recuerdos

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Se tumbo en la cama, cansada, con los ojos llorosos, con la misma fatiga en el pecho de otras veces, le ahogaba esta situación de mierda, no quería sentirse más así, pero no podía evitarlo.
Unos lloros, respiraciones ondas para relajarse, una caja entera de tabaco y un somnífero con una copita de vino para poder quedarse dormida un ratito sin darse cuenta de Miguel, de que había quedado.
Lo próximo que noto fueron unos brazos, sus brazos moviendola en la cama, viéndola indefensa, y lo más importante, con la copa en el suelo, con algo de líquido manchando la alfombra, una caja de pastillas al lado y ella dormida

-papi-dijo pestañeando pero con los ojos cerrados todavía

-aitana, pero que has hecho?

Ella no dijo nada y se dio la vuelta pasando de todo

-vamos al médico, que te hagan un lavado de estómago cuanto antes

Ella no contesto y se ve que se había vuelto a quedar dormida. El la cogió como una princesa por la espalda y las piernas y se la llevó corriendo a su coche para llevarla al médico

Le rozó el brazo mientras esperaba en la silla a que despertara y ahí abrió los ojitos estirándose en la cama

-por dios, que hora es?-dijo llevándose las manos a la cabeza y revolviéndose el pelo

-las 13:45, imagino que ahora te darán el alta

-que hacemos en el médico, y porque estás tú con migo?-dijo sería y estaba sentada en la cama agarrándose sus piernas dobladas con sus manos

-ayer te encontré en tu cama con una caja de pastillas y una copa de vino y te han hecho un lavado de estómago

-enserio?

-si

-joder, lo siento muchísimo

-no pasa nada, puedo preguntar porque?

-me acordé de marcos y sin darme cuenta mezcle las cosas y ahora tengo un dolor de cabeza increíble

-por que descubristes algo de su caso?

-si, siento no decirte que es pero...

-no no, tranquila

De pronto se abrió la puerta y entró un señor y otro con libreta, bien vestidos y preguntando por la señorita Ocaña

-soy yo, que pasa?

-necesitamos la receta de los medicamentos que tomo

Ella se quedó muda y no dijo nada, solo me miró en una milésima de segundo

-en ese caso necesitamos el arma y la placa, la deshabilitaremos hasta nueva orden

-no pueden hacer eso

-de hecho si, órdenes de un juez que ha dictaminado su caso

Se acercaron a su chaqueta que trajo Miguel y le sacaron la placa y el arma que llevaba

-buenos días-dijo después de cerrar la puerta

-y ahora que voy a hacer?-dijo la chica pérdida y al borde del llanto

-yo no sé cómo ayudarte, pero me tienes para lo que quieras

-enserio?

El chico asintió y ella por instinto se abrazó a el con los ojos aguados

-gracias, de verdad

Tu no eras tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora