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Recién comenzaba el verano en Praga, la temperatura era casi perfecta para los lugareños, la cual apenas pasaba los treinta grados y aquel bochorno continental que azotaba a la ciudad por la cercanía al mar era la excusa perfecta para que los niño...

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Recién comenzaba el verano en Praga, la temperatura era casi perfecta para los lugareños, la cual apenas pasaba los treinta grados y aquel bochorno continental que azotaba a la ciudad por la cercanía al mar era la excusa perfecta para que los niños salieran al parque en shorts y playeras de tirantes mientras dejaban que las fuentes los empaparan de agua fría, los adultos gozaban de igual manera al poder usar sus prendas más frescas, las mujeres podían lucir recogidos de cabello con adornos brillantes y coloridos.

En las calles se podían ver algunas parejas que disfrutaban las vacaciones de verano, jóvenes y adultos salían tomados de la mano con sus correspondientes citas para disfrutar el cielo despejado mientras gozaban de un picnic en los jardines de la ciudadela o un almuerzo en un restaurante con terraza.

Aquella vida que coloreaba la ciudad era observada desde el ático del joven Kim Taehyung, aquel pelinegro de cabellera rizada deseaba salir y disfrutar un poco de aquello, lamentablemente no podía, pues se suponía que se encontraría practicando piano en aquel mismo cuarto, y al finalizar tampoco podía ir a compartir con los vecinos un picnic refrescante ya que tenía un profesor privado que le enseñaba de economía y cálculos, algo que su madre había decidido que debía estudiar.

Ante sus ojos avellana tenía aquello que deseaba, quería quitarse el saco café claro y su camisa color blanco para bajar al jardín que rodeaba su enorme casa y recostarse sobre el pasto mientras el rocío de las flores de su madre caían sobre él sin importarle que los insectos se le pegaran a la piel.

Eso sería realmente agradable, Taehyung se imaginaba aquello, de hecho, casi podía sentir las catarinas caminando sobre él, pero ni siquiera intentó salir del cuarto una vez volvió a la realidad, eso sería defraudar a sus padres, justo cómo lo haría de no estar practicando el piano, así que volvió a ello.

Comenzó tocando teclas blancas y negras de forma aleatoria para desentumecer sus largos dedos, entonces hizo sonar una de sus canciones favoritas interpretada por Amadeus Mozart: Ave verum corpus.

Ahora se escucharon las cinco teclas que marcaban el inicio, sus dedos recorrían aquel piano con facilidad, sus movimientos elegantes y precisos hacían que verlo tocar el piano fuera lírico, la música le ayudaba a perderse un momento de todo lo que abochornaba su mente, aquellos poemas que memorizaba tomaban forma cuando el piano vibraba, las matemáticas dejaban de importar pues pensaba que nada tenía que ser exacto, la ciencia perdía su lujo pues en su pequeño mundo solo existía lo que él quisiera que existiese, aquel placer lo dejaba extasiado, musicalmente, claro, lo llenaba de energía y lo dejaba fresco para lo que se viniera en el día.

Una vez terminó el motete musical se dirigió al piso de abajo, ahí vió jugar a sus hermanos menores con su nueva nana quien ni siquiera le había dirigido la mirada desde que llegó, el pelinegro no sabía la razón de aquello pero le parecía bien, siempre le habían resultado incómodas las miradas de los demás sobre su persona, esto lo descubrió desde muy chico mientras tocaba el piano en la iglesia local, odiaba las miradas de aquellos que le llamaban prodigio, que le miraban penetrantemente esperando a que se equivocara de nota o los que simplemente no sabían apreciar aquellas obras y le veían con reproche pues les hacía perder el valiosísimo tiempo que de igual forma malgastaban yendo a una taberna, las únicas personas que podían mirarlo sin que él rehuyera el contacto visual son sus padres, le miraban paternalmente con orgullo y eso le bastaba para tragar aquel sentimiento que le provocan las demás personas para seguir tocando el viejo piano de la iglesia donde cada sábado el padre le entregaba una canción diferente diez minutos antes de la misa, repitiendo esto hasta el día de hoy.

Hasta que acabe el verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora