Reconstruir la coraza

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A veces, cuando creemos que lo único que podemos hacer es mejorar, la vida te tira de coñazo y te estampa contra la pared; no paso a paso o día con día, no. Es un golpe seco, en el medio del pecho que retumba y duele como un disparo, solo que... no te mueres nunca.

Aprender a lidiar con esos golpes de la vida es algo que no muchos sabemos hacer, en realidad, yo soy la peor tratando de lidiar con ese tipo de realidades.

Todo empieza por un "por qué" al no entender por qué está sucediendo, luego, al resignarme, caigo en el sueño privada en llanto sintiendo como se resbala de mis dedos la felicidad y el dolor me ataca.

Sin embargo, yo diría que es la siguiente fase que más miedo me da, la peligrosa, la incontrolable; me vuelvo fría, cómo entumecida, sin dolor y con tantas ganas de arreglar las cosas como ganas tiene un gato de bañarse bajo la lluvia.

En ese momento, el dolor pasa a un segundo plano y en lo único que pienso es en las veces que he salido adelante antes, en las veces que me he caído y levantado, en las veces que logré cosas que quería sin sentir ni un ápice de felicidad a causa del dolor.

Cuando bajé a entregarle a SJ las cosas que me había prestado, ya había llegado a esa fase. Ya nada dolía, nada importaba; tan solo quería acabar con eso lo más rápido posible para continuar con el trabajo y, en las noches, empezar a lidiar con el dolor que se asentó en mi pecho cuando me llegaron sus mensajes:

"No quería hacer esto así, pero tenemos que hablar"
"Quiero terminar"
"Necesito espacio"

Tres mensajes. Tres putos mensajes que hicieron que la vida me diera un vuelco y el corazón se hiciera añicos.

Tres mensajes que lanzaron por la borda en fracciones de segundos miles de "te amo".

Tres mensajes que ocasionaron que el sueño tan hermoso sobre nosotros que había tenido justo ésta mañana, se convirtiera en una realidad imposible.

Tres mensajes y todo el esfuerzo, las citas, las madrugadas y las canciones se fueron al retrete.

Tres mensajes y dejaron de existir esos 40 años de posibilidades que teníamos por delante.

Al entregarle las cosas, escuché su leve "Querías que te lo dijera de frente: terminamos". Y mi corazón se hizo pedazos una vez más, aunque no lo demostré. No le dije nada, simplemente me límite a mirarlo una última vez, detallando esa piel morena que tanto me gustaba, lo bien que siempre le ha quedado esa chaqueta de cuero y el color de sus ojos.

No me atreví a mirarle los labios o a acercarme a más de un brazo de distancia. Si lo hacía, iba a caer en llanto frente a él y perdería esa coraza que tanto me costó reconstruir.

Lo amo. Lo amo como si el mañana no existiese y quisiera darle todo de mi, desde mis inseguridades hasta mis fortalezas, para que las acaricie y las mime como sólo el ha sabido hacerlo desde siempre.

Me gustaría decirles que me tomó por sorpresa, pero la verdad es que no. A la gente no le gusta salir con alguien que está en proceso de transformación; no lo entienden, lo juzgan y creen que nuestras actitudes raras es porque hay algo mal, y no. Simplemente nos transformamos y hay que tenermos paciencia, porque cuando renacemos, somos todo cuando queremos ser y es especial. Un momento para compartirlo con alguien a quien amas.

Creí que me esperaría pero no.

Lo peor de todo fue saber que, si no acababa todo, él seguiría rondando a mi alrededor, seguiríamos viéndonos de vez en cuando y poco a poco volvería a caer en su amor indeciso.

Él estaba en el mismo proceso así que no podría culparlo. Crecer, trabajar, producir e intentar llegar a final de mes invicto y con la menor cantidad de deudas posibles.

Al final, los dos estábamos en el mismo punto y el crecimiento que íbamos a vivir iba a llevarnos a lugares contrarios.

Cuando llegué a casa de nuevo, me encerré en el cuarto y revisé todas las cartas que le hice y que me devolvió días anteriores. Las releí cada una, sorpréndiendome por las palabras de amor que yacían allí escritas.

Leyendo esas cartas, casi pude volver a sentir amor de nuevo. Casi.

Relatos de SaturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora