ESA NOVIA ES MÍA

ESA NOVIA ES MIA -CAP. 8

ESA NOVIA ES MIA
CAPITULO 8.
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George cabizbajo, trata de que no los reconozcan, aquello sería un desastre monumental si llegaran a descubrirlos. Sin embargo, era de momento su mejor plan para revelar a la tía abuela, y sabía que armarle un escándalo ahí la volvería loca.

—¿La ves en algún lugar?

—No. Apuesto a que esta encerrada en algún lugar de la mansión, y que la sacaran para que este en la fiesta.

—Me parece muy extraño que haya tanto movimiento aquí para un simple fiesta.

—Es cierto ¿Es alguna fiesta de compromiso o qué?

—La verdad no lo sé. Anunciaron el compromiso en el periódico pero no dicen nada de ceremonia u otra cosa.

—Es muy extraño —Responde Albert rascándose la cabeza. George no deja de examinar el lugar, demasiadas flores para una simple fiesta, con su vista periférica observa a Eliza estirar los vestidos de un grupo de chicas que estaban en hilera, todas tenían el mismo vestido y portaban flores, y al frente estaba un pequeño palco decorado.

Entonces, el pelinegro maldijo a lo bajo, ya le parecía todo muy apresurado y la forma como se habían llevado a Candy no había sido por mero placer, no habían decidido esperar a William y la forma como la ceremonia se estaba llevando le indico una sola cosa.

—¿Qué pasa George?

—Albert… esta no es una simple y ordinaria fiesta. El palco, las chicas vestidas igual ¡Tantas flores!

—¿Qué? No me digas que es…

—Oh sí. Es la boda de Candy disfrazada —Comenta al pelinegro con un nudo en la garganta. En efecto, la tía abuela había llegado a un punto cruel y perverso, solo imaginar que llevaria a Candy a su boda de una forma tan traicionera que ni ella misma puede imaginar lo que viene.

Entre las personas que están arreglando todo para la ceremonia, Dorothy y Stear siguen ocultos, y este caso tendría que implementar uno de los inventos del mayor de los Cornwell, y él solamente le pedía al buen Dios que fallará.

¡Si! Stear quería que fallara de algún modo aquel invento que según su criterio era para hacer fuegos fuegos artificiales, y sabía que de entrada no iba a salir, por lo que confiaba de ese margen de error.

—¿Cree que salga todo bien, señor Alistear? ¿Está seguro no será peligroso?

—Créeme que es más peligroso que Candy se case con esa basura de Leagan. —Stear no tardó en darse cuenta de la realidad de aquella fiesta social ¡Que tramposos  podían llegar a ser los Leagan! Era de la más crueles jugadas que podían hacer, y con la tía abuela de por medio dándoles estímulo para seguir torturando a Candy, ellos realmente creían que iban a salir bien librados de todo eso.

Claro, eso sería sobre su cadáver.

—¿Será que el señor Archie llegará pronto?

—De verdad, deseo que aparezca en este instante es la única forma de que sea que sabemos a Candy de aquí.—contesta el joven tratando de ocultarse detrás del palco y haciendo la última instalación para su inventó.

…..
Candy se mantenía nerviosa dentro de la habitación, desde la ventana veía el ajetreado movimiento de las personas en la mansión verificando el estado del jardín y a los invitados que empezaban a llegar. Sarah la noche anterior había llevado un vestido color blanco con su reborde inferior en color celeste para que ella usara para la fiesta. Sin embargo, no quería vestirse, debía ella misma hacer negación de esa boda sea como sea. La rubia buscaba entre las cosas de la habitación algo para poder evitar salir de ahí.