¡ғᴀʀᴍᴀᴄʏ!

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*Narra Bill*

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*Narra Bill*

Llegamos a la casa de Eddie para estar listos ya que íbamos a las cloacas. — Llevense lo que quieran menos las galletas, porque son de mi mamá. — Richie y yo empezamos a agarrar cosas de la lacena.

— Oye, primero dijiste los baldíos, ahora las cloacas. Dime... — Eddie miro nervioso a la ventana. — ¿Y si nos encuentran? — Regreso su vista hacia mi.

— No lo harán Edds. — Respondí. — Las cloacas son zonas p-públicas, somos el p-publico, ¿No? —

Richie abrió otra parte de la lacena y miro a Eddie. — Eddie, ¿Son tus anticonceptivos? — Richie sonrió burlón.

— Si, los guardo para tu hermana. — Eddie se acercó a Richie y cerró la lacena. — ¡Son cosas privadas!

Después de unos minutos terminamos de prepararnos y nos dirigimos a la puerta.

— ¡Eddie, amor! ¿A dónde van con tanta prisa? — Los tres nos volteamos a ver a la madre de Eddie.

— V-v-vamos a j-jugar a mi patio, señora K. — Richie me miraba expectante por lo que vaya a decir. — Tengo u-un... — Me quedé callado.

— Tiene un juego de croquet, ¡Oye, escupelo! B-b-bill. — Richie siguió hablando. La señora K nos miró confundida.

— De acuerdo. — Su mirada que estaba en nosotros dos paso a mirar a Eddie. — Ah, cariño. — Eddie la miro.

— No juegues en el césped, en especial si lo acaban de cortar. — La señora K miro sus uñas y Eddie asentía. — Sabes que no le ayuda a tus alergias.

— Si mamá. Vamos. — Eddie casi nos empujó a la puerta pero la señora K lo interrumpió.

— ¿No se te olvida algo? — Los tres miramos a la mamá de Eddie, el se acercó hacia a ella y le dio un beso en su mejilla.

Por otro lado estamos nosotros, Richie aguantando la risa y yo riéndome en silencio.

Cuando Eddie llegó hasta nosotros, Richie hablo. — ¿Quiere que también le de uno, señora K? —

— ¡No, no, no! — Nos saco de la casa y se giró a cerrar la puerta. — Lo siento, mami.







*Por el lado de Gia*

Estaba caminando por las solitarias calles de Derry ya que me dirigía a la farmacia. Llevaba mis audífonos conmigo, hasta que siento como alguien apaga la música. Fruncí levemente el entrecejo y pare de caminar.

Mire mi walkman pero parecía que estaba bien. De repente alguien me empezó a llamar desde un callejón. — Gia... — Mi nombre se escuchaba en susurros, era la voz de una niña, como si estuviera llorando. — Gia... Ayudame, porfavor. — Los susurros cada vez eran más fuertes.

— ¡Gia! ¡Gia! ¡Ayudame! ¡Me va a atrapar! — Fruncí el entrecejo por eso, era la voz de Hannah. Me intente acercar al callejón pero sentí que choque con alguien. Ahí fue cuando volví a la realidad.

- 𝙏𝙍𝘼𝙐𝙈𝘼 - ᵇⁱˡˡ ᵈᵉⁿᵇʳᵒᵘᵍʰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora