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Todo lo que sé desde ayer
Es que todo ha cambiado

Everything has changed- Taylor Swift.

Consejo del día: Cuando desees algo, mejor asegúrate que sea ser millonaria y guapa. De paso, quizás paz mundial.

PD: ¿Por qué mierda a las chicas se les ocurría escribir "____" para dejar el nombre?

Cuando desperté parecía como si hubiera tenido resaca.

Me dolía la cabeza, estaba pegajosa y con un sabor de boca horrible, además de que mis ojos me costaban abrirlos y mucho más porque la luz del sol que cruzaba mi ventana me caía justo sobre ellos.

Maldije en voz baja. Mi cabeza palpitaba, mis labios estaban secos y no encontraba mi celular por ningún lado. Maldije y cuando miré el reloj de mi velador respiré porque solo faltaban diez minutos para que la alarma sonara.

Me froté la cara y me levanté cuando mi vejiga avisó que debía ir al baño.

Suspiré con satisfacción, y dejé caer la cabeza soltando un suspiro. Qué bien se sentía mear, joder.

Ya terminado el asunto me fui a lavar las manos y en cuanto me vi al espejo quedé completamente hecha una piedra.

No literalmente.

Pero abrí la boca sin saber qué decir con la imagen de mi yo proyectada en el reflejo. Mis ojos no tenían ni un pequeño rastro de que ayer había llorado hasta deshidratarme, ni tampoco se notaba que no me había depilado hace cinco días y estaba segura que ayer Mamerto el grano estaba justo en mi frente con todo su esplendor.

Pero ahora no. Mi rostro parecía tener un filtro de belleza. No le tomé la suficiente importancia. Seguro era uno de esos días en los que me despertaba viéndome hermosa.

Lo próximo fue meterme a la ducha y luego ir a por mi uniforme mientras el pelo se me secaba, sin embargo no lo encontré por ningún lado.

Revisé entre mis cajones, bajo mi cama y en la ropa sucia. No había rastro de él.

—¡Cris! —grité. Salí de mi cuarto y silencio. Fruncí las cejas y bajé la escalera —. ¡Criiis! —chillé de nuevo, pero no escuché alguna respuesta. Me asomé a la cocina y mis padres tampoco estaban. Fruncí las cejas y luego, poco a poco me fui fijando que mi casa estaba limpia.

¿Mi madre lo hizo? pero era raro, porque algunas manchas y magulladuras que han estado toda la vida entre las paredes y muebles habían desaparecido, al igual que el desorden habitual que había a esa hora de la mañana.

¿Qué estaba pasando?

Miré el reloj de la pared y comencé a desesperarme, faltaba media hora para las clases y yo no me había vestido ni maquillado.

Mierda.

Subí corriendo las escaleras y toqué la puerta de mi hermano, entré a su cuarto y sí. Él tampoco estaba.

¿Al fin se volvió realidad nuestro sueño?

¿El de que la familia se mudara y nos visitara cada tres años? Ojalá fuera así.

—Oye, Cris, ¿Tu no...?

Di un saltito sobre mí misma y me volteé hacia la puerta aferrando por completo el albornos a mi cuerpo.

—¿Qué...? —pregunté, con los ojos como platos y sin poder reaccionar.

Había un chico que no era mi hermano en la casa. Y estaba al frente de mí sujetando una laptop y sin nada más que unos pantalones y una camiseta delgada de dormir. Me miraba como si fuera la cosa más normal del mundo. Después de medio segundo mis neuronas hicieron click, y lo reconocí. Mi hermano tenía un mejor amigo, él se llamaba Benjamín y era él. Ahora, no sé qué hace aquí y, además, tampoco sé cómo logró diguievolucionar de esa manera en menos de dos semanas.

Yo soy la famosa RayitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora