Hasta que te encuentro (caché)

Capitulo 6

-Ya está, Poche. Seguro que esto le resulta mucho más cómodo y le permitirá moverse mejor. Si espera un momento, voy a buscarle unas muletas a juego con esa bonita escayola que le han puesto hoy -dijo Nela, una de las enfermeras de la consulta privada de Calle. Habían pasado dos meses desde el accidente y la incisión se había curado bastante bien, por lo que Calle había reducido el tamaño de la escayola de quita y pon que tenía que llevar Poche, dándole a la joven libertad por primera vez desde lo que parecía una vida. Calle había estado muy pendiente de Poche, para asegurarse de que no corría riesgos innecesarios que retrasaran su convalecencia. Poche  lo agradecía ahora, puesto que el informe que le habían dado hoy decía que el hueso de la pierna estaba curado casi del todo. Unas pocas semanas más y su amorosa doctora le dejaría apoyar el peso en ella.

-Gracias, Nela. ¿Está Calle por aquí? -preguntó Poche.

-Sí, señora, está rellenando sus papeles en su despacho. La he enviado a hacer algo para que no nos empujara a mí y al resto del personal a la bebida con tanto estar encima.

-Si me consigue esas muletas, podré entrar a darle una sorpresa -dijo Poche.

-Eso, querida, me parece una sorpresa maravillosa. Las chicas y yo queremos darle las gracias -dijo Nela.

-¿Por qué? -preguntó Poche.

-Bueno, no es que la doctora Calle no fuera agradable antes, pero estar enamorada la ha relajado un montón. Y créame, le hacía mucha falta relajarse.

Poche se sonrojó por el cumplido y sintió que se le llenaba el pecho de un calor agradable.

La vida era tan bella que Poche detestaba tener que estar esperando siempre malas noticias que la pillaran desprevenida. No sabía nada de Mario desde que lo habían soltado y tampoco se lo había vuelto a ver a él ni a su familia por el barrio. Johnn Jonn'z, el abogado que le había conseguido Calle, había llamado para decir que el divorcio iba bien y que Mario no había presentado una contrademanda, pero que le estaba costando que el otro abogado le devolviera las llamadas. Aunque John quería solicitar una pensión de manutención, pues sabía que Poche tenía derecho a ella, Calle y ella habían dicho que no. Tras una larga charla una noche cuando estaban en la cama, Calle había explicado que ella ganaba más que suficiente para mantenerlas a todas. Lo que quería era que Poche se tomara su tiempo para decidir lo que quería hacer, sin ningún tipo de atadura con Mario o su familia. Poche tuvo que reconocer que así todo iría más deprisa y destruiría los argumentos de Mario en la vista, según los cuales Poche no era más que una mujer rencorosa que quería sacarle una pensión muy elevada.

Lo único que echaba en falta era la intimidad que quería compartir con Calle. A causa de su lesión, Calle había echado el freno a su vida amorosa, pero después de algunas de sus sesiones de toqueteos a altas horas de la noche, Poche estaba a punto de explotar. Con el informe sobre su buen estado de salud y la libertad recién adquirida, se disponía a seducir a la buena de la doctora lo antes posible.

-Hola, doctora, ¿puedo pasar? -preguntó Poche. Calle levantó la mirada de los historiales que estaba escribiendo y sonrió a su visitante. Sabía que Poche aprovecharía de inmediato la oportunidad de poder caminar, aunque fuese con ayuda de muletas. Ella también tenía una sorpresa esperándola en casa, una promesa que Elisa le había asegurado que estaría lista antes de que volvieran.

-Hola, tú, ya veo que Nela se ha ocupado bien de ti -dijo Calle, arrellanándose en la silla.

-Sí, tienes una gente encantadora trabajando para ti, cielo. Dame unas semanas y te exigiré una noche de juerga en la ciudad. Una cenita, un poco de baile y tú, ésa sería mi idea del cielo -dijo Poche.

-Necesitas algo más de un par de semanas para poder ir a bailar, Poche, pero te prometo que en cuanto puedas, llenaré tu tarjeta de baile. Para compensarte, ¿Qué tal si te saco a cenar esta noche? -preguntó Calle.