Capítulo 3. Semana uno

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Lunes, un día conocido por la mayoría como uno que provoca la anulación de esas ganas por hacer las actividades diarias. También conocido como un día pesado en el que las manecillas del reloj corren lento. Pero para ellos, ese día tenía otro significado.

El día comenzó a correr, todos se levantaron a duras penas, bajaron las escaleras después de darse sus baños individuales y ponerse ropas limpias. Lee Know era el primero abajo, terminaba de preparar el desayuno para el octeto, siempre era así.

A pesar de estar encerrados tenían ¿comodidades? ¿puedo usar esa palabra?

Era como si vivieran en el mundo exterior, pero en realidad, las murallas de vibranio los separa del resto del mundo. Con un sol, cielo y luna artificiales, desde que recuerdan, éstas han sido sus compañías aparte de tenerse unos a otros. La comida nunca les faltaba y son desconfiados, lo aceptaban, por eso olían y probaban antes de comer todo lo que reciben.

―No diré buenos días, hoy tampoco lo haré. ―dijo Jisung cuando tomo asiento frente a la mesa.

Estuvieron de acuerdo en jamás decirse buenos días o duerme bien porque sabían que en el ambiente donde se encuentran, es imposible sentirlo o desearlo de corazón. Solo querían que terminara todo, pero al mismo tiempo querían conocer la razón de todo. No sabían si era por diversión, si estaban soñando, si tenía un fin o simplemente era una tortuosa realidad.

―Hoy es el día.

Miraron a Jeongin al ser el último en llegar. Querían omitir el tema, pero parecía que el menor no había podido dormir en los últimos días debido a los nervios y el miedo.

―No pienses en eso ahora, solo desayuna, se te enfriará. ―dijo Lee Know sonriéndole de manera cálida para tranquilizarlo. Siempre se había preocupado por él, lo veía desde que llego a tan corta edad.

El desayuno hubiese seguido en silencio, solo que Jisung no pudo resistir demasiado tiempo en callar algo que había visto en Felix la noche anterior y que le creo preocupación.

―Sé que le prometí a Felix no decir nada, pero hay algo que quiero comentarles. ―hablo Jisung ganándose inmediatamente la mirada seria del mencionado.

―Calla Han. ―advirtió soltándole un golpe debajo de la mesa.

―Felix, déjalo que hable. ―el de pecas no tuvo de otra más que acatar la orden de Bang Chan y Jisung recibió la oportunidad de seguir hablando.

―La noche anterior Felix se quejaba diciendo que le dolía la cabeza, yo me levanté para ir a verlo y le dije que si quería los llamaba a ustedes para que nos ayudaran, pero se negó. ―Chan miro a Felix y éste se hizo pequeño en su lugar.

Si algo tenían muy en claro todos era que a Bang Chan no le gustaba para nada que le ocultaran cosas, sobre todo si tenían algún malestar en el cuerpo. Y también aceptarían que, cuando el mayor se enoja, ni Lee Know es capaz de controlarlo.

―Lo hice para no preocuparlos. ―trato de defenderse el pecoso para evitar que el mayor le reprendiera.

―Aun así, sabes que no me gusta esto, si se sienten mal me dicen, resistir el dolor será peor y mucho menos los dolores de cabeza. Si vuelve a pasar me dices en ese momento Yongbok, ¿entendido? ―asintió el peli blanco varias veces sin decir nada más.

Las horas corrieron como si una tortuga cargase con ellas. Querían y no querían que la hora se llegara. Jeongin tendría su primer juego hoy, no sabía a qué clase de retos se enfrentaría ni mucho menos los grados de dificultad. Eso era lo que más temor le daba.

Trataba de despejar su cabeza, pero era imposible. ¿Cómo lo haría? ¿Cómo lo hace aun viendo como Lee Know se preocupa? ¿Cómo lo hace aun cuando Hyunjin está muy pensativo respecto a su plan? Evitar a toda costa los nervios era su objetivo, solo que los de a su alrededor no estaban ayudándole como él quisiera.

También tenía mucha curiosidad por conocer más allá de ese encierro, sobre todo, poder recordar su vida antes de entrar en esa casa que pareciera como si tuviese un bloque invisible que les impide viajar a sus pasados y saber quiénes son, de donde vienen, quienes son sus padres. ¿Tanto pedían? ¿en serio podían cumplir lo que quieren antes de que probablemente mueran dentro?

Existían muchas preguntas en su cabeza, entre más pensaba, más nervioso se ponía. La hora no tardaba demasiado en llegar, necesitaba estar sereno y concentrado. Esa noche sería su primer juego, sería la primera vez que estará fuera de la casa por más tiempo y trataría de poder encontrar algún indicio que el desconocido tenga para derrocarlo.

Esa noche no solo cambiaría su vida sino también, la vida de la persona que elija.

¿Podrá Jeongin salvarlos a todos o tendrá una perdida con la cual cargar?

Las luces de la casa se apagaron al mismo tiempo, Jeongin miro el reloj de la pared que seguía caminando como si nada pudiese detenerlo: las 21:00 horas exactas. Respiro pesado, se volteó encontrándose con la mirada del resto, se acercó para abrazarlos y decirles que haría lo mejor para sacar a cada uno. Intento demostrar valentía, pero lo único que logro demostrar fue el miedo que le invadía poco a poco.

―Creemos en ti. ―hablo Chan primero―. Tu puedes Innie, puedes hacerlo.

Palabras de ánimo y esperanza que lo hacía sentirse seguro, dejándole de lado el miedo, los nervios y la preocupación que formaban una alianza para atormentarlo en su caminar. La primera vida estaba en juego, pero aun no sabía a quién elegir, ni mucho menos sabía la manera en cómo le permitirán elegir a quien salvar.

―Chicos, ―detuvo su andar antes de salir, ellos le miraron, él se dio la media vuelta y con los ojos comenzando a llenarse de lágrimas les dijo lo que se prometió decirles cada semana antes de los juegos―, los amo.

Parecía como una despedida, y es que, en realidad, nadie sabía lo que sucedería después.

―Nosotros también te amamos pequeño. ―sonrío con la contestación dada por Changbin, cerró la puerta y dejo que los oficiales lo guiarán hacia donde se llevaría a cabo el primer reto.

Lo vieron desde que tenía siete años; aquel niño que le temía a la oscuridad, al ruido de las campanas, cuando las luces se apagaban... ahora todo era diferente en Jeongin.

Se enfrentaba a la peor de sus realidades, no sabía ni siquiera que decir o como mirar al frente cuando estuviera en posición. Seguía existiendo ese miedo, pero debía dejarlo de lado, daría todo por salvarlos a ellos; a esos jóvenes que, aun sin poder consigo mismos, le cuidaron desde niño y le enseñaron a no temer jamás.

No les iba a fallar, saldrían los ocho juntos.

Aunque si algo se complicaba, daría su vida con tal de salvarlos a ellos aun cuando él no tenga oportunidad de salvarse.

ᴍᴀɴɪᴀᴄ | ꜱᴛʀᴀʏ ᴋɪᴅꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora