Capítulo 1

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«Si no sabes dónde vas, cualquier camino te llevará allí».Las aventuras de Alicia en el País de las MaravillasLewis Carrol


Capítulo 1

—¿Qué tal has dormido? —le preguntó su madre, dejando una taza con café sobre la isleta de la cocina.

Claire se encogió de hombros, tomó una galleta y se sentó en uno de los taburetes de madera.

—He tenido noches mejores.

Su madre bebió de su propia taza sin apartar los ojos de ella. Esos mismos iris azules que las dos compartían y que no podían esconder lo que sus dueñas sentían. Era lo único que a primera vista tenían en común, ya que, si se hurgaba un poco en el interior de ambas, se encontraba la cabezonería tan característica de su familia y que las había conducido en más de una ocasión a enfrentarse de manera bastante brusca.

Por el resto... eran muy diferentes.

Claire era más baja que su madre y sus curvas no eran tan proporcionadas como las de esta, y eso que la gravedad ya habría tenido que hacer acto de presencia en el cuerpo de la mujer mayor, pero era como si la rehuyera. Si no fuera por las ojeras violetas que descansaban bajo los ojos y ese rictus en su boca, que impedía asomar la sonrisa que, como su padre le había contado en más de una ocasión, había sido su arma para conquistarlo, se podría decir en voz bien alta que Madeleine o Maddy, como prefería que la llamaran, estaba muy lejos de aparentar los años que en realidad tenía.

—Serán unos días... —bebió de un trago el café que le quedaba y dejó la taza en el fregadero—, hasta que nos hagamos a la nueva casa. Ya verás cuando llegue el resto de las cosas.

Claire bufó con fuerza y se quitó las gafas para dejarlas sobre la encimera de la isleta.

—El resto de los muebles no va a conseguir que mi vida..., que nuestra vida —se corrigió con rapidez y las señaló a ambas con el dedo— vuelva a ser como la de antes.

Su madre suspiró y se acercó a ella. Le revolvió el negro cabello, que llevaba suelto, recibiendo un sonido de queja que, en vez de detener la caricia, la incrementó, provocando que Claire se levantara, alejándose de su lado.

—Mamá, me vas a enredar el pelo —se quejó mientras pasaba las manos por este, intentando que recobrara su peinado original.

—No me importaría peinártelo —comentó la mujer sin apartar su mirada de ella.

Claire paró lo que estaba haciendo y escondió las manos en los bolsillos de su vaquero. Apoyó las caderas en el respaldo del sofá y negó con la cabeza.

—Ya soy mayor para eso —indicó a media voz.

Maddy movió, reticente, la cabeza de manera afirmativa y atrapó las llaves del coche que descansaban cerca del bote de galletas, intentando aparentar que sus palabras no la habían hecho daño.

—Tengo que acercarme al hospital.

—¡¿Ahora?! —exclamó la joven con rapidez.

Su madre se acercó hasta la puerta de la casa y cogió el gran bolso que colgaba del perchero de la pared, para regresar al comedor de inmediato.

—Sí, me han llamado de administración sobre unos papeles del traslado que no encuentran y he quedado en pasarme para agilizar las cosas.

—Yo pensaba que vendrías conmigo...

Maddy, que tenía la vista fija en lo que podría haber en el interior de su bolso mientras rebuscaba con una mano por él, seguía hablando sin percatarse del estado de su hija.

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