Un mejor futuro

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Estábamos en plena calle, a las cuatro de la tarde en el parque más famoso de la ciudad, y nosotros no hacíamos más que pelear.

Mientras unos paseaban, otros se tomaban fotos o hablaban animadamente, nosotros, simplemente peleábamos por todo.

Al salir de la casa, peleamos sobre a qué lugar iríamos a celebrar nuestro aniversario; después peleamos sobre lo que compraríamos para llevar. Cuando llegamos aquí, peleamos porque Jack quería ir a los campos de fútbol y yo quería quedarme cerca de las tortugas, y, no es que tenga nada en contra del fútbol pero si íbamos allí, él iba a ponerse a jugar y nuestro aniversario quedaría en el olvido gracias a su indiferencia. Probablemente, sudaría mucho, compartiría nuestra comida con los jugadores, me presumiría como un trofeo y cuando llegáramos a casa, querría tener sexo hasta que se cansará, sin que le importara mi opinión.

Éramos muy tóxicos, lo sé.

Poco después de por fin encontrar un lugar donde sentarnos en el que ambos estuviéramos cómodos, Jack vió a lo lejos a un grupo de amigos del instituto con los que salíamos a cenar a veces y con los que él siempre aparentaba que nuestra relación era perfecta.

La verdad es que nuestra relación era bastante cliché. El mejor jugador de fútbol de la secundaria y la chica más popular del lugar a razón de su banda; súper goals, llenos de las expectativas de nuestras familias, el mejor ejemplo a nivel deportivo, estudiantil y artístico de la zona; reyes del baile, boda de ensueño, vacaciones increíbles. Nuestro feed de Instagram mostraba eso. Nuestros mejores momentos, y nuestros peores momentos disfrazados con sonrisas falsas y mentirillas blancas a nuestros cercanos.

Vivía una vida basada en el que dirán y nuestro éxito profesional está tan ligado a nuestra relación, que es imposible no mezclar una cosa con la otra y, por esa razón, tener que aparentar para mantener la buena imagen que teníamos a nivel social. ¡Por favor, que somos Jack y Camille! La pareja del año, según la revista Farándula Americana.

Todo el mundo deseaba ser como nosotros, y yo solo quería salir huyendo del mundo que yo misma creé.

Cuando Jack me propone ir con el grupo, me niego. No tengo ganas de seguir fingiendo. Esto harta de todo ésto. No me importa si, terminando con él, debo iniciar desde cero, limpiando mi nombre de su influencia.

Él vuelve a insistir, diciendo que tenemos que mantener la imagen social y parte de eso es ser una pareja accesible que se le ve compartiendo con sus amigos de la infancia.

Por mucho tiempo me lo tragué, y más de una vez hice cosas que no quería solo por concederle la razón y cuidar nuestra imagen, pero ésta vez no.

— Vamos, Camille. Levanta tu culo de ahí y camina conmigo hacia allá. ¡Sé buena!

— Lo siento, pero no lo haré —dije evadiendo el brazo que estiró en mi dirección tratando de agarrarme y levantarme. También evité mirarlo a los ojos, pero aún así sentía su mirada.

— ¿Que no lo harás? —dijo en todo preocupado y enojado a la vez—. Vamos, levanta.

— Ya dije que no. No fingiré que todo está bien cuando ambos sabemos que no es así —dije sin pensar y cuidando de no levantar la voz—. Por dios, si ni siquiera nos soportamos.

— Espera... Pausa tu retahíla ahí. ¿No estamos bien? —no pude evitar rodar los ojos aún sabiendo lo mucho que le sacaba de quicio hacer eso. Lo menos que quería era hacerlo enojar y formar un escándalo aquí pero, joder, no puede ser que Jack sea tan indiferente en cuanto a éstas cosas—.

— ¡No! —alcé un poco la voz—. No lo estamos y tú lo sabes —proclamé golpeándolo levemente en el pecho—. Esto no está bien —dije señalando el espacio que había entre nosotros—. ¿O acaso eres feliz? ¿Lo eres?

— Si lo soy —contestó evitando mi mirada, que tenía fija en sus ojos.

— Haznos un favor y deja de mentirme, ¿Quieres? Asume de una vez por todas que lo nuestro está jodido, que no te soporto ni tú me soportas y si seguimos juntos, vamos a terminar odiándonos a muerte—dije, susurrando muy cerca de su cara mis palabras—. Te lo preguntaré una vez más, ¿Realmente eres feliz con lo nuestro Jack?

Se quedó en silencio tanto tiempo que estuve a punto de levantarme, agarrar mi bolso e irme pero cuando estaba apunto de hacerlo, él resopló y habló por fin:

— No, Camille. Me tienes harto con tu actitud de mierda y tus malos polvos, en realidad. Eres insoportable y créeme al oírme decir que si no fuese por el éxito que tienen nuestros nombres juntos, hace mucho que te hubiese dejado tirada.

Por alguna razón, sus palabra no dolieron; solo me hicieron sentir fría y aislada. Decidida. Acabaría con esto hoy mismo.

— Yo tampoco soy feliz, Jack. Eres un machista, narcisista y egoísta que sólo piensa en sí mismo y en su propia comodidad. Me tienes con canas verdes, y la verdad, me sabe a mierda que nuestros nombres juntos vendan más. No voy a seguir contigo por recibir varios ceros de las compañías que nos contratan.

— ¿Qué estás diciendo, Camille?

— Estoy diciendo que quiero el divorcio, Jack. Espero que vayas a recoger tus cosas de mi apartamento hoy mismo, sino, dalo por hecho que mañana, la casa hogar más cercana tendrá donaciones de parte de la compañía J&C. Y tranquilo, junto con los papeles de divorcio, mi abogado te hará llegar todo lo relacionado a la repartición de las acciones de la compañía.

— ¡Camille, no puedes divorciarte de mí!

— En realidad, si puedo. Ya sabes, hoy mismo quiero que busques tus cosas.

— Camille...—Trató de llamarme, pero ya yo estaba dándome media vuelta y no pensaba mirar hacia atrás. No hoy. No por él.

Yo soy demasiada mujer para un patán como Jack. Y si tengo que levantar mi propio imperio, limpio de su nombre, lo haré. Que se quede con J&C si desea. Venderle mis acciones me daría una buena pasta que luego puedo invertir.

Sé de negocios, y esto no es más que un bache en la carretera de éxito que me viene de ahora en adelante. Sin él, sin su nombre, sin sus reglas.

Dejé de amarlo hace mucho, así que esto era tan fácil como decir dar media vuelta y escribir mi firma.

Relatos de SaturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora