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Lo malo de ser hechicera es que cuando tienes una misión,no puedes posponerla o cancelarla o dársela a alguien más, tienes que ir si o si.

Ese día me tocaba ir a una misión con Nobara, pero a último momento salió otra misión y Nobara tuvo que ir. Así que era mi primera misión en solitario.

¿Ya llegamos? - le pregunté a Ijichi.

Aún no. - contestó.

¿Y ahora?- volví a preguntarle cinco minutos después.

Si... - dijó cansado.

Bajé del auto y me dirigí a hacía el lugar que había imaginado distinto, pues era un lugar muy elegante y parecía ver algún rastro de maldiciones.

Entré al lugar junto con Ijichi, pero cuando me adentré en el sitio donde se percibía un poco de  energía maldita, éste se quedó afuera para evitar distraerme.

¡Sal de una vez maldición de porquería! - grité. - ¡Ven y pelea!

La verdad, cualquiera que me haya escuchado en ese momento podría creer que me faltan uno que otro tornillo.

Luego de tanto grito, la maldición apareció; no era tan poderosa, apenas era de 3er grado, por lo que solo rebanarla con mi espada era suficiente. Lo hice y me fui sin ningún rasguño. Soy genial.

Señorita Nakamura, ¿Ya está lista? - preguntó Ijichi mientras una señora le decía  miles de cosas sin sentido.

Claro, Ijichi - asentí con la cabeza.

Esté caminó súper rápido hacia la salida para alejarse de aquella mujer. Lo seguí y me subí al auto para dirigirnos de regreso a la escuela.

🌸🌸🌸

¡Por fin! - dije mientras bostezaba. Había dormido durante todo el regreso, por lo que al bajarme del auto casi me caigo.

Me despedí de Ijichi y me dispuse a ir a la enfermería para hablar con rato con Shoko.

¡Shoko! - dijé en forma de saludo.

Hola, linda. - me devolvió el saludo añadiendo un movimiento de mano.

A Shoko la conocí el segundo día de estar en la escuela. Desde nuestra primera conversación me pareció muy interesante, por eso cada que estoy libre, voy a su lugar de trabajo para hablar sobre cualquier tema. Los temas de conversación con ella son muy randoms, pero entretenidos. Ella es como una hermana mayor, la considero con una, apesar del poco tiempo que estoy acá.

¿Todo bien? - habló con un tono bastante tranquilo.

¿Estás ebria? - le contesté su pregunta con otra pregunta.

¿Quieres? - me ofreció su bebida, allí confirmé que había bebido.

Le diré a alguien que te lleve a casa. - le dijé, mientras tomaba mi teléfono.

Luego de que está se fuera, me dispuse a observar el lugar detalladamente; desde las camillas hasta los cajones con vendas, medicamentos y una que otra caja de cigarrillos. Todo estaba tranquilo hasta que escuché a alguien tocar la puerta.

¡Señorita Shoko! ¿Se encuentra aquí? - escuché, era la voz de Megumi.

Corrí hacia la puerta para saludarlo, pero a unos centímetros de él me quedé paralizada.

Él estaba herido... No de gravedad, pero está herido... Había sangre en su rostro y varios raspones; le hice un gesto para que pasara, entró y se sentó en unas de las sillas para poder atender sus heridas.

Busqué las cosas necesarias para tratar sus heridas y me acerqué a él de manera serena, sin mostrar mi preocupación.

¿Sabes lo que estás haciendo? - me preguntó mientras yo pasaba suavemente un copito de algodón en sus raspones.

Si no es tan complicado. - dijé. Este hizo  un suave sonido para que continuará hablando. - Cuando era pequeña siempre que entrenaba me quedaba raspones y moretones, por lo que tenía que tratarlos. A mí padre le asustaba cualquier rasguño que tuviera por lo que tenía que hacerlo hasta que llegara a verme. - sonreí.

Todo quedó en absoluto silencio, solo se podían escuchar uno que otro quejido de dolor del azabache mientras le desinfectaba las heridas.

¿Sabes dónde están las curitas y las vendas? - le pregunté.

¿Ya no las tenías? - preguntó señalando la caja que tenía al lado de una de mis piernas.

¡Ah, que idiota! - dijé riendo.

Coloqué las curitas en su rostro y vendé con cuidado su cabeza. Me dieron ganas de preguntarle sobre misión pero éste parecía cansado y no quería dañar sus horas de sueño.

Al terminar me levanté del suelo y me dirigí al lavabo que se encuentra en la enfermería para lavarme las manos. Luego organice todo el lugar y me senté al lado del pelinegro.

¿Estás cansado? - le pregunté.

Esté negó con la  cabeza y se giró un poco hacía a mi para mirarme.

No, solo estoy frustrado... - soltó - Estoy enojado conmigo mismo, por no haber impedido su muerte. Por no haber sido lo suficientemente fuerte para evitar que le hagan daño a la gente que aprecio...

No sabía a qué se refería. Se culpaba por algo que había ocurrido, pero yo no podía ayudarle, no conocía lo que había sucedido y no quise preguntarle nada sobre el tema, pues el tono de voz con que lo dijó era muy triste.

Se que no sabes de lo que estoy hablando. - expresó como si leyera mis pensamientos. - No hace falta contarte ahora, cuando esté listo te lo contaré.

Está bien... - respondí.

Eres buena escuchando. - dijó - Asi que te contaré todo lo que siento en vez en cuando, ¿si?

Si - dijé seguido de un movimiento de cabeza.

Se me hacía raro verlo tan sentimental, tan emocional... Apesar de todo eso yo sabía o mejor dicho mi intuición sabía que lo que había pasado, ocurrió antes de que entrara a la escuela, pues parecía ser que aquella herida emocional no sanaba aún.

Deberías ir a dormir. - le ordené.

Tienes razón. - afirmó.

Nos fuimos juntos a nuestras respectivas habitaciones. Nos despedimos y cada uno se adentro en su mundo.

Primeras Veces [Megumi Fushiguro 🌛] [+18] [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora