6| Acompáñame por un café

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Mis dedos caían rápidamente sobre la mesa, logrando un ritmo fastidioso y que deja en claro el tic que tengo. Marcela aun no llegaba y debía ir a casa temprano para salir de compras con Ester.

Como si mis pensamientos la llamaran, Marcela entró a la cafetería con Nil a su lado, cualquiera pensaría que es su perro o algo parecido, siempre la sigue a todos lados.

—Buenas tardes, mi estimada —Nil me sonrió

—Cállate, no pienso soportarte —gruñí

Llevábamos días sin hablar, no es porque no quiera sino porque he estado estudiando para los parciales, logrando que mi humor sea horrible y que apenas puedo soportarme a mí misma.

—Tu mal humor me enamora —bromeó

—Perdón por hacerte esperar —murmuró Marcela, abrió su mochila y me entregó un cuaderno—. Aquí están todos los apuntes para el proyecto profesional, por favor adelanta todo y no estes a última hora de nuevo

Dejé el cuaderno sobre la mesa y me puse de pie para abrazarla muy fuerte.

—Gracias, gracias, gracias —chillé en su oído

—Agradécemelo cuando hayas aprobado.

—Sí, sí. Te adoro, realmente te debo la vida —hice una pausa al acordarme de algo—. Después voy a ir al centro comercial, ¿Necesitas algo?

—Post it de esos transparentes y unos destacadores pasteles. De la papelería a la que siempre vamos

—Vale —murmuré mientras escribía en la aplicación de notas lo que debía comprar.

Escuché unos pasos en nuestra dirección, un fue necesario levantar la vista porque el olor a óleo impregnó el lugar.

—Ellie, ¿Cómo estás? —La dulce voz de Vanessa me hizo alzar la vista y sonreírle, es una chica muy tierna

—Bien, ¿Y tú? —Respondí

—Bien, gracias —sonrió tímidamente—. Bueno, venía a preguntarte si es que todavía haces vestidos, mamá necesita uno y es fanática de tu trabajo

En mis tiempos libres y para practicar, diseñaba vestidos a pedidos y luego de que eligieran la tela lo confeccionaba, lo que me ayudó a juntar el dinero necesario para seguir pagando la carrera y poder ayudar en casa.

—Ay, gracias. Pero lo siento, Aydee está descompuesta y aún no tengo el dinero suficiente para mandarla a arreglar o comprar una maquina nueva —hice una mueca

—Entiendo, igual muchas gracias —me sonrió

—Recuérdame quien es Aydee —Nil murmuró para que Marcela escuchara, lástima que yo también escuché y le di un golpe en las costillas

—Su máquina de coser —respondió mi amiga

—Que nombre más raro para un objeto —hizo una mueca de desagrado

—Nil, has el favor de callarte por un rato, mínimo por todo el día —le sonreí

Vanessa nos miraba con cierta diversión, siempre que nos ve estamos discutiendo o yo lo estoy amenazando con un golpe, simple detallitos.

—Okey, ya me iba de todas formas —su mirada cambió a Vanessa y sonrió con timidez—. ¿Acompáñame por un café? Solo si quieres, también te puedo comprar algo

Quise reír, cuando se pone nervioso es gracioso, sus orejas se ponen rojas tanto como su rostro, empieza a hablar muy rápido que apenas modula. Y es raro saber esos detalles si llevamos pocas semanas conociéndonos, sea como sea, son detalles con los que puedo molestarlo.

¿Qué Podría Fallar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora