cerraron sus tiendas para evitar el gélido viento.

El invierno en Cheonggyecheon es como un día cualquiera, aunque ese día fue un poco diferente, por la aparición de un extraño que no encajaba en lo absoluto con las viejas calles.

Un hombre alto, de un metro noventa de estatura, su abrigo negro brillante, ondeaba con indiferencia en el viento invernal. El cabello del hombre que parecía el doble de alto y el doble de grande que los hombres normales, se encontraba alborotado por el viento. Entre los cabellos dispersos, entre las espesas cejas, se destaca una línea recta. Era un hombre de un aire un tanto decadente, con labios bien cerrados y ojos sombríos y cansados, un hombre que llevaba zapatos finos y cuidadosamente elaborados por un zapatero artesanal comenzó a caminar.

Sus pasos se dirigían a un solo lugar. El lugar donde el sol muere. Ni siquiera hay un letrero adecuado, pero es un lugar que la gente conoce naturalmente, porque allí se ve primero la puesta del sol. Y como si respirara con naturalidad, con esta calle... un viejo lugar: la librería.

—Tenía mucho tiempo sin verla...

Las ásperas yemas de los dedos del hombre tocaron la manija de madera de la puerta, que se había desgastado con los años.

—Librería Noeul.

Sobre la puerta de vidrio opaco, una pila de libros amontonado en un sentido estricto se reflejaba en los ojos negros y hundidos del hombre.

El hombre cerró los ojos.

Luego, el interior cobra vida, como si estuviera pintado frente a ti. Cuando ingresas, parece que los libros están apilados al azar, pero están apilados de manera ordenada siguiendo sus propias reglas.

Detrás de la pila de libros hay un sofá viejo y desgastado, junto a una mesa de madera bien cuidada que muestra el cariño y la devoción de su dueña. Allí la gente se reunía para hablar y discutir, o recibía a los jóvenes que no tenían donde ir a estudiar. En invierno, se pone carbón en una estufa vieja y se hace fuego... luego, cuando tenías hambre, era un lugar donde podías comer bocadillos como dulces, o chocolate caliente del abuelo.

La librería se ha desvanecido con los años, el dueño y el abuelo ya no están aquí, pero aun extraño este lugar, el lugar donde la vi por primera vez, hable con ella y me llene de sus recuerdos.

"Ahí está ella"

Los ojos del hombre se abrieron.

Los ojos negros y hundidos revolotearon con nostalgia y de recuerdos; cuando trata de abrir la puerta a la fuerza, esta traquetea y queda atrapada en el umbral desalineado y no se puede abrir fácilmente. Después de golpearla varias veces, el hombre abrió la puerta y entró a la librería.

El olor familiar y nostálgico de los libros viejos, el olor de una estufa vieja y el aire cálido saludaron al hombre, caminó con pasos silenciosos y se dirigió a un lugar de forma determinada, una estantería lo suficiente alta para superar la estatura de una persona. En la parte superior del estante había un letrero que decía "literatura clásica". El hombre tomó uno de los libros que mezclaba diferentes idiomas, y ojeó la estantería indiferente, esperando a la mujer que trabajaba a tiempo parcial en este lugar.

—Sí, Sabes... Está bien...Él... ¿de qué estas arrepentido?

La voz de una mujer se podía escuchar por encima de una pila de libros, voz clara y viva. Esa voz que con una sonrisa a menudo escuché una vez. Una voz nostálgica que no había escuchado a pesar que estaba en la misma casa desde hace algún tiempo. La última vez que escuchó su voz fue desesperación, decepción, eso era triste, y cuando él se dio cuenta, lamentablemente muy tarde, ella estaba terriblemente rota. Y su corazón, que vio a su mujer de esa manera, también se rompió horriblemente.

EL CORTEJO DE LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora