«Eres alguien a quién extraño. Eres alguien a quién, todavía y lamentablemente, amo y amaré tal vez de otra manera, tal vez empezando por mi y luego por ti, pero siempre tú. Descubrí y encontré mi mundo, pero el tuyo siempre sería el más hermoso.
J...
¡Oh, mi mariposa! Cuando comenzaste a abrir tus alas no había nadie quien te detuviera.
Salias a fiestas en las cuales yo nunca hacía apto de presencia, salias a la calle sin miedo, tenías más confianza y eso lo notaba.
Seguía cantandote cuál lobo a la luna, oh mi bella luna que antes estaba conmigo avanzando al mismo paso y que ahora solo se iba alejando.
Siempre fuiste alguien inteligente, ¿Entonces porque nunca sentiste mis suspiros cada que volteabas o mis ojos cuando te miraban cuál galaxia, anonadado?
Estabas dejando de ser un gusano, rompias la crisálida y salias libre a volar, lleno de colores, era primavera.
Tenía el poder para volver todo tu mundo a invierno absoluto e infinito, te hubiera congelado en ese momento. Para apreciarte o solo para dejar que murieras.
Congelarte y dejarte en un invierno dónde tú nunca podrías salir y yo sería el único que podría verte, estático. Mi mariposa congelada... te podría haber convertido en eso y solo dedicarme a observarte primoroso con tus colores antes de que aprendieras a volar correctamente y ahora sí te alejaras de mí.
No lo hice porque te quería. Te amaba tal vez porque mi intención nunca fue poseerte.
Estabas aprendiendo a volar y aunque tuve el poder de cortar tus alas, nunca lo hice.
Tal vez porque en ese tiempo no te odiaba.
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