Capítulo 1

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Shen Qingqiu se despertó enfadado, su reloj interno insistiendo que era demasiado temprano como para que su esposo tuviera el desayuno listo, por lo tanto también demasiado temprano para molestarse en levantarse. Gimió ligeramente, pero poco después se sorprendió al escuchar sonidos de ajetreo por parte de Luo Binghe.

En el año y tanto desde su matrimonio (el público, no los primeros votos en su hogar inmediatamente después de que Luo Binghe pidiera su mano, aquellos que Shen Qingqiu prefería considerar como el inicio de su unión), Luo Binghe siempre se había esforzado en no hacer mucho ruido en las mañanas. Honestamente, no era fácil sacar a Shen Qingqiu de la cama cuando no tenía razón alguna para hacerlo, por lo que nunca consideró este hábito como uno malo. Sus actividades... nocturnas lo mantenían activo hasta la madrugada. Aunque se hubieran vuelto más placenteras y menos extenuantes después de que la práctica logró que el halo del protagonista empezara a funcionar, Shen Qingqiu seguía reclamando las primeras horas del día como suyas para holgazanear. Por su parte, Luo Binghe estaba feliz de tener la oportunidad de consentir a su Shizun, no, esposo cuando estaba menos inclinado a quejarse.

Así que la respiración agitada y la torpeza al intentar mover las cobijas hubieran sido más alarmantes si Shen Qingqiu hubiera estado siquiera un poco más consciente. Pero no lo estaba, y su qi reconoció que era Luo Binghe a su lado, por lo que no se molestó en cubrirse cuando se sentó, frotando sus ojos y bostezando sin pena. —¿Binghe? ¿Qué sucede?—

—¿Sh-Shizun?—

—Es esposo no...— Shen Qingqiu paró en corto, congelándose poco a poco con cada nueva cosa que notaba además del título tan familiar. Añadiendo el tono genuinamente sorprendido. Y la voz más aguda de lo normal.

Sintiéndose como en una película de terror, Shen Qingqiu bajó su mano y lentamente observó a la figura delineada por las cortinas rojas de su cama marital. Sin duda frente a él estaba Luo Binghe, pero la presencia de la túnica interior de discípulos del Pico Qing Jing, su tamaño compacto, y la expresión atónita fueron suficientes para informarle que este no era su Luo Binghe.

O quizás sí. Shen Qingqiu lo observó detenidamente, tomando nota de que se veía más robusto y saludable que cuando recién transmigró a ese mundo, así como que sus ojos no poseían la malicia presente en los de Luo Bingge. Eso, y que el otro lo estaba viendo con una expresión de adoración tan familiar que Shen Qingqiu estaba seguro nunca podría haber sido dirigida al Shen Qingqiu original. No, este era su discípulo, solamente que no en su versión actualizada.

Fue entonces que Shen Qingqiu se percató que su loto blanco tenía los ojos demasiado abajo como para estar viendo su rostro.

—¡Date vuelta!— Shen Qingqiu explotó, poniéndose rojo mientras tomaba las sábanas para cubrir su torso como si fuera una doncella ofendida. Ya era demasiado tarde para ocultar las múltiples marcas que su amoroso y posesivo esposo había dejado en su cuerpo. Shen Qingqiu nunca se molestaba en curarlas siempre y cuando su ropa las pudiera tapar, así que había bastante evidencia revelando sus hábitos maritales a alguien con quien no estaba casado. Aún no, al menos, y no por algunos años más si es que estaba calculando la edad del otro correctamente.

El joven Luo Binghe no se había movido, sus ojos fascinados al ver la cantidad de chupetones en el cuello de Shen Qingqiu. Cada vez más avergonzado, Shen Qingqiu tomó una de las muchas almohadas en su cama y la arrojó con poca fuerza a su discípulo. —¡Date la vuelta ahora, Binghe! ¿O acaso ya no haces caso a las palabras de este maestro?—

Luo Binghe chilló y casi salió volando al voltearse tan rápido. —¡Sí, Shizun! Este humilde discípulo se disculpa por fallar al seguir indicaciones y por su mirada irrespetuosa. ¡Pidiendo a Shizun que castigue a este como Shizun lo considere necesario!—

¿No podemos saltarnos al final?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora